La Bestia del Descaro

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La semana había sido escabrosa para Randall. Paulatinamente sus sentimientos por Mike iban exacerbándose que le era difícil no ponerse nervioso cada vez que estaba tan cerca de su amigo. La timidez había regresado a él que ya le costaba trabajo platicar de lo que sea mientras que Mike lucía tranquilo, aunque siempre desviando la mirada a otro lado. Quisiera o no, a Randall eso lo ponía triste y se preguntaba si había sido un error haberse envuelto en una situación indecorosa. Tal idea después la desechaba cuando el pequeño chico monstruo lo invitaba a acompañarlo a las clases o a comer en el comedor.

Ese día, se sentaron juntos en la mesa que habían consagrado para ellos. Irónicamente, eran los únicos comensales de ese lugar. Si antes se sentaban de forma de que estuvieran de frente ahora lo hacían a un lado del otro con cierta distancia. Randall acercó su mano morada al tenedor colocada sobre una servilleta dentro de su charola de comida, sin querer chocó con el dorso de la mano verde de Mike que agarraba su vaso con jugo azul. El roce instigó que los dos enfrentaran sus rostros abochornados como si fuera un toque de lo más íntimo.

Los labios delgados de Mike se abrieron para pronunciar algo, entre tanto, Randall estaba en la expectativa de lo que le iba a decir, sin embargo, una risotada estruendosa se hizo escuchar que por inercia los dos voltearon a buscar de donde provenía. A unas cuantas mesas, unos chicos con jersey color vino pululaban en derredor a una mesa que donde estaban sentadas unas chicas uniformadas con un atuendo característico de las porristas.

- ¡Qué escandalosos son esos chicos de la ROR! - se quejó Mike tapándose los oídos.

- Parece que están coqueteando con esas chicas de Python Nu Kappa - convido Randall notando la incomodidad de su amigo.

- Randy, tu podrías opacar a esas "bestias" usando tu sutil encanto de niño bonito.

Mike le dirigió una mirada entornada con picardía a Randall que inevitablemente se sonrojo a tal expresión provocativa.

- D-De ninguna forma, además nadie le gana al presidente de la fraternidad de los Roar Omega Roar - Randall junto sus manos moviendo sus dedos con vergüenza.

Ante las palabras realistas de Randall, Mike atisbo con detenimiento a los chicos que flirteaban con las chicas guapas de la fraternidad femenina. Era cierto que eran altos, fornidos y apuestos especialmente el que tenía dos puntiagudos cuernos grandes en su cabeza. Se veía a leguas tan egocéntrico de sí mismo. Sin contenerse, Mike chasqueo la lengua y bufó.

- Tonterías. Tú y yo podemos crear una fraternidad mejor que el de ellos.

Sin pensarlo y olvidándose de lo que había pasado entre Randall y él, Mike tomó por los hombros a su amigo lagarto que inmediatamente se enervó más, empero, estaba disfrutando de esa cercanía que tanto ansiaba.

- Oigan, ustedes "dueto de novios monstruitos ñoños".

Una voz socarrona vibró en la confianza de Mike que enseguida soltó a Randall de su abrazo y que este lamentó. Frente a ellos, se alzaba un imponente chico monstruo que fácil alcanza los dos metros de altura además que contaba con un cuerpo fornido de la cual uno dudaría enfrentarse en fuerza con él. Y otro aspecto que resaltaba era su cabello azul intensamente cerúleo con mechones morados y rematados con dos cuernos enroscados. Pero el detalle más ostentoso que no pasó desapercibido para los dos amigos fue su jersey color vino, donde en su pecho se bordaba las siglas de ROR en amarillo siendo claramente miembro oficial de la principal y popular fraternidad de la universidad para su desgracia.

- Escuche toda su palabrería ridícula. ¿En serio creen que puedan conquistar a esas hermosas chicas monstruo de Python Nu Kappa? Y más aún, ¿qué puedan formar una fraternidad como el de nosotros?

Somos los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora