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Cuando bajo las escaleras la mañana siguiente puedo sentir el aire diferente, la tensión entre los dos ya no está, al menos no tanto como hasta ayer.
La dejamos toda contra la pared del pasillo.
Lo escucho antes de que entre en mi campo de visión, está murmurando la letra de una canción de The Weeknd mientras trocea vegetales en una tabla. Es toda una visión verlo parado en la cocina, sin camiseta y moviéndose como si cocinar fuese su especialidad, tengo que apoyarme en la pared y darle una buena mirada para que la imagen se quede tatuada en mi cerebro para siempre.
—¿Disfrutando la vista, stalker?
Río— . Que no se te suba a la cabeza.
—No te preocupes, me quedo clarísimo lo mucho que te gusto ayer con todos los sonidos que hacías cuand-
—¡Ya! Me quedó claro, Thompson.
Suelta una risa tirando los vegetales en la mezcla de huevo que tiene en otro cuenco, después la aparta y al ver que me subo en la barra no duda en venir hasta mi.
—Buenos días. —murmura con la sonrisa más egocéntrica que he visto en mi vida.
—Hhm, ¿no estabas ocupado cocinando? —murmuro de vuelta, a pesar de mi tono de voz fingido no pongo oposición cuando su cuerpo se abre paso entre mis piernas.
—¿Quién quiere desayuno cuando puedo tener esto?
Se inclina sobre mi con las dos manos sosteniéndome la cara y me besa. Trato de reaccionar con el mismo entusiasmo pero estoy mareada y completamente borracha de él. Lo único que logro hacer es levantar mis dos manos y apoyarlas en su pecho. Sonrío con satisfacción cuando su piel se eriza debajo de mi toque.
—Yo tampoco necesito que me digas nada si sigues reaccionando así cuando te toco.
Ríe, el sonido ronco me llega a todos los lugares correctos. Dios, quiero despertarme así por el resto de mi vida.
