Capítulo 9

5 1 1
                                    



Podría decirse que Taehyung no pensaba rendirse, y es que, jamás lo pensó. Aunque lloró, porque sabía que no podría volver a ver a Jungkook nunca más después de esa decisión.

Aunque no estaba arrepentido de su decisión, porque mil vidas no es lo mismo que vivir toda una vida con él.

Y jamás lo será.

De qué servía verlo sólamente pocas veces en cada vida si no podía quedarse hasta el final de sus días. En los que ambos estén viejos y canosos, llenos de años y de momentos juntos.

Prefería dejar de existir por el resto de su eternidad al tener que volver a sentir cómo su amado lo olvidaba y lo soltaba.

Prefirió dejar de existir, porque es más doloroso vivir viendo al amor de tu vida sin poder hablarle, tocarle, incluso mirarle.

Es horrible.

A veces se preguntaba que si, después de que él regresara a las estrellas, Jungkook se casaría y haría todas esas cosas que una vez prometieron ellos.

No lo negaba, estaba celoso de esa persona tan afortunada que podía decir que estaba unido en cuerpo y alma a Jungkook.

Taehyung lo estaba, pero sólo en alma.

Pero él era de Jungkook, cada destello y perfección de este era de Jungkook, nada más de él.

A él iban dedicadas cada estrella azul que mirase, cada estrella fugaz o constelación eran dedicadas a ese chico de ojitos de bambi.

Él era la estrella de oro, era única entre todas.

Era una gold star.

El gold star de Jeon Jungkook.

Jungkook se encontraba empacando sus cosas, dejando algunas en esa habitación la cual nunca le gustó.

Volvería al pueblo que una vez fue su hogar cuando era pequeño. No tiene muchos recuerdos de él, de hecho, no recuerda de el, sólo recordaba a su amigo Min Yoongi, con el cual aún mantenía comunicación.

— Jungkook, no es necesario que me acompañes. —dijo su abuela, entrando a la habitación de su nieto.

— ¿Cuándo llegaste? Pensé que estarías en tu casa esperandome. —Jungkook se rio, su abuela se podía mover mejor que un adolescente, aún mantenía un alma joven, en cambio él, que ya era todo un adulto, se sentía un anciano y un flojo, pero a fin de cuentas, si quería vivir, tenía que seguir.

La mirada juzgadora de su abuela llegó, haciéndolo reír de nuevo. —Ya abuela, no sigas, iré contigo, te ayudaré a llevar las cosas, y en una semana volveré, ¿okey? Y también iré cada que tenga tiempo, pero ahora, voy contigo, y aquí acabó la discusión.

Su abuela se resignó y asintió, soltando un suspiro.

Ambos se dirigieron al avión, en el auto la radio estaba encendido mientras sonaba una canción de Elvis Presley, llamada "Can't Help Falling In Love" era una de las favoritas de su abuela, por eso le subió más el volumen, viendo de reojo la leve sonrisa que se asomaba.

Ya en el avión, ambos se habían dormido rápidamente, pero en la madrugada, la abuela de levantó asustada, causada por una pesadilla que había tenido. Con cuidado y sin hacer mucho ruido, se dirigió hasta el baño, cerró para que nadie la molestara y empezó a toser, sangre salió de su boca, se limpió su mano que estaba manchada, restándole importancia lo que acababa de pasar.

Sólo pensaba en una cosa, su nieto.

Tenía miedo de volver a su pueblo y que el chico que ya Jungkook había olvidado volviera a aparecer.

Avenida 87Donde viven las historias. Descúbrelo ahora