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Advertencia: +18
Nota: provecho

—Suéltame. —murmuro, mi pecho subiendo y bajando por mi respiración agitada.

—Dime que mierda quieres, Rubí, porque estoy conteniendo toda mi jodida paciencia.

¿Acaso Arthur Shelby tiene siquiera paciencia?

—Quiero que dejes de comportarte como un maldito gilipollas. —intento de nuevo soltarme pero no puedo.

—¿No eres tú la que no me hace ni puto caso cuando le digo que no me gusta que esté tan cerca de Michael?  —mi respiración se vuelve a agitar cuando siento sus labios rozando mi mejilla, subiendo hasta susurrar en mi oído, su tonl de voz erizandome la piel.

—Es tu jodido primo, Arthur. —digo, mi voz algo entre cortada.

Él no responde, su rodilla se mete entre mis piernas, sus labios ahora dejando pequeños besos en mi mandíbula y bajando. Suspiro cuando su rodilla toca mis bragas, gracias a el vestido que llevo.

—¿Qué has dicho antes? —cuestiona— ¿Quién cojones quieres que te folle, mhm?

—Déjame tocarte, Arthur. —gimo, batallando para que deje mis muñecas sueltas.

Arthur de repente deja de tocarme, sus manos agarran mi caderas y me hacen subirme a su cintura, envolviendo mis piernas en ella, su boca encuentra la mía y no deja la mía en ningún momento, sus manos ahora tocando mi culo con descaro. Llegamos a la cama y él me deja recostada.

—Las manos las quiero quietas, ¿si? —asiento con la cabeza, obedeciendo— Muy bien, amor.

Sus manos llegan al final de mi vestido, observo sus movimientos, él estira mi vestido para arriba hasta dejarlo en mi cintura, baja mis bragas y yo me siento desvanecer, queriendo que me toque ya.

Siento su pulgar presionar mi clítoris, inhalo bruscamente, abriendo mi boca por el contacto, su pulgar empieza a hacer pequeños círculos sobre mi protuberancia, haciéndome jadear.

—Tan jodidamente hermosa... —murmura con brusquedad, antes de sentir su nariz presionar donde estaba su pulgar.

Empiezo a sentir un calor incesante en mis mejillas, estómago, y básicamente, por todo mi cuerpo.

No puedo contestar, la boca de Arthur en mi centro haciendo que suelte un gemido, él lame la humedad que se había acumulado allí.

—Dime, Rubí... —habla entre lamidas y chupadas— ¿Michael te va a hacer sentir mejor que yo?

Ni siquiera puedo hablar por lo extasiada que estoy, asi que, cuando Arthur se detiene, alejándose un poco para poder mirarme a los ojos, mis ojos se llenan de lágrimas.

—Responde la puta pregunta. —demanda.

—No, no. —niego rápidamente— Solo tu puedes sentir así, Arthur... Por favor. —casi ruego para que él vuelva a lo que estaba.

Enrosco mis manos en su cabello, sintiendo su lengua chupar, lamer y mordisquear cada parte de mí, siento que estoy llegando a mi punto máximo, mi espalda arqueándose ligeramente sobre la cama, suaves gemidos saliendo de mis labios.

—Arthur... Voy a.

—Lo sé, amor.

Me tenso completamente cuando me siento venir, mi boca abriéndose en un grito silencioso. Tengo una capa de sudor en la piel, intento sentarme erguida pero la mano de Arthur me detiene.

—No estoy ni cerca de acabar contigo.

Mi respiración se agita una vez más, su boca  continuando con su trabajo, mientras un dedo entra y golpea contra mis paredes internas al mismo tiempo que sus lamidas. El calor empieza a aumentar, cuando él nota que me empiezo a inquietar, agrega un segundo dedo dentro de mi.

—Arthur... Por favor... —me quejo cuando un tercer dedo me abría más.

—Eso es... —él me anima, cuando me corro, gimiendo mientras él me folla durante mi segundo orgasmo con los dedos y la lengua.

Mis extremidades ya eran líquidas y, casi para mi horror, Arthur levanto mis piernas para dejarlas en sus hombros, con los pies colgando en su espalda mientras me acercaba a su rostro.

—Arthur... no puedo. —protesto con debilidad.

—Dame otro amor, tú puedes. —murmura, siento sus grandes manos en mis caderas, su boca comiéndome de nuevo con un vigor que casi me hace gritar.

El puente de su nariz se frota contra mi clítoris, su lengua lame mi centro, los sonidos húmedos junto con sus gemidos de satisfacción me hubieran avergonzado si no estuviera al borde.

Mis caderas se levantaron un poco por inercia, la textura del bigote de Arthur añadiendo una nueva sensación a mi centro extremadamente sensible.

Él gruñe en aprobación, dejando su lengua rígida para que yo pueda follarme contra su nariz y su boca. No pasa mucho tiempo hasta que yo exploto, el orgasmo atravesandome con un grito animal, olvidándome completamente de que tenemos vecinos y nos pueden escuchar.

Después de unos momentos, él retira su boca y frota suavemente sus manos en mis muslos, su mirada encontrándose con la mía, mi néctar por todo su rostro.

—Dios mío. —susurro con incredulidad.

—Él no tiene el mérito de esto, dulzura.

Mientras yo me recupero observo como Arthur se quita la ropa, yo tiro de mi vestido para arriba, quedando también completamente desnuda. Él tira de mis piernas hacía él, capto la indirecta y me siento a horcajadas sobre sus muslos hasta sentarme sobre él. Era grueso y cálido, deslizándome con facilidad dentro de él. Suspiro al sentirlo, mi frente descansando con la suya mientras me muevo lánguidamente, envolviéndolo con cada descenso de mis caderas.

La mano de Arthur esta entre mis mechones, sosteniéndome de la nuca.

Él ha dejado uno de mis pechos fuera del sostén, metiéndose mi pezón en la boca, succionandolo y mordisqueando antes de soltarlo con un ligero estallido.

Sentía que me venía de nuevo, esta vez era una acumulación constante y gradual, como sumergirse en un baño tibio. Nos juntemos, sentí el gemido ahogado de Arthur en el hueco de mi cuello mientras se corría en mi estómago.

Nos quedemos así por un rato, respirando y disfrutando de la euforia que habíamos causado.

Say you won't let go  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora