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Ya de vuelta en tierras extranjeras, caminaban por el aeropuerto mientras se dirigían a buscar la camioneta grupal que iban a usar todo el equipo durante el viaje. Parecía de esos autos de comedias estadounidenses donde las familias son locas y tienen muchos hijos, y la verdad que eso no era muy alejado de la realidad del equipo.


Eran realmente como una familia. Nico y Flor no tenían intención de arruinar la atmósfera que existía en el grupo, por lo que les estaba sucediendo a ellos, pero luego de charlarlo en privado varias veces con Momi y Valen, ella entendía que los iban a apoyar y darles la confianza suficiente para que, mientras estuviesen alrededor de ellos y en un ambiente íntimo, nadie los iba a incomodar. Ella se lo comentó a él, que también había hablado del tema en privado con sus amigos, y recibió la misma respuesta. Al fin y al cabo, todos querían que ellos estuvieran juntos, sólo los estaban esperando.

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Cuando llegaron al hotel, recibieron las tarjetas de las habitaciones en la recepción, y subió cada uno al suyo.

Flor estaba en el cuarto piso, donde iba a compartir con Momi, y al lado de ellas, estaban Santi y Nacho.

El jefe estaba solo, en una habitación  de cama matrimonial, en el piso 7. Entró, dejó sus cosas, y bajó a la pileta del hotel. Quería refrescarse un poco.

Ella, desde su habitación, se asomó a la ventana para ver el paisaje. Cuando vió a su galán en la pileta, decidió no mandarle un mensaje, ni decirle nada, y en dos segundos se puso su bikini y bajó por el ascensor a su encuentro.


Nico sintió un chapuzón detrás de él, y se asustó. Giró su cuerpo y sonrió al descubrir que bajo el agua venía ella nadando a saludarlo. Salió a la superficie cuando lo tuvo a menos de 30 centímetros, y él bajó su mirada para encontrar sus caras.

Nico: - buenas tardes

Flor le dió un beso corto en los labios, y con la fuerza de ambos brazos sobre los hombros de él, lo hundió en el agua. Se reía de haberlo agarrado imprevisto, pero su risa pasó a ser una serie repetida de "no" al sentir como él la cargaba sobre su hombro y la levantaba en el aire



Nico: - pedime perdón o te tiro

Flor: - perdón bebé, no me la devuelvas

Nico: - te la voy a devolver igual




Ella pegó un grito mezclado con una carcajada y en el momento en que su cuerpo se hundió en la pileta, lo tomó de la cintura y lo hundió con ella. Se cargó en su espalda como un monito y salieron a la superficie riéndose, mientras él jugaba a recorrer el agua como si fuese una tortuga marina. Eran dos niños en una pileta de adultos.



Salieron luego de un rato y subió cada uno a su habitación para bañarse y acomodarse para la noche. Salieron junto con las chicas a cenar por algún lugar en Miami Beach, una zona en la que habían muchos restaurantes argentinos. Pasada la velada, concluyeron el día cada uno en su habitación, otra vez.




Había un dilema con los ascensores; que no bajaban en cualquier piso, solamente en el de cada tarjeta. Ella le mandó un mensaje, alrededor de las 1.30 am. Le decía que ya había descifrado la forma.

Flor: - bajamos al lobby, y de ahí usamos una sola tarjeta. Y así me vas a hacer un lugarcito en tu cuarto.

Nico le contestó que ya estaba bajando, y ella, en el ascensor paralelo, también. Se encontraron en la planta baja, al mismo tiempo, y él la invitó a subir de nuevo. Habían descubierto un mecanismo muy inteligente que iban a implementar durante los próximos días.



Ya en el ascensor, el amor habló por ellos, que mirándose mientras se hacían muecas por el espejo, reían sutilmente, y algún que otro beso llegaban a darse.


Cuando llegaron a la habitación de Nico, ella se desvistió sin problemas. Tomó una de sus remeras, como era costumbre, y también combinó con un short de boca de él, que supuestamente usaba Nico de pijama.

Flor: - boooooca

Nico se enterneció mientras presenciaba un momento gracioso y hasta seductor. La hizo repetir unas veces más la misma palabra, por que le parecía un concepto superior.  Al no tener su pijama, se acostó en bóxer, y mientras estaba intentando no dormirse, ella estaba parada en la cama contándole cosas. Parecía que esa chica no tenía sueño jamás, y vivía siendo una chispita.




Él se estiró de la comodidad del colchón para agarrarla de las piernas y tumbarla junto con él. Ella, riéndose, cayó sobre su cuerpo, y en un pequeño momento de tensión, que tenían siempre antes de besarse, acudió a su cuello para despistarlo. El suspiró en una risa, y la separó para mirarla.

Ella, haciendo dibujos en el aire con sus dedos, le explicó su teoría sobre los números y las señales que venían recibiendo.

Él la miraba, miraba sus dibujos invisibles, y fruncía el ceño mientras terminaba de comprender la idea.

Ambos habían nacido un 25, que reducido a un dígito, era un 7, que era el número que los había perseguido durante más de un mes; en cada momento que pasaban juntos. Ella no tenía mucha idea de qué significaba el 7 en la numerología, y él tampoco, pero se divertían haciendo cuentas. Es lo natural que puede manifestar un humano al buscar racionalizar el destino.





Nico: - te quedan lindos los shorcitos de Boca, viste?

Flor: - no me lo imaginé en mi vida


Ella cortó la distancia entre los dos con un beso, que de la ternura subió a la pasión en un solo minuto, y el deseo particular que los habitaba cada vez que llegaban a esta instancia, hizo de las suyas. De repente, a él no le gustaba tanto que ella use su ropa, y en la cúspide del frenetismo, todo lo material era desterrado.


El ritmo sincronizado de sus corazones subía al mismo tiempo, como si se hubiesen puesto de acuerdo.  Cada vez que le dejaban espacio al disfrute y a conectar desde otro plano, vivían una experiencia muy especial, y no sólo por tratarse de la piel, de la carne, sino por que era distinto a lo que alguna vez habían conocido con alguien más. Esa herramienta más grande que un alma tiene, que es el cuerpo, podía expandir su energía al encontrar su pieza compañera. Podían reconocerse una vez que se habían despojado de miles de trabas del mundo contemporáneo, que muy poco sabe de amar hasta los huesos. Existen personas que logran destrabar placeres y gustos que quizás en lo vivido anteriormente no conocíamos, y nos enseñan a manipular nuestras fuerzas desde otro plano.

Esa unión que habitaba más adentro de ellos, estaba en sus células, en lo que habían compartido antes de haber nacido en esos cuerpos.  Y esa unión, era única en el mundo, por ser testigo de esa pasión, hoy, hace mil años, en las mismas almas. Nada había cambiado. 

A LA PAR | OCCHIAMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora