Say you won't let go ✔

07

Arthur se ha quedado conmigo esta noche, se ha ido temprano e igualmente me ha avisado, eso es algo que me ha gustado mucho que haga, le he dejado saber que iré después a la estación de trenes para despedirme bien.

Ahora, son las diez y le pido a Thomas que me deje diez minutos libres, él casi resoplando me deja ir, no tardo el tiempo para ir rápidamente a la estación.

Al subir las escaleras de la estación me encuentro con una mujer corriendo para otro lado, con su hijo agarrado de la mano, desconfiada y esperándome lo peor, busco mi pistola en mi bolso, sin sacarla.

Al llegar a la esquina, me encuentro con el jodido padre de los Shelby's empujando a mi hombre a la pared, agarrándolo de la camisa y murmurandole a saber qué.

Ni siquiera me detengo a pensar en lo que hago, la rabia se acumula en mi interior al ver a Arthur así y lo primero que se me pasa por la cabeza es sacar mi pistola para apuntar al mayor.

—Suéltalo, pedazo de mierda. —alzo mi voz aún que esta me tiemble por el momento, ambos hombres me miran.

—Vete de aquí, Rubí. —habla Arthur, en un regaño.

Lo ignoro:— He dicho que lo sueltes, ya. —ordeno, esta vez más sonando mas imponente.

Su padre lo suelta, dando pasos hacía atrás con las dos manos en alta, sin apartar ahora su mirada de mí, no bajo ni la mirada, ni el arma.

—Ahora vete a la puta mierda. —señalo el tren con la cabeza, el hombre mira a Arthur unos segundos antes de caminar al tren.

Una vez se pierde de nuestras vistas bajo el arma, suspirando, me doy cuenta de que mi mano derecha empieza a temblar y ni siquiera entiendo el por qué. No le doy importancia en este momento, miro a Arthur, guardando la pistola en mi bolso.

—¿Estás bien? —pregunto, casi susurrando mientras me acerco a él.

No, él no estaba bien pero de seguro no me lo iba a decir.

—¿Tu estás bien? —cuestiona de vuelta— He visto como te tiembla la mano del arma. —confiesa.

—Estoy bien si tú lo estás.

—Vamos, Tommy seguro te esté buscando. —me cambia de tema.

Me agarro de su brazo antes de empezar a andar hacía la casa de apuestas, Arthur se queda en el pub, diciéndome que después se pasará por mi casa para estar juntos un rato.

+

Más tarde, cuando ya estoy llegando a mi casa, en vez de encontrarme esta vez con Arthur, me veo a mi madre, soltando el humo de su cigarrillo. Las ganas de dar media vuelta e irme con Ada un rato me inunden, pero ella me ve, y no tengo de otra que acercarme y dar la cara.

—Mamá, ¿qué haces aquí? —pregunto al estar frente a ella.

¿Debería de seguir llamando 'mamá' a la misma persona que me iba a dar con el hombre que me violó? Mi corazón se estruje al recordar de nuevo el por qué de todo mi drama con mi familia, odiándo a mis padres.

—Cariño, —ella se apresura a acercarse pero yo doy un paso atrás, sin querer que me toque.

—¿Qué quieres? —vuelvo a repetir, demandate.

¿Ella me pedirá perdón por todo esto?

—Necesitamos hablar, vamos a casa y... —la interrumpo, negando con la cabeza.

—Yo estoy en mi casa.

—¿¡Rubí!? —la voz varonil de Arthur se escucha unos metros atrás mío, me doy la vuelta para verlo acercase a nosotras.

No me atrevo a mirar a mi madre en el recorrido de Arthur, hasta que se encuentra a mi lado y en frente de ella, le da un asentimiento de cabeza, con una mano en su boina. Ella rueda los ojos y eso hierve mi sangre.

—No sabía que estabas con tu madre. —dice él, sin apartar su mirada de la suya.

—Ha venido de sorpresa, pero ya se iba, ¿verdad, madre? —ella niega con la cabeza, suspiro de agotamiento con ella y Arthur pasa una mano suya por mi espalda baja, acercándome a su lado.

Abro la puerta de casa, ellos dos pasando detrás de mi, antes de cerrar la puerta he visto la intención de Arthur de dejarme a solas con ella, pero con la mirada que le he dado, ha tenido suficiente.

—¿Cuando vas a volver a casa? Tu padre y yo estamos preocupados por ti, Rubí. —alzo mis cejas con diversión, una sonrisa llena de rabia saliendo de mis labios.

Esto tiene que ser una jodida broma.

—No voy a volver. —contesto.

Ella se sienta en una silla, Arthur y yo imitamos su acción, pero estando frente a ella.

—¿Por qué? ¿Por qué estás con... esté? —ella bufa, hablando con las manos, yo agarro la mano de Arthur, entrelazando con la mía— El hombre que conseguimos tu padre y yo es mucho mejor para ti, además, ya lo conoces.

Y mi calma se esfuma en este justo momento, cuando le esta diciendo al hombre que quiero que no es nada comparado con la pequeña mierda del otro.

—¡El hombre ese, eh, él que tu jodido marido y tú —la señalo con agresividad, mi voz subiendo de tono— conseguisteis para mí es un maldito perro! ¡Y tú lo sabes, joder!

—Relájate, por Dios, Rubí. —habla ella, casi abochornada.

Me levanto de la silla, acercándome a ella y olvidándome de que Arthur está aquí, con nosotras.

—Eres una madre de mierda, —le susurro en la cara— ibas a dar a tu única jodida hija con el hombre que la violó. —sigo hablando, ella no se inmuta pero yo ya siento a Arthur detrás mío, su mano agarrando mi brazo— Espero que te pudras en la maldita mierda con tu jodido marido, y que, cuando no quieras follar con él, te viole, como el mierda hombre ese abuso de mí. ¿Eso te gustaría, madre? ¿Te gustaría que mi jodido padre te diera por el coño sin tu jodido consentimiento? ¿Mhm?

—Rubí...

No la dejo hablar, el agarre de Arthur se hace un poco más fuerte y creo que me susurra algo, pero no lo escucho, no escucho a ninguno de ellos dos.

—¿Te gusta la idea de dar a tu puta hija con su violador? ¿Eh? ¿Qué coño te pasa por la puta cabeza de jodida mierda que llevas?

Cierro mi boca por unos segundos, y cuando veo que no me va a contestar, la agarro del brazo con fuerza y la levanto para arriba, sus ojos están llenos de lágrimas pero me da igual.

—Ahora, quiero que te olvides de mí, que le digas al jodido aquel que se lo follen, y a tu marido y a tí espero que os pudrais en el maldito infiierno.

La empujo hacia la puerta, ella no contesta y yo tomo una respiración profunda cuando la veo cruzar la puerta y cerrar tras ella.