Dimensión paralela

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"(...) es esa cosa cuando estás con alguien... y lo amas y él lo sabe... y ellos te aman y tú lo sabes... pero es una fiesta... y ambos están hablando con otras personas... y estás riendo y brillando ... y miran al otro lado de la habitación... y se miran a los ojos... pero - pero no porque sean posesivos... o sea precisamente sexual... sino porque... esa es su persona en esta vida. Y es gracioso y triste, pero sólo porque esta vida terminará, y es este mundo secreto... que existe allí mismo... en público, desapercibido, que nadie más conoce. Es algo así como dicen que existen otras dimensiones a nuestro alrededor, pero no tenemos la capacidad de percibirlas. Eso es... Eso es lo que quiero de una relación. O simplemente la vida, supongo. Amar."

Él, con el estómago lleno de emoción mirando la multitud, giró un poco su cabeza para mirarla a su lado, y se encontró con esos ojos, que conectaban de esa manera solo con los suyos, y en ese lugar tan lleno de vidas en esa noche, pareciera que no existiese nadie más. Es como si fuese todo una simulación de la matrix, y los únicos con ese gran tesoro que puede ser el amor, eran ellos dos.

El show estaba llegando a su fin, y entre las miles de miradas y gritos desaforados, de la emoción, entre tanta gente, una lágrima cayó sobre su mejilla. Ella no podía creer nada de lo que estaban viviendo. No lograba asimilar la idea de que todo lo que alguna vez soñó, todos los años que trabajó, estaban dando sus frutos. La Flor pequeña que vivía adentro suyo era quizás la más feliz de todas sus versiones en ese escenario.

Mientras cantaban y veían las linternas de los celulares moviéndose de un lado a otro, simulando una noche estrellada, sintió una leve caricia en su espalda, de una mano que conocía muy bien.

A veces sentía que podían hablar sin palabras y sin siquiera mirarse, y en ese momento, como si fuese telepáticamente, sentía que le estaba dando las gracias por ese momento.
Luego de inclinarse y saludar al público, se abrazaron, y en ese traspaso de energías conectaron con el calor del cuerpo del otro, que era tan compensador cuando terminaban un show tan grande e imponente como los que solían hacer. Sabían que sin el apoyo del otro nada habría sido posible.

Al finalizar la noche fueron a festejar en familia y comer todos juntos. En la gran mesa quedaron sentados al lado de ambas madres, que aprovecharon tenerlos juntos para sacar conjeturas y realizar comentarios al aire indirectamente diciéndoles que sabían y entendían absolutamente todo. La situación los hacía ponerse rojos y al no poder defenderse buscaban no contestarles directamente. Llegada la medianoche, el grupo joven se acomodó para salir a una fiesta, y festejar en la noche uruguaya un show cumplido.

En la oscuridad del boliche se encontraron sin sentirse observados ni presos de la atención de los demás. El alcohol y el reggaetón que inundaba el lugar los ayudó a terminar de soltarse y disfrutar de la  noche. Se alejaban un poco del grupo para quedar solos los dos, bailaban pegados todas las canciones, y más de una vez algún que otro beso era reprimido por estar cerca de los demás.

Los amigos de Nico les gritaban cosas y se reían, con unas copas de más nadie del equipo iba a disimular nada, ni se iba a fingir demencia con situaciones que estaban a la vista. Nico se reía y Flor les contestaba cosas ininteligibles, que quizás al otro día lamentaría.

Llegaron las 5 de la mañana, y quedando una hora para terminar el boliche, Flor le susurró algo al oído a Nico.


Tenía hambre.



Se fueron del lugar, y a la salida, encontraron un carrito en la cuadra de enfrente con un señor sin remera preparando panchos. Ella se emocionó mucho y le pidió comprar una coca también. Nico, para decorar el momento sagrado, le pidió al señor agregarle lluvia de papas al manjar.

Se llevaron el pancho y la lata de gaseosa a un banquito de madera. El boliche estaba en una costanera llena de árboles, con un parque hermoso, y el sol todavía no llegaba a salir. El alcohol seguía en sus sangres, y mucho no hablaban, por que en esos momentos las palabras sobran.

Así como muchas veces el amor los encontraba compartiendo atardeceres y canciones de Cerati, hoy lo hacía con un amanecer, un pancho, una gaseosa, y canciones de cumbia villera de fondo, saliendo del boliche.

Tenían las caritas cansadas, que uno tiene normalmente después de una gran noche de fiesta, y compartieron a la par el momento. Flor y su estómago hambriento disfrutaron mucho, y comió un poco más que Nico, que tomaba de la lata mientras acariciaba con golpecitos la pierna de ella, como marcando el ritmo de la música que sonaba. Tarareaba como podía las canciones mientras la usaba de tambor, y Flor le devolvía los golpecitos en el pecho.  Ella se reía con un poco de mostaza en los labios, y él buscó correrle las manchas con su pulgar.

Se miraron por un momento muy largo, y ella buscó de sus besos, que la transportaban a una dimensión paralela. El lujo era vulgaridad en escenarios como éste, donde lo más sencillo y auténtico los hacía las personas más ricas del mundo.

A LA PAR | OCCHIAMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora