Ruge Lagartijita. Parte 1.

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El porche de la portentosa casa de Roar Omega Roar disponía de un umbral con un marco en forma de arco que se llegaba ahí por unas escalinatas de mármol blanco cuidadosamente pulcro y resaltaba la impecabilidad que denotaba la fraternidad. En ostentosas letras burdeos redondeados de dorado, están colgadas las iniciales de "R Ω R". Su formidable puerta de dos hojas constaba de un par de aldabas en forma de una cabeza de un monstruo con cuernos donde en el hocico afilado colgaban los aros.

Randall vaciló unos momentos para tocar la puerta. Acercó su mano morado a la aldaba que le temblara como si esa figura de zinc fuera a devorárselo. ¿De verdad tenía las agallas para hacer su cometido? Pensó en Mike y se armó de valor para asir el aro y propinó sutiles golpeteos a la puerta. Espero a que alguien abriera aun tomando la manija con su mano derecha.

A lo lejos, escuchó unas pisadas que venían con un andar apresurado. Soltó el aro de la aldaba y se irguió totalmente mostrándose un semblante resuelto. Lo que llegó después fue el ruido del seguro de la puerta que se botaba y enseguida el rechinido de está al momento de abrirse. De repente, Randall se sintió chiquito ante la imponente figura de un joven monstruo alto de hombros anchos, cabello café rojizo donde sobresalían dos gruesos cuernos plateados y lo miraba de manera antipática.

- ¿Tu debes ser Randall Boggs?

- B-buenas tardes - el chico lagarto tragó saliva.

- Lo tomare como un sí.

Ante el inesperado "recibimiento" (porque ni un saludo de regreso obtuvo), el chico monstruo que ataviaba una chamarra jersey de color burdeo con sus excepcionales e infalibles insignias áureas de RΩR bordadas verticalmente en el costado izquierdo del pecho y mangas amarillas se abrió paso para dejarlo entrar. Era como si ya lo estuvieran esperando. Aún con escrúpulos, ingreso a la casa (que parecía más mansión) y detrás de si se cerró la hoja de la puerta que fue abierta.

Ese receloso chico monstruo lo escudriño con sus ojos escarlata para después darle una seña con su mano para que lo siguiera. ¿Por qué todos los miembros de ROR tenían un carácter estrambótico?

- No te llevare cargando en mis brazos - protestó después de advertir que su invitado no se movía.

Randall tardó un poco en reaccionar. Con un suspiro de lamento, acató la orden del mayor y lo siguió sin más trabas.

Aunque era la segunda vez que venía a esa casa, podía vislumbrarlo mejor siendo iluminada por la luz del sol que se colaba por las amplias ventanas que aquel día en la fiesta que casi todos los rincones permanecían oscuros. Las paredes estaban pintadas de un color granate mientras que el techo era de un albo impoluto y reluciente. Todos los muebles eran de madera barnizados que daba el aspecto de un marrón bruñido. Pudo asomarse a una habitación contigua que resultaba bastante vasta percatándose que era la sala y contaba con una chimenea de ladrillo naranja con un matiz ámbar que parecía brillar. Pensó que se vería tan espectacular al prender el fuego que ahora estaba apagado.

Un golpe en su frente lo detuvo de su andar cuando se dio cuenta al alzar su rostro hacia arriba que su anfitrión arisco le clavaba la mirada con disgusto. Eso lo embargó de vergüenza al haber chocado distraídamente con él.

- D- Discúlpame.

Sin dejarlo de mirarlo, el castaño chico monstruo empujó un par de puertas vaivén que cubrían todo el marco del umbral. Con un movimiento de su cabeza, le indicó al chico reptil que entrara con él que desde luego no vaciló en hacerlo.

Ante su sorpresa, Randall se encontraba frente a lo que parecía ser un pequeño auditorio repletas de butacas emplazadas en filas y que descendían en los distintos escalones hasta toparse con un pequeño escenario. En las butacas de adelante se encontraban sentados el presidente de ROR, el chico monstruo insecto (e imperturbable) y el chico monstruo crustáceo que observaban atentamente al escotillón de duelas de madera. Sobre ella, se encontraba otro chico monstruo de estatura mediana que vestía con una playera sin mangas color vino y en el centro estaba estampados en amarillo dorado el distintivo de RΩR. Claramente otro miembro de la fraternidad. Pero lo más curioso de este joven monstruo era su cabello verde bosque oscuro que lo tenía en un peinado enmarañado y resaltaba sus muecas maníacas conjunto con sus ojos carmesí. Sus pescadores de mezclilla estaban rasgados de las rodillas dándole un aspecto más desalineado. ¿En serio era un integrante de ROR? Randall se cuestionó, sin embargo, cuando vislumbró que ese joven monstruo lanzó un rugido desgarrador a la vez que mostraba un mohín de lo más escalofriante como queriendo acechar a su presa de la forma más perturbadora, se dio cuenta que realmente asustaba.

Somos los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora