Zipp y Sunny

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"Espero que seamos buenas amigas"

Esas palabras fueron dichas con tanta sinceridad e inocencia que calentaron un poco su corazón.

Hace tiempo, cuando había escapado del castillo al risco para poner en práctica las maniobras que había escrito a escondidas en sus cuadernos, le tomo por sorpresa encontrarse con un pony terrestre y un unicornio, sentía algo diferente en ellas, un presentimiento positivo, no espero volverlas a ver en el castillo pero luego de ojear el diario que su madre confiscó decidió confiar en ellas.

Cómo consecuencia se dió una orden de arresto contra su madre, su hermana y ella.

Su sed, su deseo por recuperar la magia para dejar de fingir volar con ese juego de cuerdas, poder ir a una verdadera aventura, le hizo restar importancia a las consecuencias.

Cuando comenzaron a vivir juntas en el faro poco a poco se volvió cercana a las demás, el convivir casi a diario le hizo abrirse un poco al resto y depositar su confianza en ellos.

También comenzó a desarrollar sentimientos románticos por un integrante del grupo.

No hubiera sido un problema si no fuera porque no era la única, alguien más además de ella tenía interés en el mismo pony.

Aprovechaba los momentos que se reunían, iba a buscarlo para conversar e indagar un poco mientras lo camuflaba con curiosidad, incluso cuando salían juntos todo era en plan amistoso.

Cuando todavía no había tanta confianza, Pipp tuvo la idea de pasar una noche todos juntos en el mismo sitio, para crear un ambiente intimo y contar historias de terror, lo tomo como un ligero descanso de tanto caos con la magia descontrolada que había en Maretime Bay.

Las historias eran simples, las que se les cuentan a todos los ponys pegasos pequeños para generar miedo, como el caballo sin cabeza.

Sus amigas estaban sintiendo miedo, se sintió un poco mal por ellas, pero no culpaba a su hermana, ella contaba las historias por su adoración al terror más que por realmente querer asustarlas.

En la madrugada sus pensamientos no la dejaban dormir, se sentía inquieta, pensamientos invasivos y negativos se metían en su cabeza, necesitaba aire, salió sin hacer ruido para no despertar a los demás.

Extrañaba su hogar, el castillo, amaba vivir en la bahía con el resto, pero muchas veces se sintió sofocada, no acostumbraba a compartir su espacio, le gustaba su soledad, no acostumbraba a convivir quien no fuera su madre o hermana.

Un ruido escucho, algo cerca de donde estaba, por lo que decidió acercarse sigilosamente guiada por su curiosidad, se decepcionó un poco al ver a la pony terrestre temblando mientras caminaba a lo que parecía ser el baño, le llamo pero no pareció escucharla, por lo que se posicionó al lado de ella y le tocó el hombro.

- ¡Ah! - Sunny grito, más al ver que era su amiga se alivio un poco - me asustaste.

- Tranquila - La voz de Zipp sonó un poco burlona - no te voy a comer.

No evito reírse por la cara de pocos amigos que hizo Sunny, al menos con eso logro que dejara el susto de lado.

- ¿No puedes dormir? - le pregunto cuando su risa aminoró.

Sunny nego, por lo que Zipp con una seña le indico que le acompañara al lugar donde estaba antes. Olvidando que antes iba al baño Sunny siguió a su amiga al inicio de una escalera, ambas se sentaron en silencio recibiendo el fresco aire en sus caras.

Si bien en primer lugar quería estar sola, algo de compañía podría disminuir el ruido de su cabeza, quizás a Sunny también le haría bien.

- Yo realmente me asusté - rompió la tranquilidad Sunny - no te sentí llegar y las historias de Pipp me aterraron ¿Realmente existe la pony de la herradura oxidada?