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—¿Sabes? Ya me había olvidado cuánto dolía esto.
Miro a Hazel en la cama de hospital, con su enorme barriga rodeada de cables y monitores y río. Empezó labor de parto hace tres horas, y como no, la niña quiere nacer cuando su padre está casi al otro lado del país.
Por suerte los chicos están jugando el partido cuatro ahora mismo y mañana regresan a casa, la doctora fue capaz de parar las contracciones para aplazar el nacimiento hasta que Draymond llegue. Mientras tanto, aquí estoy yo. Mi primera vez en el parto de alguien.
—¿Ya hicieron efecto las medicinas o todavía duele?
—Ya estoy bien. —responde tranquila.
El tono con el que me responde me confirma que es así, hace una hora no decía nada sin gritar ni putear a cualquiera que se le acerque.
—Eres un poco grosera cuando estás en labor, Haze.
—Cuando tengas que sacar un ser humano por allí vamos a hablar. —responde.
Suelto una carcajada, tal vez tiene razón. Ni siquiera me imagino cómo sería estar embarazada, nunca lo he pensado para mi. Ahora que tengo a Klay he vuelto a evaluar muchas cosas que nunca pensé tener, incluido hijos.
Regreso mi mirada al enorme televisor que adorna la habitación. El tercer cuarto acaba de comenzar y los chicos van perdiendo con diez puntos. El partido tres también lo perdieron, la frustración que sentí ese día no se acerca a nada que haya sentido antes, a veces me sorprendo a mi misma con la pasión que la atmósfera de playoffs ha despertado en mi.
A pesar del marcador, no oculto mi sonrisa cuando la cámara enfoca a Klay en la línea de libres. Hacen un plano general de sus zapatos, es un nuevo modelo de su marca, pero lo que capta mi atención es la I escrita en una esquina de la suela dentro de un corazón.