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— ¿Por qué nadie me quiere...? — La chica decía entre susurros. Su cabello desordenado tapaba su rostro.

La chica quejó del dolor al recibir un nuevo golpe. — ¡¿Qué mierda susurras?! ¡Cállate! — El hombre adulto de unos cuarenta había arrogado un objeto de vidrio a la chica. — Que inservible eres, ojalá nunca hubieras nacido, solo arruinaste mi vida.

Las chica derramó lágrimas inconscientemente. No le dolían las heridas, o aquellos cortes, le dolían aquellas palabras tan hirientes para ella.

No debí haber nacido...

Al finalizar su día a día solo estaba encerrada en su cuarto llorando de la impotencia. Su vida siempre fue así, ¿Por que todavía no se acostumbraba? Desde que nació, hasta ahora, 17 años.

Sufria maltrato por parte de su padre y sus hermanastros, ellos la trataban como basura. Tal vez sabía el por qué, ella era una hija bastarda, una hija fuera del matrimonio. La esposa del padre de la chica al entererse de esto se enfado con su padre y lo abandonó a él y a sus hijos. Él se vio obligado a darme su apellido, no porque realmente la haya reconocido como su hija.

Día tras día, es lo mismo, de verdad... ¿A nadie le importo?

Ella solo quería una cosa, por más sencillo que parecía, era lo más difícil que le resultaba conseguir, y eso era ser amada.

Su sufrimiento la agoviaba, ya no aguantaba más.. Realmente ya no podía más.. Dolía demasiado.

Ya no podía esperar a que la muerte llegara por ella.

Abrazaba sus piernas y en una de sus manos traía un cuchillo. Su vista estaba nublada y mirando a la nada. Dejo de abrazar sus piernas y continuó llorando. Levanto la mano en la que traía el cuchillo. Lo miro con tristeza y apuntó a su estómago.

Una lagrima cayó de la comisura de sus ojos. Con su última fuerza se apuñaló a sí misma cayendo al suelo completamente. Su mirada perdida ni siquiera expresaba dolor. Ella deseaba sentir esta paz a la que se le llama 'morir' aunque hubiera deseado haber sido feliz y no haber sido maltratada por la vida.

Pensó que algún día alguien vendría a ayudarla, pero ese alguien que una vez imaginó, nunca vino. Solo fueron sus esperanzas las que la mantenían viva hasta que las perdió al pasar de los años. Sentía que su vida estaba perdida y sin rumbo. Su cuerpo ya no dolería más, ya no le dolería...

Fue cerrando los ojos con delicadeza. Sentía como por fin estaría lejos de las personas que la odiaron y repudiaron por el simple hecho de existir.

Ahora era una pequeña luz que estaba desapareciendo. Hasta que escuchó una voz.

— La vida que te he dado, solo yo puedo quitártela. Comprendo tu sufrimiento y te compensare con ello. Tu vida se convertirá en una misión o un castigo por haber decidido irte sin mi consentimiento. Tu regalo y tu castigo.

No entendía el por qué de aquella voz, no sabía quien era pero contestó. — Yo... Me haré cargo de mi castigo...

Cualquier cosa para no regresar a ese infierno. Aquella voz la escuchó y la volvió a su forma humana. Ella pudo ver sus manos, toco su rostro y se preguntaba si seguía viva.

Crearé un mundo para que lo guíes . — Volvió a escuchar aquella voz. — Te encargarás de ver por el bienestar de las personas y que cumplan con su destino. Podrás verlos, tocarlos, incluso interactuar con ellos pero no acercarse demasiado a ellos. Podrás vivir una vida normal con ellos pero no modifiques sus destinos. Si alguna persona termina siendo tu alma gemela, podrás estar con ella. Y este mundo se heredarán a tus descendientes. Este es el regalo y el castigo que te dejo.

La mujer escuchó atentamente cada palabra. Sintió como su cuerpo de pronto se volvió liviano. Luego cayó por la oscuridad hasta llegar al suelo. No siento dolor al caer, era como si fuese una pluma. Miró a sus alrededores y vio lo similar que era este lugar a su antiguo mundo. Comenzó a reír de la satisfacción.

Caminó vagando por las calles. Observaba a las personas que cruzaban la calle charlando con sus amigos o sus parejas o familiares, reían y se veían felices. Ella quería reír junto a alguien así.

Miraba con envidia aquella felicidad. Ese sentimiento tan desconocido era envidia, ella no sabía eso.

Mientras caminaba miraba a sus alrededores, al estar distraída casualmente chocó con alguien de gran tamaño. Al parecer esa persona estaba de muy mal humor ya que habló de una forma grosera. — Mierda, ¿No tienes ojos?

La chica no sabía cómo reaccionar, hasta que recordó algo mientras veía a aquel hombre. Le recordó a su padre y de alguna forma lo miró de una forma fría y desagradable. — Los tengo, ¿No los ves?

El hombre frunció el ceño con enogo y tomo a la chica del cuello tratando de ahorcarla. — ¡¿Con quién crees que hablas?!

Respirar se le dificultaba, ¿Hiba a morir? Otra vez no... Ella realmente la había cagado.

Ella sabía no era mala, su actitud tan imprudente fue algo de ella que no conocía. No se conocía lo suficiente para saber como era su actitud al ver a alguien igual de idiota que su padre. Por que así era como realmente quería hablarle a sí padre cada ver que la insultaba pero nunca pudo hacerlo, por miedo.

Pudo volver a respirar al sentir que él agarre del hombre se debilitó. Pues alguien había sujetado con más fuerza la muñeca del hombre. — ¿Qué crees que haces? — La voz masculina pronunció con molestia, volteo ligeramente para ver a la chica. — ¿Estas bien?

La chica abrió más los ojos al ver a aquel chico.

El hombre frunció el ceño con enojo. Soltó su agarre de la chica y se dispuso a golpear al chico frente a él de cabellos azabaches.

El chico como si hubiera predecido su movimiento esquivo el golpe y con su puño de la derecha dio un golpe en el estómago del hombre con fuerza haciendo que el hombre quejara de dolor.

El chico de cabellos azabaches tomó la mano de la chica y salió corriendo junto a ella para escapar.

Corrieron sin rumbo, pero al darse cuenta de que ya estaban lo suficientemente lejos, el chico se detuvo. — Eso estuvo cerca.

La chica tenía las mejillas rosadas, este chico la había ayudado. — G-gracias..

El azabache sonrió gentilmente y respondió. — De nada, pero deberías tener más cuidado. La chica asintió.

— ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó el azabache con curiosidad.

La chica algo nerviosa, jugaba con sus dedos  y con nerviosismo habló. — Yang Zi, ¿ Y-y... Usted...?

— Soy Yun, Xiao Yun. — Dijo con una gran sonrisa en su rostro.































Holas, espero que les esté gustando la trama que se va formando. Creo que serán tres capítulos del pasado y de ahí volveremos al presente. No sé pero algo así lo haré.

Gracias por leer^^

Nota: Me dio una ataque de inspiración xd estuve escribiendo demasiado, llegue al capitulo 15 jaja solo publicaré este capitulo y ya los demás los publicaré después. Pero no se olviden de votar por que sino me voy a desanimar.

Cambiando Nuestra Historia [Yizhan] (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora