L A A M A N T E D E C H E S I R E
Chesire había cambiado de atuendo en la fiesta ahora iba disfrazado con una máscara veneciana en el rostro que cubría su identidad. Nadie debía saber que tendría un encuentro casual con su amante, una mujer de alta alcurnia quién protestaba por la infidelidad pero a escondidas se veía con un sacerdote.
Es una madrugada cansada, más que de costumbre era agotador lidiar con la gente en especial si eres el anfitrión. Detestaba ser responsable de tal acontecimiento y hacerse cargo de todo para que el Vaticano no saliera perjudicado y sus opciones eran reducidas para que alguien de confianza ocupe su sitio, cuidando cada secreto, cada vicio, cada pecado de los invitados. De camino hacia los pasadizos secretos se aflojó la capa del disfraz con pasos firmes bajaba los escalones, causando algo de mareo por la forma de espiral que posee. Se dió prisa y llegó hasta el fondo, colocándose de frente apretó un botón y la pared se abrió, dando en descubierto un cuarto secreto y dentro de él estaba una mujer, esperando pacientemente su llegada.
-¡Bienvenido, su santidad!- se aproximó a él y beso el anillo que llevaba en el dedo. -Creí que no vendría, llevo bastante tiempo esperándolo.
-Conoces la rutina de estas fiestas...
Chesire la conocía perfectamente bien, no sólo de su cuerpo, la forma en como actuaba desenfrenadamente y muy alocada. Había veces que lo sacaba de quicio, su desobediencia y altanería o la manera en como arriesgaba la reputación de ambos, no ayudaban en lo absoluto el deseo de cometer pecado de lujuria, mandar a la mierda las restricciones que la sociedad sucia y descarada impone. Ambos se habían sumergido en sus instintos sin importar las consecuencias. Mirándose con gestos despreocupados mutuamente sintiendo la complicidad en marcha.
-¿Puedo ayudarte a relajar el estrés que llevas cargando desde toda la semana? Con el clérigo y los sermones religiosos.
Chesire frunce el ceño al recibí semejante propuesta tan mordaz.
-¡Eres demasiado descargada! ¿A qué estás jugando esta noche?
El ambiente que los rodeaba se ponía serio y algo tenso.
Ella dió una carcajada emitiendo el eco de la fría y solitaria habitación. -¿Jugar? Para nada su santidad, pero debo admitir que muero por hacerlo...
Escuchar esa voz tan sensual lo exitaba con cierta facilidad
La mujer clavo la mirada en la parte baja de su acompañante que tomaba una rigidez inusual por una simple y estúpida insinuación en doble sentido. Chesire se tomó el tiempo para analizarla. Su apariencia tan linda y coqueta con ese vestido entallado de color negro. Dejando al descubierto la linea entre sus pechos. Aquella mirada celeste contemplativa se deleitaba concentrado.
-No me mires de esa forma, me provoca nerviosismo- clavando una sonrisa nerviosa pero a la vez deseaba manifestar su cuerpo estoico.
Chesire se burló. -Me alegra que aún sigo poniéndote insegura y no puedas evitar tu desasosiego, esa cara te delata completamente. La distancia que los acercaba se fue acortando y el sacerdote terminó colocándose de frente de la mujer y clavó sus labios feroces en ella.
-¡Relájate un poco, no planeo quedarme aquí toda la noche, a menos que tú me lo pidas y yo tenga posibilidades de hacerlo- habló con tono meloso y volvió a besarla. -Intento crear mi obra de caridad de esta noche.
-A veces se me olvida que estamos totalmente locos... Tú, un sacerdote fingiendo pulcritud y yo una aristócrata fingiendo desencia, qué almas tan desafortunadas somos.
-Ya es demasiado tarde para juzgar nuestro pecado, ambos somos almas descarreadas, no podemos dejarnos, ya que dependemos uno del otro para calmar esta locura.
ESTÁS LEYENDO
Los pecados de Chesire (Relatos Eróticos)
Teen FictionLas fantasías sexuales son bellas... Pero se convierten en pecado si las provoca un sacerdote.