Un Beso Furtivo

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El tintineo de la puntilla de los tenis de Mike no dejaba de sonar mientras observaba con ojos entornados (por no decir corajudos) hacia el robusto joven monstruo de cabellos azules con motas moradas en la dirección del pizarrón blanco. Él iba entrando detrás de la profesora cansina de Historia Universal de los Sustos. La particularidad era que cargaba una hilera de libros gruesos pertenecientes a la propia profesora de la clase. Los colocó sobre su escritorio y recibió un agradecimiento cordial de parte de la docente que la despidió con una de sus mejores sonrisas joviales para irse a sentar en su butaca. Esta vez el salón de clases era más pequeño por tratarse de una materia de tronco común. Por otra parte, no era la primera vez que ese grandulón realizaba un gesto de altruismo a cualquier profesor de la tira de materias del semestre. Mike sabía que no lo hacía libre de interés sino ese chico era barbero para poder ganarse el favor de sus superiores a cambio de permisos para faltar a sus asignaturas o llegar tarde.

Transcurría el tiempo desde que James P. Sullivan se integró al grupo de Mike y Randall y era más que notorio sus artimañas ante todo: siempre se proponía para cambiar la diapositiva emitida por el proyector, coqueteaba con la profesora de Inglés que era unos cuantos años más grande que él, alardeaba de su potencial como asustador ante el profesor de Sustos solo porque admiraba a su padre, dejaba alguna fruta sobre el escritorio de la profesora de Ciencias Naturales porque sabía que era vegetariana, entre otras cosas que a Mike le disgustaban porque él se valía de su constancia en asistir puntualmente a clases y participar con respuestas acertadas a cada pregunta que los docentes inquirían a los alumnos. Él sabía que era aplicado y estudioso que podía arrebatar la atención de los profesores de los demás (con excepción de Randall, claro) pero ahí estaba el impertinente hijo de "papi" que le ponía el pie para desorientar a los maestros.

Si creía que con tanto servicio cordial podía pasar las materias del semestre, entonces Sullivan estaba muy equivocado o al menos eso especulaba Mike que intentaba leer la primera oración del primer párrafo de su libro. De vez en cuando lanzaba ojeadas a su némesis que se había sentado en una esquina hasta atrás. Lugar estratégico. En cualquier momento se iba a dormir.

La clase avanzó tranquilamente mientras Mike estaba tan ensimismado en leer el dichoso libro que lo volvería más inteligente, tanto fue así que no se dio cuenta cuando concluyó que fue avisado por Randall que todo el tiempo mantenía una mirada preocupada por su amigo. Mike dio un ligero respingo y se incorporó de nuevo.

Era viernes, los dos chicos monstruo caminaron directo a sus habitaciones en busca de parsimonia especialmente para el más pequeño en altura. En todo el recorrido, Mike se mostraba abstraído en sus pensamientos que no prestaba atención a la elocución trivial que Randall profería de sus labios. Obviamente, el chico lagarto notó la ignorancia a su conversación que lejos de molestarle más le afectaba internamente por su querido amigo. Algo debía de hacer para animarlo de nuevo, aunque no sabía de qué forma.

En el poco tramo que restaba hacia su dormitorio, Randall también se ensimismo en posibles soluciones así que llegaron en completo silencio. Cuando Mike dio el primer paso hacia el interior, se apresuró a instalarse en su angosto escritorio donde descansaba un libro de pasta dura sobre este. Lo abrió en una página elegida por un separador y comenzó a leer en mutismo. A Randall se le había ocurrido realizar una simple pregunta pertinente que quizás era la más obvia para entender a su amigo. Tomó la silla de su propio escritorio y la aproximo hacia la de Mike sentándose junto a él.

— ¿Qué tienes Mike?

La voz blanda de Randall atrajo la atención del chico de cuernitos por unos instantes pausando su ardua labor de estudiar para mirarlo.

— Nada, estoy bien Randy — esbozo una leve sonrisa gentil que a Randall no le pareció del todo genuina.

-— Mike, no tienes que disimular porque la verdad quiero ayudarte.

Somos los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora