M A R T E S 13
Un martes 13 Chesire visito una cantina, estresado y frustrado, llevaba días con mucho trabajo, buscaba relajarse, no hay mejor terapia de antiestrés que una bebida alcohólica. Desgraciadamente en el Vaticano no había botellas de vino de consagración, era tiempo de semana santa y por esas fechas se agota. Desesperado decidió disfrazarse de civil
Por la noche hay cantinas que ofrecen servicio todo el tiempo. Espero a que llegara la noche e hizo su cometido, en el establo busco a su fiel compañero Chase de pura sangre y lo monto.
El caballo tomo velocidad en una enorme carrera y era libre como el viento, sus crines se meseaban brindando el mejor espectáculo. El sacerdote se sentía libre cada vez que hacía de las suyas, sintiendo el frío en sus mejillas y el baho saliendo de su boca, la respiración agitada y el ritmo de dos corazones se deleitaban de la adrenalina. Cruzo un enorme sendero de pinos y árboles.
Llegó al lugar que buscaba, abrió las persianas de vaivén y entro al lugar estaba casi vacío. A excepción de un anciano, dos caballeros, y una mujer, bartender.
—¡Hola!— dice la mujer entusiasmada, como si esperara su presencia. —¿Qué le sirvo al caballero?
Chesire la miro sin mucho interés.
—¡Quiero una botella de vino, de la mejor que tengas!— tomó asiento y se recargo sobre una barra de madera. En frente él había una mujer lo observa con curiosidad y asombro, llevaba un vestido rojo de esos que las putas usan para el beneficio económico.
El sacerdote agito los dedos desesperado
—¿Acaso no tienen?La mujer le devolvió una sonrisa burlesca.
—¡Por supuesto que tenemos cariño, pero te cuesta cinco de oro! No sé si puedas pagarlo.Chesire le sonrió con picardía y del bolsillo escondido en su vestimenta saco el dinero para entregarla a la bartender.
Miró el dinero sorprendida, había vendido el vino más caro de lo habitual, sin duda era un noble de alto nivel.
La mujer deseaba salir del chiquero donde vivía y trabajaba era una oportunidad única que rara la vez se presenta a cada persona.—¿Qué lo trae aquí a esta hora?— pregunta con voz seductora.
Chesire sin mucho interés decidió ignorarla, la mujer no es fea o que no fuera de su agrado, simplemente hoy sólo quiere beber hasta quedar embriagado.
—¿Qué sucede? ¿Acaso estás molesto?
—No, sólo quiero estar sólo y no quiero que una puta me rondee e invada mi espacio.
Por supuesto que una respuesta tan mala no la iba a detener para intentar inmiscuirse con el hombre, no era la primera vez que lo hacía, simplemente no tenía la fortuna de lograrlo. Se supone que el alcohol vuelve estúpidos a los hombres, pero había excepciones, el impulso de marcharse la obliga a poner un lado el orgullo y la dignidad.
—No seas así de orgulloso— sigilosamente acaricio la mano del sacerdote. —Nadie merece estar sólo por mucho que lo desee...
El sacerdote apartó la mano y la observó con desdén, en su rostro se dibujo un mohín.
—¿Qué es lo que buscas? ¿Sexo, dinero, diversión o simplemente joder mi espacio?—¿No te gustaría la compañía de una linda dama?
Chesire la examinó con detenimiento con la mirada barriendo el pecho y el rostro, pues era lo único que podía verse desde su sitio, lo demás se ocultaba detrás de la barra.
—¿Una mujer que trabaja en esta taberna se puede considerar dama? No es más que una simple puta.
Chesire se apresuraba a tomar el vino, cada vez se sentía más irritado, deseaba echar a la mujer y aventarla a lo lejos para no mirar su rostro con exceso de máquina o quizás golpearla para que haga juego con su atuendo pero debía mantenerse a raya, nadie debía saber que está ahí, en ese sitio prohibido, asi que trataba de controlar sus emociones. Sin embargo si mente se asemeja más a clavarle la espada en la garganta. Chesire cansado de tanta insistencia decidió preguntar por otra ocasión—¿Qué debo hacer para que te alejes definitivamente?
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Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)
Roman pour AdolescentsLas fantasías sexuales son bellas... Pero se convierten en pecado si las provoca un sacerdote.