MALÚ:
Termino de pasar cinta adhesiva por la última caja y suspiro, detesto profundamente toda esta mierda de empacar, recoger cajas, adornos y objetos que según mi madre son de vital importancia. La luz del sol se cuela por la ventana impactando en el suelo de madera, al menos espero que Jake se sienta cómodo en esta habitación. El reloj de mi muñeca marca las nueve y media de la mañana, haciendome bufar, en una hora y media debo estar en el aeropuerto para tomar un vuelo rumbo a Chicago.
A mis diecinueve años solo me he mudado dos veces, la primera cuando mis padres se divorciaron hace once años y la segunda vez: hoy. Mamá dice que necesito cambiar de aires por un tiempo, conocer nuevas personas, viajar un poco, disfrutar mi juventud y esta etapa maravillosa que brinda la universidad, eso en su vocabulario solo puede significar una cosa: está cansada de recibir multas por mi exceso de velocidad en moto, detesta a mis amigos o como yo les llamo compañeros de clase y por último pero no menos importante, odia la carrera que decidí estudiar.
Lo sé, tal vez puede sonar un poco descabellado pero Elizabeth Harrys nunca ha sido una mujer que se pueda llamar paciente, aunque yo tampoco he sido una adolescente fácil, pero juro que nunca he sido apresada, ni he terminado en una sala de hospital.
Sobre el tema a Chicago, no me emociona, ni me desagrada, solo será por un año, confio en mi horóscopo como una gran sagitario que todo estará en orden y nada hará que rompa mis esquemas.
—¿Malú, ya estás lista? —el grito de mi madre hace resonar las paredes, lo ven, soy yo quien debería mandarla a vivir a Chicago no ella a mí.
Suspiro aburrida mientras termino de peinar mi cabello. La chica que me devuelve la mirada sonríe satisfecha, aunque sabe que la expresión de su madre será un absoluto horror. Bajo las escaleras arrastrando la maleta con los audiculares conectados en mis oídos.
—¿A donde vas en esas fachas María Lucía? —la boca de mi madre se mueve pero no puedo escuchar lo que dice debido a la música —¡Donde crees que vas con esa ropa! —grita retirando los audiculares de mis orejas, no exageraba en lo absoluto cuando dije que chillaría.
—Se supone que al aeropuerto mamá —la obviedad en mis palabras la hacen reprimir un grito de exasperación. Suspira intentando recuperar su compostura.
—Cariño, no tienes un vestido, o camisas de vestir ¿tal vez? —definitivamente mi madre se ha vuelto loca.
—Claro que no voy a ponerme un vestido mamá, mi sudadera de lana y mis vaqueros no tienen nada, además sabes que odio las camisas de seda —
me quejo provocando que fuerce una sonrisa que expresa más odio que amor.Esas cosas suceden cuando te casas con un desquiciado, desequilibrado, alborotador y extrovertido hombre como mi padre. Físicamente soy una copia exacta de ella, castaña de cabello largo, ojos negros y cuerpo promedio, pero en personalidad, diablos somos opuestas totalmente. Al menos siento tranquilidad al saber las felicitaciones de mi padre por el aro en mi nariz, al contrario de la señora aquí presente, que comenzó a gritarme como una maldita desquiciada durante una hora sobre las enfermedades que podría adquirir por ese diminuto orificio.
-Vamos a subir las maletas al auto, el aeropuerto queda bastante lejos -la figura de mi madre pasa por mi lado con el característico resonar de sus tacones.
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Deseo Irresistible (#PGP2024)
Genç KurguMalú, una chica que se describe así misma como un caos de emociones. Impulsiva, alegre, valiente, decidida, quizás un tanto rebelde, alocada y vulgar, pero dispuesta a dar lo mejor por las personas que quiere, regresa a vivir con su padre a Chicago...