Escrito #6

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L A N O C H E D E L P E C A D O

Hay millones de tragedias en el mundo... Pero la que más duele es el pecado de la infidelidad.

Ella lo sabe, ¿Pero qué importa pecar, mientras sea con el amor de tu vida?
Supone que la condena de ir al infierno no importa siempre y cuando esté entre los brazos de aquel amor a primera vista. Chesire Borgia. Pero desgraciadamente no es correspondido, sólo por momentos en aquellos encuentros de cama.

Su impaciencia la levanto de la cama dándose un baño rápido, colocando en su entallado cuerpo un vestido lila, su favorito que le llega a la mitad de la rodilla y tomo un carruaje. La dirección de los caballos fue directamente a la Abadía de San Gregorio de lujo donde ejerce su vocación sacerdotal
Inhaló profundamente el aire y miro fijamente el sitio, por unos instantes lo dudo en bajar. Sin embargo ella tenía que hacer lo posible para que Chesire se marchara a otro municipio cercano, quién otorgó la orden fue el arsobizpo
Sin embargo ignoro las dudas y bajo del carruaje.
—¡Quédese con el cambio!
El conductor abrió los ojos al darse cuenta que el montón de monedas de plata que recibe es de alta nominación.
—Gracias, señorita le deseo mucha suerte— sonrió gustoso y se marchó.
«Eso espero»
Camino deprisa las escaleras hasta llegar a lo más profundo de la Abadía. Era cansado pero las ganas por verlo eran tan grandes que valía madres si tenía que subir un rasca cielos.
Por fin ha llegado, está en frente de la puerta del confesionario
Aún indecisa tocó con pequeña fuerza en sus nudillos
Chesire abrió la puerta.
—¿Qué haces aquí?— llevándose una gran sorpresa, no esperaba su presencia y menos un día antes de su marcha, observándola con desprecio e incomodidad. —¿Qué buscas aquí?— mantuvo su postura estoica
—¿Puedo pasar?— los labios le temblaban, tuvo que morderse para tranquilizarse, insegura esperaba una respuesta aprobatoria, fijo la vista hacia él, intento crear una sonrisa llena de angustia.
—Ya estás aquí, no puedo correrte...

Chesire le permitió la entrada.

Con pasos firmes entro a la pequeña oficina, y tomo asiento en una sillon de piel color negro cruzando sus piernas de manera sensual, buscando una reacción al castaño.  —¡Por favor no te marches y desobedece al arzobispo que ya es un anciano— siente que su corazón se detendrá en cualquier momento.
Chesire Borgia no es un idiota se coloca de frente ha observado fijamente, y barre con la vista a la aristócrata cruzando los brazos.

—¿Llevas el mismo vestido que usaste en nuestro primer encuentro como amantes?

Los ojos de la inocente ella brillaron.

—¿Te gusta este vestido?

Chesire no tomo importancia a su pregunta y le dió la espalda, el estrés que recibía por su inquilina debía ser tranquilizado así que fue en  busca de un licor de los fuertes y finos se sirvió una copa y se la empino para que de un solo sorbo se terminará el sabroso líquido quemando su garganta.

Ella no deseaba ser ignorada así que le sigo. —Dime Chesire Borgia. ¿Te gustó mi atuendo?—Volvio a preguntar. Me arregle especialmente para ti.

Pero él mantuvo un silencio abismal que por supuesto dolía aún más que una que decir no.

Era una señal que la aristócrata no captaba, quería el calor de aquel hombre frío y serio.

Chesire se sirvió otra copa e hizo lo mismo.

Esta vez ella tuvo la iniciativa de estar más cerca. — Por favor mírame, Chesire aunque sea una vez.  Colocó sus manos sobre el fino rostro y lo inclino un poco hacia abajo ella es algo bajita para estar a la altura de Chesire, así que de puntitas podía alcanzarlo un poco. Las respiraciones de cada uno se mezclaron podían sentirse rodeando su atmósfera algo tensa. Sus miradas esta vez se concentraban perfectamente. Y la valentia de ella surgió para atreverse a besarlo, de forma sueve, aquel roce tenía cierto sabor a alcohol, pero no se compara a lo embriagante que es aquel hombre. Intento nuevamente hacerlo pero él no lo permitió. Alejo a la pobre chica de su lado.

Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora