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Agitada y un poco sudada corría para llegar al café cerca de la playa, odiaba haber olvidados sus patines en el colegio por ir a la biblioteca a ordenar libros, más no podía devolverse si no se haría mucho más tarde.

El pueblo en el que vivía con su padre era muy bonito, costero, aunque la población era algo disminuida y no eran terrenos muy grandes. Solo le basto unos pocos minutos más para visualizar la cafetería y abrazar a su padre con entusiasmo, este le devolvió el abrazo felicitandola e invitandole lo que quisiera comer.

— ¿Cómo fue tu día? — su padre comenzó la plática una vez trajeron la comida — llegaste un poco tarde hoy.

Su rostro se sonrojo un poco por la vergüenza.

— Me castigaron, ya sabes, eso de poner que las otras razas deberían ser unidas y dibujarlos en la pizarra se tomo como rebeldía.

Su padre solo soltó una tierna risa, le hizo sonreír igual, en el fondo sentía que algo no iba bien, como si esa vez fuera la primera vez que veía a su padre en años.

— Nunca negué que fueras entusiasta, me gusta que compartas lo que piensas y lo defiendas, pero no te metas en problemas — intentaba regañar de forma sutil — en nuestra familia siempre hemos demostrado todo con evidencia, debes hacer que vean lo que nosotros veemos para que nos crean.

— Algún día, todos van a creernos, tendremos amigos unicornios y pezasos, todos seremos amigos!

Su padre solo alentaba su mente, un mesero cuyo uniforme mostraba solo una H pregunto si necesitaban algo más, Argyde negó y pidió la cuenta, Sunny por otro lado miro en dirección donde se había ido, nunca su corazón había golpeado su pecho con fuerza y su estómago se revolvía por la voz y rostro de alguien más.

Su padre solo negó con la cabeza por la reacción de su hija, prefirió guardar silencio hasta que salieron del café y se dirigían al faro caminando

— Entonces Sunny bella, algo que quieras contarme?

Su anaranjado rostro se puso de colores, le dió vergüenza que su padre se hubiera dado cuenta de una reacción suya sobre otro pony, le hacía sentir un poco incomoda.

— Se veía agradable, deberíamos volver otro día, sabes, no es nada malo cuando te comienzan a llamar la atención.

Si es que era posible su rostro se puso más rojo, quizás un poco violeta por aguantar la respiración,estaba demasiado avergonzada.

— No es eso — soltó bajo.

— Ah ¿No? — ese tono semi burlon, como si supiera algo que ella no le dió fuerzas para continuar la mentira.

— No... Es solo... Nunca me había fijado en el personal de la tienda, no reconocí sus rostros.

Eso era cierto, al ser un pueblo pequeño las caras eran las mismas de siempre,

— No es nada malo si me lo preguntas, si te pareció atractivo o bonito me puedes decir, no voy a juzgarte lo sabes.

Se negó a soltar cometario alguno para no darle a su padre con que más molestarla, llegaron al faro y su padre comenzó a leerle un poco de su diario, personalmente era una de sus cosas favoritas, porque eran evidencias de que las razas de ponys estaban unidas hace mucho tiempo atrás, su padre narraba historias fantásticas de la antigua monarca de Ecuestria cuyo nombre de Twiligth Sparkle, gobernó con gentileza y espacio la amistad al mundo, no habían muchos detalles sobre el porque todo el mundo se dividió pero soñaba con vivir en un mundo así.

Al día siguiente se preparo para ir a la escuela, seguía lamentando haber dejado sus patines porque debía salir 20 minutos más temprano de lo habitual para llegar a la hora de siempre, tampoco es como si tuviera amigos con quién compartir, la mayoría de los padres alejaban a sus hijos de ella porque decía que ella lavaria sus cerebros como los molestos unicornios o se los raptaria para entregarlos a los violentos pegasos.

Zipp y SunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora