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Observo cuando Tommy, con la mirada, me dice quién es el agente al que me tengo que llevar, segundos después, él se agacha, dejando con disimulo un papelito en el suelo, yo lo agarro cuando él va hacía delante, haciendo como que me ajusto el broche del tacón.

Al final quedé con Tommy para que cuando lo llevará a aquella parte a solas, él estuviera ya allí, porque era obvio que un agente no iba a dejar su puesto a no ser que una mujer se le entregara en la cara, Arthur aún eso no lo sabe pero después se lo diría.

Me detengo detrás del agente, toco su hombro y él se da la media vuelta para verme, al ser más alto que yo lo miro sobre mis pestañas con una pequeña sonrisa.

—¿Tiene algún problema, señorita? —pregunta, cuando su miradae recorre de abajo hacia arriba sé que ya puedo hacer un algún movimiento.

—En realidad... —poso una mano en su pecho, mis ojos dándose cuenta que Arthur está mirando en nuestra dirección, sus puños están cerrados con fuerza y veo su intención de acercarse, pero John también se percata y le agarra de la muñeca— ¿crees que puedas venir conmigo? —pregunto con suavidad, mis dedos haciendo unos pequeños círculos en su hombro— Podría enseñarte cual es mi problema.

Es entonces cuando los ojos de ese hombre brillan, captando la mierda de indirecta que le he tirado.

—Tendrá que ser rápido, cariño. —dice, agarro su mano, haciendo que me siga al empezar yo a caminar.

—Eso depende de tus capacidades. —le murmuro, una sonrisa saliendo de sus labios.

Llegamos a los establos, donde no hay nadie porque la carrera ya va a empezar, me meto con aquel hombre en el tercer cubículo.

Mi respiración se empieza a descontrolar cuando no veo a Tommy aquí, como habíamos acordado. El agente me apoya contra la pared de maderas, queriendo besar mis labios pero consigo esquivarlo.

—Un... Un momento. —digo pero es inútil.

El tipo me agarra de la mandíbula, obligándome a ajuntar mis labios con los suyos, intento luchar con él pero imposible, me agarra con fuerza. Es cuando siento sus manos por encima de mi vestido que empiezo a buscar el arma en mi bolso.

—Eres una pedazo de zorra, ¿no es así? —susurra, su lengua pasa por mi mejilla, lamiéndome.

Jodida mierda, esto no me iba a pasar de nuevo.

Encuentro el revolver en mi bolso, no dudo ni un segundo en sacarlo, poner la boca del arma en su pecho y apretar el gatillo. El sonido me hace temblar, me alejo un poco del hombre, viendo el cuerpo caer al suelo, miro mis manos ahora llenas de sangre, mi ropa también sucia.

Salgo del cubículo, justo cuando Tommy entra en el establo, mis ojos están llorosos y él mira por unos segundos al tipo en el suelo, cubierto de un charco de sangre.

—Y-yo... —empiezo a tartamudear, sin saber que decir o como reaccionar.

Thomas se apresura a quedar frente a mí, sus manos ahuecan mi rostro y me hace mirarlo a los ojos.

—Escuchame Rubí, no pasa nada. —dice, intenta tranquilizarme pero él está ahora más nervioso que yo— No pasa nada. —repite y yo empiezo a asentir con la cabeza— Tienes que irte ahora de aquí, vete ya a casa.

Escuchamos pasos acercarse, ambos miramos en la dirección de los pasos para ver a un Arthur apurado, limpio una lágrima traicionera, ahora él mira todo el escenario.

—Arthur, llévatela. —le ordena, Arthur se acerca a mí, sus manos en mis hombros— Liampiale la sangre, ve a casa con ella pero, vete ya de aquí, joder.

No le hace falta ni contestar, sus manos tiran de mis hombros para que me mueva y yo miro por última vez al hombre en el suelo. Cuando salimos del establo, Arthur se quita su cazadora, pasándola por encima de mis hombros, yo la agarro para que no se me vaya cayendo por el camino al coche.

+

Llegamos a mi casa, Arthur cierra tras él y yo, sin aguantar un segundo más este nudo en la garganta, me permito romper a llorar, sollozando. Los brazos de mi hombre no tardan en envolverme en un abrazo, sus pulgares limpiando las lágrimas acumuladas en mis mejillas, sus labios dejando un beso en mi frente con cariño, suavidad. Todo lo que necesitaba en ese momento.

—Rubí cariño, —él musita, su tono de voz dulce, melosa— vamos a la bañera. —sus manos apartan su chaqueta de mi cuerpo y yo contemplo la sangre en mi vestido beige.

—Lo he matado, Arthur. —me lamento, Arthur deja un beso en mi mejilla, asintiendo con la cabeza.

—Se lo merecía, amor. —intenta tranquilizarme, guiándome al baño.

—Le he quitado la vida a un hombre. —digo, sin poder creerme lo que había hecho hace menos de media hora.

Arthur abre el grifo y me prepara el baño, mientras yo solo me puedo quedar mirando estática lo que hace por mí, mi mente en el momento en el que he apretado el gatillo, en como la sangre ha salido rápidamente de su cuerpo y me ha manchado las manos, el vestido...

—Ven aquí.

Arthur, por primera vez desde que nos conocimos, me pide algo con tono de 'por favor' y no con el tono de una demanda, una orden.

Él empieza a quitarme la ropa con cuidado, mientras sus labios solo sueltan palabras para hacerme sentir mejor, alentándome.

Me meto en el agua con su ayuda y ni siquiera me doy cuenta cuando empiezo a llorar de nuevo, esta vez en silencio.

—Amor, —él murmura, pasando la esponja por mi cuerpo— tenías que hacerlo. —dice, lo miro a los ojos, me pide mis manos en silencio y yo las extiendo— Eras tú o él. —sus labios dejando un beso en mi dorso después de que pasa la esponja por ellas.

Say you won't let go  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora