Café

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Flor se levantó temprano, a las 7 y media, para bañarse y arreglarse mientras escuchaba un poco de música. Se sonreía en el espejo y pensaba en que algo tan sencillo como un café y aflojar su corazón podrían sacarla de los malos días que venía teniendo.

Nico, alrededor de las 8, tenía su cama repleta de camisas blancas, todas iguales pero diferentes según el, ya que no lograba elegir una para ponerse. En un momento de completa consciencia se dio cuenta de lo mucho que generaba la situación sobre él y lo nervioso que estaba. Al final, terminó decidiéndose por una remera lisa gris, que no fuese tan formal.

Nico (8:15hs) : - estoy yendo para allá, en 15 abajo ~ enviado

Flor (8:20hs) : - increíblemente estoy lista Occhiato, seguro me duermo esperándote ~ enviado

Es un gran momento para preocuparme por que le sonrío al celular - pensaba Flor adentro suyo, mientras esperaba en línea que su compañero le conteste algo, pero entre los minutos de las canciones de El Zar y la bandolera desparramada en su sillón, se hizo la hora, y no había ni salido de su departamento.

Nico atinó a primero mandar un mensaje que decía "abajo" con muchas "o" al final, y luego comenzar a tocar la bocina de manera exagerada y repitiendo un ritmo. Flor, riéndose y siendo presa de movimientos frenéticos que uno tiene cuando está muy apurado para salir corriendo, se dirige a su encuentro gritándole que no haga tanto escándalo.

Sale por la puerta del edificio, y él con una sonrisa, la mira desde adentro del auto, un poco nervioso, absolutamente muerto de miedo.

Flor: - la canción que me tocaste con la bocina estuvo de más igual eh - dice para luego saludarlo con un beso en el cachete - hola Occhiato

Nico: - dije " tengo la oportunidad " y no iba a desaprovecharla, fue más fuerte que yo - contesta entre risas

Ya llegando al café, mientras buscaban dejar el auto, ella lo miraba mientras él hacía una maniobra para estacionar mirando hacia atrás. Lo veía con su expresión seria y concentrada de siempre; pero algo en ella comenzaba a sentirse extraño, quizás nunca le había prestado una especial atención al atractivo de su compañero y jefe de trabajo, o quizás era este el momento en el que se permitía sentir todo aquello que antes no.

Cuando estacionan y bajan, él la acompaña en la caminata a la par, compartiendo el mismo ritmo con los pies. No hablaban, no hacía falta.

Entre el cortado con medialunas de él, y la limonada con tostada de ella, charlaban de muchas cosas sin sentido, que se le ocurrían a alguno de los dos, pero nada era tan tenso ni incómodo; inconscientemente comenzaban a permitirse la confusión.

Yendo al trabajo, ella levemente buscó hacer un movimiento, y dejo que su rodilla caiga levemente sobre la mano que él tenía en la palanca de cambio. Él, se dio cuenta, y con su dedo más pequeño buscó hacerle una caricia; casi inexistente y muy sutil, pero real.

Flor pasó el resto del viaje un poco sonrojada como una nena de quince años; mirando la ventana, tarareando canciones.

A LA PAR | OCCHIAMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora