Escrito #2

198 1 0
                                    

H U Y É D E A Q U Í

Aquella tentación al sacerdote lo hará caer en la perdición, tan dulce como el fruto prohibido.

Rosa María es la pueblerina más bella de toda la ciudad de Catalina, posee un cuerpo de la diosa Afrodita, sus mejillas rosadas, sus ojos son como dos hermosas gemas de esmeralda, el cabello rojo como las gotas de sangre, labios carnosos, mirada angelical, una divinidad terrenal que todo hombre quiere proclamar como suya.

El sacerdote Chesire Borgia es uno de tantos, ha deseado a esa mujer desde que la vio por primera vez en la misa de sábado de gloria. Se había sentado hasta enfrente en aquella ocasión y cuando aquellos ojos turquesa se cruzaron con los ojiverdes todo su mundo se fue al carajo. Fue amor a primera vista, no mejor dicho obsesión a primera vista. Cada domingo la esperaba sin falta. En ocasiones no podía concentrarse en el sermón parroquial, y por las noches tocaba su cuerpo, imaginando a la chica poseyendo su bendito cuerpo.
Se había vuelto en una necesidad básica. Pero no podía ponerse en evidencia.
Así que decidió lidiar con un plan...
Disfrazarse de civil, perseguir a la chica y posteriormente secuestrarla y así proclamarla como suya. Y así el 22 de febrero del año en curso hizo posible su idea maquiavélica y tomó forma...

—¡Rossy, ven acá de inmediato! Le gritó su madre desde el comedor.

La jovencita de tan sólo 27 años, se dirigió a su llamado caminando a paso firme.

—¿Ocurre algo?— desconcertada por el acontecimiento. —He hecho todas mis tareas y no desperdicie mi tiempo— dijo bajando la mirada, temblando por un posible regaño.

Su madre es reacia y dura con ella, no por querer serlo sino por ser la hija mayor quién protege a sus hermanos cuando su madre no está en casa ya que su tiempo libre es casi limitado, trabaja con una familia noble de alto renombre pero excesivamente abusiva. Es por ello que Rossy tuvo que madurar desde una edad temprana.

Sin embargo esa tarde del 22 de febrero, mamá Gude, cómo suele llamarla, tenía 3 días de descanso, algo sorpresivo ya que solo posee 2 días de descanso al año. Ese día adicional decidió aprovecharlo para hacer pays de manzana, unos eran para vender, necesitaban dinero para medicinas y comida otros eran obsequios para la abuela Lola y conocidos.

—¡Ándale muchacha! Necesito que vayas con urgencia a vender estos pays y visites a tu abuela— le entrego un canasto lleno de pan.

La muchachita recibió el mandado, no sín antes mirar por la ventana.

—¿A está hora quiere que asista madre? Ya es tarde además se ve que lloverá, las nubes son espesas y oscuras. Seguramente me mojare a la mitad del camino y además cuando los termine de entregar ya será noche.

—¡No hay problema, te quedas a dormir a casa de tu abuela y mañana temprano regresas!

Su madre a jalones la lleva rumbo a la puerta, con un mohin en el rostro Rossy salió de su casa, cansada cubrió su cuerpo con una capa de color rojo y se colocó el gorro en la cabeza. Miraba a su al rededor, el impulso de terminar pronto le provocó a acelerar el paso. No obstante ella sentía una mirada penetrante que la observaba muy de cerca, en ese largo sendero de pinos y tierra húmeda.

Camino con prisa y optó por usar atajos para llegar más rápido y poder safarce de aquella mirada que la acecha.

Gotas de lluvia empezaron a caer, Rossy levantó la mirada y ligeras gotas se resbalaban por su rostro fino.

«¡Ay no!», pensó. «Debo seguir mi camino».

Contemplo a su al rededor y esa mirada había desaparecido, respiró aliviada y continuo su camino, y decidió confiarse de su instinto. No obstante su confianza desapareció, cuando la mirada turquesa que la acechabs se materializó de frente suyo. Un hombre encapuchado de aspecto sombrío la contemplaba. —Hola— le dijo con una voz mordaz.

Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora