Capítulo 21

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El muelle estaba solitario, parecía ser el único allí, el cielo era naranja, y el sol estaba por ocultarse

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El muelle estaba solitario, parecía ser el único allí, el cielo era naranja, y el sol estaba por ocultarse.

En cuanto quiso avanzar escuchó un pequeño ruido, así que bajo la mirada viendo que el lugar estaba con agua a pesar de ser la parte seca, parecía que había venido una gran ola la cual inmundo todo, por lo que cuando intentaba avanzar sentía la poca agua salpicar.

— ¿Qué es este lugar? — Minho miró al frente como el sol parecía ocultarse.

— Lee Minho. — una voz suave se escuchó detrás de él.

— ... — Minho no reconoció esa voz, pero levamente volteó.

Encontrándose así, con un joven de cabellos negros como la noche, los cuales eran largos llegando a su nuca y siendo rizados de las puntas. Sus ojos eran azules marino, parecía medir 1.81, y su aroma a naranjas hizo que de alguna forma se sintiera cálido.

Minho mantenía la mirada en aquel joven, cuando de pronto fue sacado de su trance al escuchar un ladrido.

Rápidamente bajo la mirada encontrándose con un perro pequeño en los brazos del joven.

El perro parecía contento de verlo, pues no paraba de ladrar y mover su colita, como si estuviese viendo a su amo después de tanto.

Minho estaba demasiado confundido en esos momentos, el jamás había visto a esa persona, pero si le parecía familiar el perro en sus brazos.

Estaba tan pensativo en recordar en donde había visto aquel animal que no se dio cuenta cuando el joven se había acercado tanto a él dándole un abrazó.

— ... — por un momento se quedó congelado.

Y pronto sintió como este le daba pequeñas palmaditas en la espalda, apesar de ser mucho más pequeño que él, parecía estar de puntitas para poder alcanzarlo un poco más, y también sintió como la bolita de pelos se empezó a frotar en su pierna.

— ¿Por qué me abrazas? — Minho no aguantando más las dudas preguntó.

Más el joven no se alejó.

— Pronto lo necesitarás, créeme.

— ... — Minho trago grueso.

No sabía por qué, pero de alguna forma sentía una conexión con ese chico, quería abrazarlo, y unas grandes ganas de llorar se apoderaron de él.

Pero, fue algo que no pudo hacer, su cuerpo no parecía recibir sus órdenes.

Y el joven se alejó de él.

— ¿A dónde vas? — Minho preguntó volteando al ver al joven tomar en brazos al perro nuevamente y pasar a su lado.

— ... — el joven guardo silencio un momento. — No lo sé... — respondió y continuó caminando.

El omega del diablo - Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora