Capítulo 8

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— ¡Bienvenido a casa, Taehyung! —Seokjin fue hasta su hermano y lo abrazó.
Taehyung sonrió leve y aceptó el abrazo.

Pero Seokjin notó algo raro en su sonrisa, y sus sospechas -como siempre- fueron ciertas.
El rubio empezó a llorar en silencio, se escondió en el cuello de su hermano y ahí empezó a llorar.

Todas las vidas de Jungkook eran lo mismo.

Jungkook crecía, conocía a Taehyung, se enamoraban de nuevo, y luego Taehyung volvía con su corazón destrozado por no seguir con su amado.

Abrazó aún más fuerte a Taehyung, tratando de consolarlo.

— Lo volverás a ver... Todo estará bien... —susurró en el oído de su hermano.
— N-no... Sólo me queda una oportunidad... Recuerda que tenía 100 oportunidades. En estos 300 años no he encontrado la manera de quedarme a su lado. —sus ojitos estaban tan humedecidos que apenas veía, su voz se escuchaba tan quebrada, su corazón no latía como otras veces, su brillo se disminuía, y su vida se acortaba cada vez que se ponía así.

Cuando las estrellas lloran por amor, mueren después de 100 oportunidades.

— No... Verás que encontraremos una solución. —Seokjin trató de no llorar.
Si bien al principio sabía que era mala idea, pero él había sido un humano también, sabía lo que se sentía amar profundamente a alguien.
Sabía cómo se sentía amar a alguien en silencio, esperar a que las luces se apagaran, tomar la mano de alguien a mitad de la noche, mientras las calles están en completa soledad, y sólo sus susurros fueran escuchados.

Sabía qué se sentía enamorarse a temprana edad, y fingir que no estaba enamorado por miedo a la sociedad.

Su corazón de estrella aún amaba a ese chico, aún lloraba por él, pero, él no tenía las ventajas de Taehyung.
Él podía ir a ver a Jungkook, abrazarlo, besarlo, pero por supuesto, entre las sombras.

Seokjin no era una estrella común, era un fallecido.

Cuando personas especiales mueren, se convierten en estrellas.
Ese tipo de estrellas, no son tan importantes para el universo.
Su único deber es dar luz a la tierra, con su poca luz.
Las estrellas que nacieron del mismo universo, tienen muchísimo más brillo que los fallecidos, y tienen dones con los cuales pueden ayudar a los humanos, animales, todo ser vivo.
O inclusive, ayudarse a si mismos.

Y Taehyung era de esas siete estrellas más importantes de toda la galaxia.
Sus dones y ventajas lo ayudaron a poder acercarse a Jungkook.

Estaba bendecido y a la vez condenado.

Moriría tarde o temprano.
Era inevitable.

— Es gracioso que tengas 100 oportunidades. —sin darse cuenta, ya estaba llorando, pero reía aún así.
Taehyung se separó un poco de él y lo observó.
— He visto a tu chico. —dijo Taehyung mientras sonreía un poco.
Acarició las mejillas de Seokjin y retiró aquellas lágrimas.
— Su reencarnación es idéntica a la antigua. —Seokjin no lo podía creer, su único amor había vuelto a nacer.
Empezó a llorar de la felicidad, pero después, aquél brillo en sus ojos y su sonrisa se fue al recordar que no podría verlo.
— M-me alegra saberlo... —miró al suelo, con su dolor insoportable en su corazón.
— Tengo una idea. —mencionó Taehyung mientras se alejaba de Seokjin.
— ¿De qué se trata? —preguntó curioso, observó cómo su hermano veía a la luna y sonreía como un adolescente enamorado.
— Ya que esta será mi última oportunidad y noches siendo estrella... Quisiera ser un adulto y poder hacer todo lo que no pude hacer con Jungkook siendo niños.
Siempre voy con un cuerpo de un niño de 13 años. Y aunque suene mal, lo he besado, acariciado, de la manera más tierna y sincera posible, pero a veces perdía la cabeza y tenía que separarme de él..
— ¡¿Quieres decir que quieres hacerle algo más que besarlo?!
— ¡No! ¡Bueno sí! ¡Pero es más que eso! Quiero llevarlo a muchas partes, decirle tantas cosas, ser libres por unos días... Y enseñarle todo lo que sea posible. Para así poder irme y saber que él estará bien.
Y también quisiera... Darte la mitad de mi oportunidad, para que lo vuelvas a ver, a Namjoon, y conozcas a Jungkook, y no sé... Ser una familia mientras siga vivo. —dijo mientras juntaba sus manos algo nervioso y triste.

Compartir sus oportunidades era muy difícil con una estrella como Seokjin, por eso nunca lo intentaron, además de que era peligroso para ambos.

Y compartir la mitad, es como decir que una estrella tiene 100 días para estar en la tierra, y en caso de llegar a compartir, los días disminuyen quedando hasta la mitad; 50 días en total.

Seokjin sabía eso, pero lo que más le aterraba era cómo estaría Taehyung esos días.
No podría caminar, ver, o respirar, se desmayaría continuamente, podría llegar a morir si no controlaba eso...
Porque sí, se podía controlar, y más una estrella tan importante y valiosa como Taehyung.

— No estoy seguro, Taehyung, tú podrías...
— He encontrado una manera para que no ocurra nada malo, en serio, confía en mí. Está en tus manos aceptar mi decisión y compartir conmigo los días y noches que me quedan. —interrumpió Taehyung, parecía que le estaba suplicando, Seokjin quería abrazarlo y protegerlo.

No podría vivir sin él, sin su única familia, sin su Taehyung, sin su hermanito pequeño. No podría con tanto...

Pero sólo quería hacerlo feliz, quedaba poco tiempo, y, además, quería ver a su antiguo amor más que nada.

Con lágrimas en sus ojos, con su voz entrecortada, y sus pocas fuerzas, asintió.

Taehyung se acercó y lo abrazó, agradeció con un"gracias" que repetía en cada segundo. El hermano mayor sólo podía sostenerlo en sus brazos mientras lloraba sin parar.

Lloró, lloraron, eran un sin fin de sentimientos ocultos.

Las estrellas también sienten, lloran, y se enamoran.

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