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Llego a la casa de apuestas, sólo para ver a Arthur sentado en una silla con una chica rubia limpiando sus heridas. Polly, Thomas, John y Michael me miran al escucharme entrar, pero yo no me detengo hasta llegar donde la chica y echarla a un lado, porque ella ni siquiera es una jodida enferma para estar curando sus heridas.

Él tiene sangre en la nariz, mejilla izquierda y en sus putos nudillos, mi sangre hierve al pensar que otra vez esta jugando a eso de las jodidas peleas clandestinas. No me gusta y se lo dejé saber la primera vez que jugó, esta vez es la tercera que juega dándole igual las mierdas que le digo.

—¿Otra maldita pelea, Arthur? —pregunto, cegada de la ira ahora.

La chica rubia pone su mano en mi hombro, queriendo apartarme de él, me giro hacia ella de golpe, sin saber quien coño es ella.

—¿Qué cojones quieres tú? —cuestiono a malas, ella me da una sonrisa. Una maldita sonrisa.

—Soy Linda, estaba ayudando a-

—Me importa una mierda a quien estabas ayudando, puedes coger tus cositas e irte a la jodida mierda.

—Rubí, relájate... —la voz de Arthur me hace mirarlo, tiene un trapo en su nariz, limpiándose el sangrado de esa zona.

¿Qué me relaje? ¿Cómo se suponía que tenía que relajarme si él no paraba de llegar a casa con heridas?

Intento tranquilizarme, todo se queda en silencio unos segundos, hasta que la rubia vuelve a hablar:— He sido yo la que ha estado curando las heridas de Arthur, —me cuenta, haciendo que la mire de nuevo— de nada.

¿Arthur iba a ella para curar sus heridas? De repente es como si me callera un cubo de agua fría, me quedo muda, mirando a Linda por unos segundos de más. ¿Por qué Arthur iría a ella sabiendo que tengo prácticas como una puta enfermera?

—Rubí, —me llama Arthur pero no lo miro— Rubí, no es como piensas. —habla él, sabiendo bien lo que pasa por mi mente.

Y por más que quiera creer que, a lo mejor soy yo la que está mal pensando las cosas, no puedo, algo en mi me dice que no crea lo que él dice.

No me quedo más tiempo ahí, sin querer montarle un lío a Arthur delante de todos, prefiero irme a casa, y que cuando él llegue discutir con él.

—Os vais todos a la puñetera mierda. —digo, antes de irme de ahí.

Nada más salir de ahí, me encuentro con el hombre de la cicatriz en la mejilla, casi chocandome con su pecho, él se aparta al verme.

—Oh, la señorita Shelby, ¿como... —lo interrumpo.

—Tu también vete a la mierda. —le digo, dejándolo bastante confundido.

—Ollie, ¿ella me acaba de enviar a la mierda? —escucho que le pregunta a su compañero.

+

Ayer me quedé durmiendo en el sofá, esperando a Arthur para hablar de las cosas, para su suerte no llego. Hoy, cuando me despierto, lo veo a él durmiendo, en el sillón que esta a mi lado, se ve bastante incómodo, la botella de alcohol que está a su lado sólo hace que mi enfado vuelva.

Le pego una patada al sillón, Arthur se levanta de golpe, desorientado, cuando me ve a mi vuelve a cerrar los ojos.

—Vete de aquí, Arthur. —lo echo, sus cejas se hunden pero no abre los ojos— Vete a dormir con la jodida Linda porque yo no te quiero aquí.

—¿Eso es una jodida broma? —cuestiona, con una aparente tranquilidad que a mi solo me saca de quicio.

—¿Es lo tuyo una broma? —le pregunto de vuelta, él abre los ojos por fin y me mira— Que putas peleas, que si vienes borracho a casa casi cada noche, y ahora, se aparece una jodida mujer que me dice que cura tus heridas, ¿es eso una puta broma, Arthur? —mi voz se va elevando poco a poco, estoy perdiendo toda tranquilidad que quiero tener para hablar de esto pero, no puedo.

—Linda no tiene nada que ver en esto, Rubí.

—¡Dios mío, ¿¡ahora ella no tiene nada que ver!?  ¡Vas a por ella, joder! —mi voz se rompe, dándome cuenta de que aún que suene insegura, sé que hay algo mal aquí.

Arthur se levanta de la silla, quedando a mi altura:— Rubí, es que, ella me cura las heridas.

Mis ojos no tardan en llenarse de lágrimas, esa mierda puedo hacerlo yo y él lo sabe. Sabe que por muy enfada que esté con él siempre voy a estar para cuidarlo, para curar sus malditas heridas.

—Pues vete con ella, entonces.

—¿Qué? Yo me quedo aquí, contigo.

—Vete, Arthur. —finalizo, para no llevar esto a otro nivel— Vete de mi jodida casa porque estoy harta de como te comportas. Yo no quiero un jodido hombre que no entienda que a su puñetera mujer le duela ver como viene con putas heridas, que encima le cura otra. —lo empujo, sintiendo mis mejillas mojadas por las lágrimas— Vete con ella y que te aguante como yo lo hago, venga, —lo empujo de nuevo, mi corazón duele hasta dejarme sin fuerzas, el nudo en la garganta doliéndome— vete con la jodida Linda.

Doy unos pasos atrás, buscando su cazadora, cuando la encuentro la agarro y se la entrego:— Te estás pasando Rubí, tu sabes que yo no tengo nada con esa mujer, lo sabes. —habla Arthur, agarrando la chaqueta.

—No lo sé, Arthur, porque parece que no te importa nada de lo que te digo, parece que todo esto te de igual.

Él vuelve a dejar la cazadora a un lado, agarrándome por lo hombros:— ¿Qué es lo que quieres de mi, mhm? ¿Qué hago para dejarte saber lo mucho que te amo, Rubí? Porque yo no me pienso ir de tu lado por esto, no puedo dejarte.

—Vámonos de aquí, vámonos a vivir a otro sitio, apartados de toda esta mierda que sólo nos trae problemas. —le contesto lo que había estado pensando desde hace unos días.

Como diría Fermín: ha habido un giro dramático de los acontecimientos.

Say you won't let go  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora