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Me siento en el sofá, Arthur me observa confundido y yo me paso las manos por la cara, frustrada con todo ahora mismo.

—Me estás asustando. —dice él, no soy capaz de mirarlo a los ojos.

—Tengo miedo. —confieso en voz alta, Arthur se queda mas confundido aún— Me vas a odiar. —digo, aprieto mi mandíbula sin querer llorar ni nada de eso.

—Joder Rubí, habla ya. —ordena.

Me lleno de valor, y sin vacilar, le suelto todo lo que ocurrió ayer con Thomas. Arthur se levanta de la silla, sus manos pasan por su pelo unas cuantas veces mientras ronda por el salón.

Me levanto del sofá, me acerco a él y con las manos temblando intento tocar su brazo, él se aparta, en advertencia me señala con el dedo.

—Arthur, te prometo que yo no quería, que no me lo esperaba. —le explico, diciendo la verdad.

—Te besaste con mi jodido hermano. —murmura.

—No, no... Me aparté, Arthur.

Veo como intenta no perder la paciencia conmigo, y cuando sé que la va a perder en segundos, él se vuelve, agarrando su cazadora y caminando a la puerta.

—Arthur, no te vayas. Vamos a hablar las —él me mira, su ceño fruncido.

—¿Qué quieres que hablemos? ¿Como le comiste la boca a mi maldito hermano? ¿¡Eso quieres que hablemos, Rubí!? —él camina hacia mí— Dime Rubi, ¿qué coño quieres que hablemos? No quiero hablar de esto, no quiero pasar por esta jodida mierda que has liado tú o mi puñetero hermano, me da igual, no quiero. Así que, como no quiero rematar contra ti, agarro mis cosas y me voy a tomar por culo, ¿si? No me retengas, joder.

+

Cuando llego a la casa de apuestas, Arthur sale del despacho de Thomas, detrás de él sale el ojiazul, viendo como se dirige hacia la puerta echo una furia.

—Ven conmigo. —dice, cuando pasa por mi lado.

Salimos de ahí, cuando estamos en la calle Arthur detiene su caminar, una vez que estoy frente a él, me doy cuenta de lo enfadado que está realmente, miro sus manos que estan echas puños, en sus nudillos puedo diferenciar sangre y no puedo evitar preocuparme, mi mirada subiendo a sus ojos nuavemente.

—Sé que no tienes la jodida culpa, —dice— pero no quiero que sigas trabajando en esta mierda, con él.

Asiento con la cabeza, aceptando lo que me dice, pongo fin a nuestra distancia, acercándome a él y poniendo mis manos en sus mejillas, está tan tenso.

—Lo siento, lo siento, Arthur. —me disculpo, dejando besos cortos en sus labios.

—Sí, nos vemos después en la casa. —responde, dando un paso atrás y dejándome ahí sola.

+

Estoy en el sofá, una manta envolviendo mi cuerpo, estoy a punto de quedarme durmiendo cuando escucho las llaves de casa en la cerradura, la puerta se abre y Arthur entra, puedo sentir la peste a alcohol que emana por lo que me aupo para verlo.

Me levanto del sofá antes de que él se pueda caer al suelo, paso su brazo por mi cuello y empieza a caminar al dormitorio.

—Mi jodido hermano menor le gusta mi mujer, que maldita suerte. —divaga mientras caminamos— Yo sé lo hermosa que eres Rubí, con tu cabello largo negro, —lo siento en la cama, él me mira sin parar de hablar— tus bonitos ojos negros, tu piel blanquecina, y Dios mio tu cuerpo, eso ya es otro nivel. —quito sus zapatos escuchando todo lo que dice— Pero, aparte de todo eso, tu forma de ser. —se queda unos segundos en silencio.

Acabo de quitarle los zapatos y me levanto, llevando mis manos a su traje para empezar a quitarle la parte de arriba.

—Eres cariñosa, te preocupas por quien quieres, —enumera— sabes hacer de reir a la gente, y tienes tu maldito genio cuando quieres. —él suspira— Estoy tan enamorado de ti, espero que lo sepas.

Lo dejo sin camiseta y me separo completamente de él, dejando un beso en su mejilla en el movimiento.

—Echa el pantalón fuera, venga que voy a preparar la cama. —le indico.

Arthur con un suspiro de agotamiento hace lo que le digo:— Podrías haberlo hecho tu, no me hubiera quejado. —dice, tirando el pantalón a cualquier lado.

Una vez estamos juntos en la cama, él me acerca a su cuerpo, abrazándome, dejando mi cabeza en su pecho y haciendo suaves caricias en mi cabello.

—Sé que lo de Tommy ha sido jodido, amor, —le digo, notando como su respiración se va relantizando— pero no te lo tomes muy en serio, sabes que yo sólo te quiero a ti.

—Sólo a mí. —él murmura, dejando de acariciar mi cabello, dejo un beso en pecho cuando sé que casi está dormido— Te quiero tanto, Rubí.

Say you won't let go  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora