Vámonos a Marte

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Valen: - Cómo carajo no nos van a avisar que se van a la mierda?!

Valen, apoyada contra la ventana del auto de Nicolás, agarrada de la mano de Flor, les recriminaba la noticia totalmente inesperada. Habían organizado todo con tal de poder cumplir con el plan de la mejor forma posible, y al cabo de una semana, el programa se había reorganizado. Iban a estar sin los conductores principales durante las vacaciones y una parte de la primer fase del año: en total, dos meses.


Creían que era una locura. Es más, al momento de plantearlo se dio un escándalo en la mesa directiva. Nicolás supo defender su postura y su decisión, y abriendo camino a sus creencias, convenció a quienes hizo falta sobre lo que necesitaba. Él lo necesitaba, y la verdad ya había sido instalada por su corazón en su cerebro. No había vuelta atrás.


Flor: - yo soy rehén de este hombre, no me mires a mí que casi no lo reconozco en este estado


Flor se reía, y detrás de sus ojos se notaba que había un secreto muy grande. Era el secreto que también escondía Nico, que con una mano buscaba su rodilla.

Valen los hizo bajar del auto a ambos para abrazarlos, y aprovechó para decirles como pudo, con sus ojos, que ella presentía que algo tramaban. Se entendían, los conocía hace años a ambos, algo creía. Además, era la encargada de dar la noticia a los otros del grupo.

Nadie dice nada, o nadie sabía nada, de ellos dos. Y así iba a ser por 60 días.

Nico salió con el auto, y ya con las valijas guardadas en el baúl, se dirigieron hacia el aeropuerto. Por si todavía no se entendió, se estaban yendo de luna de miel, pero más que casados, era una despedida de pareja sin hijos.

Iban a ser fugitivos por un tiempo, de las estructuras y de las obligaciones cotidianas.


Flor: - no me vas a decir a donde vamos? Ni la compu pude ver ayer

Nico se reía y negaba con la cabeza mientras tarareaba una canción de Los Cafres, y Flor se quejaba por no saber el primer destino de esta locura impulsiva que iban a cometer. Había hasta secuestrado su pasaporte y dni, y los tenía escondidos en algún lado que ella no sabía.



Iban mirando la autopista, y el sol estaba cayendo en el horizonte. Ella pasaba más tiempo mirándolo a él, que fruncía el ceño concentrado en la ruta, y su cara parecía igual a la que tenía en una foto de niño que alguna vez le mostró. Se sorprendía de cómo aún de adultos, los humanos conservan ciertas maneras de expresarse, con gestos, con arrugas, con palabras. Hay cosas que están para recordar lo que alguna vez existió.



Flor: - mi amor, me estás haciendo caso!



Se emocionó al reflexionar y darse cuenta de que había cometido su victoria. Recordó la vez que hablaron hace un tiempo, en el aeropuerto de Miami, sobre si algún día tuvo la necesidad de dejar todo como estaba para escaparse a otro lugar.

Nico no entendió a qué se refería, y ella le prometió contarle en Ezeiza. Puso una canción en el auto, mientras el atardecer se convertía en una noche estrellada. Ella había descubierto el botón que despejaba el techo, y la ventana que dejaba ver el cielo nocturno.

Desde el cielo todo es más bonito
Déjame llevarte a las estrellas otra vez
Como la noche de ayer
Vámonos a Marte donde nadie vaya a buscarte
Ni a ti ni a mí
Donde todo es más callado y solitario pa los dos
Donde no hay nadie más que tú y yo


Hicieron el check - in, mientras ella renegaba para intentar leer a donde iban los pasajes. Se reían mientras había un pequeño forcejeo con los pasaportes, hasta que ella decidió dejarse sorprender por él.

Cuando llegaron a la puerta para abordar, y se sentaron en los sillones de espera, desparramaron sus cosas entre el suelo y los asientos, y Flor lo miraba, atenta.


Nico: - me decís por qué te estoy haciendo caso, según vos?

Flor sonrió, y mientras le acomodaba las cejas con una de sus manos, le recordó lo que hace un tiempo habían discutido, en la misma situación, esperando un avión.

Flor: - yo te dije una vez mientras nos volvíamos a nuestras obligaciones, si algún día no se te ocurrió escaparte. Y vos me dijiste que habías construido tu vida para que no te provocara esa sensación, aunque creo que te referías a que no había nada más en lo que quisieras enfocarte.

Él sonrió bajando la cabeza, y mirando el pequeño espacio entre los dos. Tomó una de sus manos y comenzó a dibujar pequeños círculos con la yema de sus dedos. Suspiró.

Nico: - Creo que no soy yo quien está decidiendo esto, o quizás es una versión mía que no conocía. Me gusta saber que voy bien acompañado, por que esto es para los dos. Así que sí, te estoy haciendo caso, mi amor.

Flor lo miraba mientras torcía la cabeza, con la mueca típica que hace cada vez que Nicolás le provoca ternura. Se sorprendía todos los días por ver quien tenía a su lado.

Flor: - Nos toca escribir ese cuento hipotético que alguna vez te planteé entonces.

Él asintió y la rodeó con un brazo, para traerla más cerca. Apoyó el cachete con el suyo, y le dijo que la amaba en un tono bajito, que ella correspondió, con un beso.

El avión ya estaba en la pista.

Mientras se acomodaban y ella buscaba la mejor forma de estirar sus piernas sobre las de él para recibir masajes, el capitán comenzó a hablar.

La emoción de ella se dibujó en su cara en forma de sonrisa y ojos achinados, al escuchar el destino del vuelo. No lo podía creer.

Y esto era solo el comienzo.

A LA PAR | OCCHIAMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora