Gala

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Ya había llegado el gran día, y todos estaban ya en Miami. Luego del programa, todos fueron a descansar para luego comenzar a arreglarse para la gran noche. Tenían tiempo hasta las 20hs para estar listos.



Flor y Momi se pasaron la tarde entera durmiendo y debatiendo chismes mientras su cuarto cada vez era más desastroso. Había ropa hasta en la bañera, y los zapatos bloqueaban la puerta de ingreso.

Cuando se hicieron las 17.30, faltando media hora para la llegada de la maquilladora y estilista, comenzaron a despejar la zona entera lo más rapido posible para que no les diera vergüenza el desorden que podía ocasionar juntar a ambas mujeres en un cuarto. Además de ser amigas y llevarse de maravilla, eran igual de relajadas en cuanto a la limpieza; pero tenían un grado de pudor si alguien más iba a compartir ese espacio con ellas.



Por otro lado, los chicos del programa pudieron descansar un poco más, y alrededor de las 20hs ya estaban listos, esperando en el lobby al resto del grupo. Nico bajó solo, se había terminado de arreglar a las 19.40, antes que todos, y había pasado los siguientes veinte minutos mirando su celular, mientras él resto no aparecía.


Quienes llegaron a último momento, para sorpresa de ninguno, fueron las conductoras. Entre risas y fotos, y comentarios sobre la impuntualidad por parte del resto, se organizaron entre todos para dividirse en los autos. Como siempre, Nico fue el conductor de una de las camionetas, y Flor su copiloto. Atrás iban los otros tres, que hacían chistes y comentarios al margen sobre la pareja, y sobre como podrían ser una gran familia disfuncional de película.


Llegaron, y encandilados por los flashes de las cámaras y las miles de personas que buscaban saludarlos, se adentraron al evento. Muchos ojos estaban sobre el grupo, pero en especial, sobre ellos dos.


Nico fue el único galardonado en la noche, que recibió un premio por conducción, y en su discurso lo compartió con ella, que desde su asiento lo miraba con una gran sonrisa. Al convertirse en protagonistas del momento, el resto de las personas los miraban, como si estuviesen intentando descifrar si era verdad el rumor de romance que corría en las noticias argentinas.


Terminada la noche y con un verdadero mal humor, el grupo se fue a distenderse y festejar por ahí, pero él, ni lento ni perezoso, aprovechó la complicidad de sus compañeros para irse con ella, solos, en el vehículo más pequeño. Hicieron una parada para cenar hamburguesas, con un Martín Fierro como decoración de la mesa. Mientras Flor se quejaba de su desperdicio de outfit, él sólo la miraba. Para él nada había sido en vano en esa noche, que recién comenzaba en su opinión.



Luego de su cena, se fueron a dar un paseo por esa ciudad que siempre estaba dispuesta a recibirlos con los brazos abiertos y las rutas llenas de canciones, como si hubiese sido diseñada sólo para ellos dos y su amor. Iban escuchando reggaetón viejo, y cantaban cada letra de memoria.


Dejaron el auto en el hotel, y cuando creían tener la zona despejada, se adentraron en los pasillos eternos para subir al ascensor. Mientras caminaban, ella lo tironeaba un poco del saco.


Nico la miraba y levantaba las cejas como preguntándole qué quería. Ella, se reía, y se subía al histeriqueo que manejaban cada vez que ninguno de los dos se animaba a rogar por un beso.

Nico: - qué querés? que me mirás así

Cortó su paso parándose al frente de él, y rodeándolo con sus brazos. Él la tomó por la cintura, y mientras iban besándose caminaban como podían por el pasillo. A ella se le complicaba caminar hacia atrás, por la cola del vestido, y él, todo un caballero, con una mano había agarrado ese pedazo de tela, siendo servicial y liberando su paso. El beso era con sonrisas de ambos, y palabras entre medio, que no llegaban a lograr una conversación, por que la pasión y las ganas de llegar al ascensor no se los permitía. Se creían que no habían testigos, pero tanto el personal del hotel, que desde recepción los miraban por las cámaras, como alguna que otra persona que pasaba por ahí, los estaba viendo.



El momento más gracioso, fue cuando Nico, muy concentrado en ser quien dirigía la caminata de la pareja, vió a lo lejos a Santi, inmóvil, parado en el medio del pasillo, mirándolos envueltos en la pasión.
Nico abrió los ojos como platos, y Santi, con la boca semiabierta, le hizo una seña de que no había visto nada, y saludando, se dió media vuelta y se fue. A todo esto, ella no se había dado cuenta de nada, pero al ver los ojos de Nico, giró su cabeza un poco y vió a Santi subiendo a un ascensor. Una risa nerviosa los invadió a ambos, cortando con el ambiente, y procedieron a bajar los decibeles y mantener las formas, mientras subían al piso de ella.

Flor entró a su habitación, que casualmente estaba al lado de la de Santi, y al cruzárselo volvió a sus nervios y a balbucear mientras un tono rojo aparecía en su cara. Salió de nuevo de la habitación, con un pijama.


Flor: - Santi nos va a hacer pagarle la psicóloga después de la escena que armamos

Nico: - *ríe* sí, y eso que vos no viste la cara que hizo cuando nos vió, casi sale corriendo pobre

Flor: - qué vergüenza, eso por qué no cuidas las formas

Nico: - yo no cuido las formas? vos empezaste


Se reían, y mientras pensaban en la retina y el nuevo trauma de su amigo, ambos estaban rojos.



Pasaron lo que quedaba de la noche juntos, entre charlas filosóficas, sexo, teorías sobre ellos dos y risas, acompañados por un champagne que sacaron del minibar.

Alrededor de las 2 de la mañana, ya derrotados por el cansancio, se durmieron compartiendo la misma almohada, y él envolviéndola en sus brazos, aprovechaba la posición para oler su perfume, su esencia.


Mañana los esperaba otro día.

A LA PAR | OCCHIAMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora