No pares de relevarme

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Notas iniciales: Les agradezco la paciencia que me tuvieron para la actualización. Disfrútenlo 😙😙😙

— Buenos días Mike...¿Cómo dormiste?... ¿Cómo te sientes de tu tobillo?... ¿Quieres que te prepare algo de desayunar? — suspiró Sullivan frente a la puerta de la recamara donde dormía su compañero y amigo de cabellos verdes prendidos. — Sueno como una ridícula y cursi esposa.

Díselo con flores esta noche sin perder el tiempo. No hay ningún motivo para demorarlo más — canturreo Yeti imitando la voz de la cantante Fey por detrás de la oreja del monstruo peludo a lo cual este respingo de sorpresa.

— ¿Estás tonto o qué? — se quejó Sullivan recomponiéndose y girando rápido hacia su amigo borregón.

— Solo te estaba dando un empujoncito — guiñó el ojo con coqueteo.

— Cállate. Tu y tus empujoncitos y guiños de ojos inoportunos — dijo el azulado con fastidio.

— Oh vamos viejo. No puedes declararte a mi amiguito de esta forma o al menos que quieras presentar un espectáculo frente a todos que por mí me encantaría — adujo Yeti brillándole los ojos azules eléctricos lo que el otro gruñó aún más hostigado y rodando los ojos.

— Los demás están despiertos. Es raro que Mike continue dormido.

Yeti sonrió risueño al atisbar un deje de preocupación en la cara de su amigo peludo. — Por si no lo sabías, ayer Mike recibió el aviso del último juego del día de hoy y entonces se desveló planeando las nuevas estrategias para organizar al equipo...junto conmigo — lo último lo mencionó de manera ladina con total deliberación para que Sullivan le entrara celos que desde luego funciono al cambiarle su expresión a una irritada.

— ¿Cómo que juntos?

El monstruo lanudo no pudo evitarlo y soltó una risotada. —No te pongas celoso. Solo fue un rato, pero él se extendió más de la cuenta. Ya sabes cómo es mi vecinito — abrazo por los hombros a su amigo azulado que se había sonrojado con obviedad y trataba de cavilar lo que había mencionado hasta que reparo en algo.

— Oye baboso, yo no estoy celoso.

— Así se empieza — Yeti arqueó sus cejas de arriba hacia abajo mirando a Sullivan con mucha picardía.

— Deja de mirarme así degenerado.

Y sin más que replicar, Sullivan se escapó discretamente de Yeti que no evitaba en dirigirle unas miradas de maliciosa diversión. En su huida discreta, Sullivan iba maldiciendo a su amigo de las nieves metiches que iba pasando por la puerta de la habitación del baño cuando esta se abrió bruscamente y estampándose la cara directamente contra esta y sus maldiciones se elevaron más de volumen escuchándose por toda la cabaña: — ¡Grandísimo estúpido idiota!

— Esas palabrotas Terry — la voz recriminatoria de Don Carlton se oyó desde un extremo de la planta baja de la cabaña.

— Pero yo no fui — la voz quejumbrosa de Terry se oyó del otro extremo de la planta baja de la cabaña.

Sullivan se sobaba el rostro que curiosamente el peluche natural que portaba en sus garras peludas azuladas con lunares moradas le ayudaba a aminorar el dolor.

— ¿Sulley?

En ese instante, la garra derecha del monstruo peludo se quedó pegada en el lado derecho de su cara y con ojos estupefactos vislumbro la imagen que tenía por delante: ahí estaba parado Mike en el umbral del cuarto de aseo portando una camisa blanca de tirantes que le llegaba hasta las rodillas con lo cual no podía saber bien si usaba o no shorts o simplemente andaba en puros calzoncillos. El tirante del lado izquierdo se le caía del hombro que le hacía descubrir una parte de su torso de piel blanquecina y ... ¿suave? Sumándole la cabellera verde alborotada por dormir tanto que le daba un aspecto más adorable al monstruito. No pudo evitar prenderse sus mejillas de un rojo carmesí intenso y su lengua se le enredo de forma espantosa dentro de su cavidad bucal.

Somos los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora