Brinca la cuerdita

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Nunca había sido bueno manejando los nervios desde que tenía memoria y eso no desmeritaba por el hecho de ser parte de una fraternidad de élite como lo fuera Roar Omega Roar de su universidad. Para nada era excusa de sentirse ensalzado para que toda su timidez se desvaneciera, así como así. Sin embargo, una cosa clara era conocer nuevos monstruos, otra hablar en público, tener una cita (que últimamente había sido recurrente) pero jamás encarar a un compañero para discutir un tema en el cual quisiera defender su posición. Randall evocó lo sucedido cuando se enfrento contra Sullivan en las afueras del campus universitario después de haberle robado un beso a Mike. Ante tal recuerdo no pudo evitar sonrojarse acalorado que inopinado agito su cabeza para sacudirse de esa sensación que ya quería olvidar. Cuando volvió a concentrarse y analizar el altercado que tuvo contra el mastodonte azul peludo, él concluyó que había actuado fuera de sus cabales como si el coraje que sentía, en un instante explotó y el umbral de contención se derrumbó dando lugar a una personalidad que era desconocida para él.

¿En serio podía volverse en un verdadero monstruo atroz?

Sus discurrimientos enseguida se disolvieron ante la realidad que lo golpeo de sopetón. No podía escapar en dialogar con Javier Rios. Solo era una especulación, pero no dejaba de atormentarse que su compañero estaba malinterpretando equivocadamente las cosas. Por lo que entendía, el chico insecto era muy confidente de Johnny y su mano derecha antes que Chet aunque este creyera lo contrario. De eso estaba casi seguro. Por eso, no dejaría las cosas a la ligera y aclararía ciertamente las conjeturas que estuviera cavilando el mayor.

A pesar de que Javier fuera un chico bastante sosiego y exageradamente serio, no significaba que no era aterrador, por lo contrario, su calma resultaba espeluznante como si tan solo estuviera aguardando el momento para sacar su aguijón y apuntar directo a su víctima. Concibiendo tal discurrimiento, Randall no dejaba de entrelazar sus dedos entre sus manos moradas juntas a la altura de su pecho como si estuviera implorando, a la vez que mordisqueaba su labio inferior que poco le faltaba para infligirse un corte debido a sus dientes triangulares puntiagudos.

Le bastaba unos pasos para finalizar su búsqueda dando un recodo a una esquina del pasillo que salía del vestíbulo de la cabaña. Debajo del dintel de la puerta pudo vislumbrar al objetivo de su ansiedad. El chico monstruo-insecto sacaba un libro de un estante de un librero de madera. Lo abrió con dedicación colocando su enfoque las hojas amarillas que iba hojeando con sus dedos grises.

— ¿Javier?

Ante la mención del nombre, el aludido cerró el libro con brusquedad que despidió un ruido hueco que retumbo en la pequeña habitación de la biblioteca haciendo eco. Randall se sobresaltó en automático.

— Vienes a lanzarme una charla convincente o nada más hacerme perder el tiempo con una perorata absurda.

Javier alzó la mirada amatista clavándola en la figura trémula de Randall como si tan solo esos orbes impasibles lo estuvieran fulminando.

— ¡Es cierto! Y-yo necesito hablar de verdad contigo — profirió Randall exaltado que después advirtió su comportamiento y calmó su voz. — Si crees que voy a dañar a Johnny estás totalmente en un error.

Sin advertirlo, el estudiante insecto de último curso se aproximó a él en una velocidad extraordinaria donde cuando menos Randall se dio cuenta ya lo tenía encima de él. Sus escleróticas se tornaron de un rojo brillante resaltando el color purpura de sus pupilas.

— Más te vale niño. Johnny es el pilar de ROR. Todos le merecemos un respeto pleno y si alguno de nosotros cometiera una traición... — pausó para dar paso a un siseo perturbador que emitía de su boca abierta en una o mostrando sus dientes afilados. — Será castigado hasta que su reputación caiga totalmente en picada — su mano de dedos larguruchos grises se ciñó a la mejilla pálida de Randall, de esta emergió el temido acicate de un negro profundo que sin duda el menor le hizo rememorar cuando estaba en la fiesta de la fraternidad y Chet fue amenazado de esta forma por su propio colega de hermandad.

Somos los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora