¡CORRE, CORRE QUE TE ATRAPO!
¡Huye, escondete y no mires atrás! Su cabeza le ordenaba obedecer esa frase. Había escapado de su captura, permaneció por casi un mes atrapada en una casona vieja, vigilada por maleantes. Impulsada por el instinto de supervivencia se resistía a andar por el sendero nocturno, frío y tenebroso. Cada vez le era más difícil caminar, está casada y deshidratada, le dolía todo el cuerpo, pero no era tan grave como el dolor del pecho, porque lo más triste es que "Una traición nunca viene de un enemigo, sino de alguien que amas".
Ella lo sabía, Chesire la vendió como mercancía barata, eran amantes de noche, descargando sus demonios feroces con sexo. Dando el corazón y él solo el cuerpo, un sacerdote de vez en cuando tiene ganas, sin embargo todo trapito es desechable y en otras ocasiones reutilizable, sin duda pertenecía a la segunda categoria.
Con los ojos llorosos, la respiración entrecortada y la ropa rasgada continuaba luchando por su escape, sin embargo a lo lejos podía escuchar voces, de aquellos hombres, burlándose de ella y tomando el acto como un juego de rebeldía. Buscaba un sitio para esconderse y pasar parte de la noche. Sin embargo era tan difícil encontrar uno.
-¡Regresa aquí cachorrita!- grito uno de los hombres. -¡Debes ser obediente!-
Ella aguardo silencio, en un pequeño escondite detrás de un tronco viejo tirado con hojas al rededor, la poca visibilidad le era un obstáculo no podía distinguir que tan cerca o qué tan lejos estaban esos hombres. En su ignorancia creía estar a salvo, los hombres aún no la encontraban... Sin embargo... El otoño la traicionó y aquella rama que se rompió contra su peso la puso en evidencia. Uno de los hombres escucho la dirección del crugido y supo dónde podía estar la chica intentando resguardarse, ella se dió prisa para alejarse a hurtadillas nuevamente, pero su fagilidad le impidió alejarse del peligro.
-¡Te encontré, cachorrita!- apretando su brazo la hizo levantarse de la tierra.
-¡No me hagas daño, por favor!- quejándose del dolor y un rostro mortificado. -No he hecho nada malo.
El hombre ignoro su súplica y decidió gritarle a sus compañeros. -¡Aquí está la cachorrita!
Los maleantes corrieron hacia su dirección y seguir con la tortura. -¿Quién será el primero?- pregunto el líder de la banda.-¿Para qué?-Cuestiono el enano y más bobo del grupo.
-¡Vaya que eres un imbécil! Es obvio que estoy diciendo que quien será el primero en cogerse a esta perra.
-El sacerdote Chesire dijo que no podíamos tocarla. Ya que puede quedar embarazada.
-¿Ves algún lado al cabron aquél?- reprochó el tercer hombre. ¡Mira a tu al rededor! No está aquí. Además la hermosa princesa tiene otro lugar donde desflorar- se acercó a la chica y levantó su vestido para darle un golpe en los glúteos mientas le susurraba al oído. -Tal vez nunca te lo han hecho así y te puede gustar mucho.No podía entender por qué representaba una ganancia, sabiendo que ya no era virgen desde hace mucho tiempo, y una mujer impura ya no tenía valor alguno. Sin embargo su belleza la convertía en perfecta. Esos hombres para calmar su asqueroso libido querían ultrajar su cuerpo de manera rectal ya que si quedaba embarazada, ellos perderían la vida. Uno de ellos buscaba la manera de ponerla en cuatro sin soltarla pero la muchachita se defendió liberando su cuerpo, busco una rama y una vez atacó a uno de sus agresores por la espalda, a pesar de las consecuencias, el otro hombre observaba mientras hacía maniobras masturbándose mirando una escena tan soez.
-¡Eres una maldita perra!- el tercer hombre le dio jalones de greñas, hasta que logro agarrar su rostro y la golpeó haciéndola caer por causa del impacto por desgracia su cabeza choco contra el tronco de un árbol que la dejó semi inconsciente. A uno de ellos su lujuria no había cesado, al contrario y sin dudarlo decidió descargarlo contra la joven, mientras que los otros asustados quedaron petificados por la escena, pues le temian al sacerdote y sabian que les iría de la chingada si este se enteraba. Mientas el asqueroso hombre profanaba el cuerpo de la mujer.Ella quería gritar y pedir auxilio pero no había quién la escuchará y además el golpe la dejo bastante torpe para articular palabras. Y los intentos de lucha serían en vano. Sólo le esperaba la muerte. Y la perversidad la consumía. El moreno ya había roto su sencillo vestido, apretando su pesado cuerpo contra el de la chica para evitar que se escapara, mientras que con la otra mano estrujaba sus pechos brutalmente, inundando su desesperación y miedo. La pobre chica cerró los ojos esperando la llegada de la muerte, cuando de un momento a otro su agarre se había aflojado, aquella prisión y fuertes brazos dejaron de ultrajarla y sintió escurrir algo cálido por su rostro y parte del pecho. Ella se animó a abrir los ojos. A sus pies miró la cabeza de su captor separada del cuerpo del hombre. Abriendo los ojos de par en par, esta vez su garganta se abrió y pudo dar un grito, dejando en alerta a los demás hombres.
Y ahí estaba él... Inerte y firme, con una mirada fría, soberbia y claramente molesta, el gran sacerdote Chesire Borgia estaba ante los ojos de la chica dejándola aún más anodadada, parecía totalmente irreal, que la chica no podía creerlo, haciéndole pensar que era una alucinación. «Tal vez lo último que quería ver en esta vida, era al hombre que amaba» al parecer el deseo se había cumplido
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Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)
Teen FictionLas fantasías sexuales son bellas... Pero se convierten en pecado si las provoca un sacerdote.