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Son las once de la noche, estoy a punto de irme a dormir cuando los toques de la puerta interrumpen mi intento de ponerme cómoda en la cama. Bufando, me levanto de la cama y voy a abrir la puerta de casa, no es otra persona que mi Arthur, él entra, cerrando la puertas tras de si.

—¿Te quedas a dormir? —le pregunto, dejando un beso en sus labios antes de como siquiera quitarse la gabardina— No puedo ponerme cómoda en la cama, —le digo, ahora dejando que se ponga cómodo— creo que me he acostumbrado a dormir contigo. —suspiro.

—Eso es jodidamente bueno. —dice sonriendo, su mirada me hace saber que eso le encanta.

—¿Has cenado? Puedo hacerte algo. —él asiente con la cabeza.

Arthur se sienta en la silla de la mesa y yo voy a la cocina, cuando enchego el fuego escucho música desde el salón, segundos después Arthur entra en la cocina con una pequeña sonrisa.

—Estoy cansado pero, ¿quieres bailar conmigo?

Pongo el fuego lento, antes de acercarme a él y poner mis manos en su pecho, él deja las suyas en mis caderas, acercándome a su cuerpo.

—Mañana me iré a Londres, —me cuenta, segundos después— no voy sólo, iré con los chicos para un hacer un trato con un judío.

—¿Cuando vuelves? —pregunto sin apartarme de él.

—Dos, tres días, como mucho.

—No te metas en muchos líos, Arthur. —le advierto, él se ríe y yo siento su pecho vibrar.

—Lo intentaré, amor. —dice, dejando un beso en mi coronilla.

Me separo de él cuando me acuerdo de la comida, le doy la vuelta y vuelvo con el amor de mi vida, él se balancea de derecha a izquierda conmigo entre sus brazos.

Quiero bailar contigo toda la noche, Rubí.

Say you won't let go  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora