Capitulo 12

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Todo lo que fuí, todo lo que seré, es debido a tí, es la única verdad.

Todo lo que soy, todo lo que amé, no tiene sentido, jamás lo tuvo, pero qué podía hacer yo, si me enamoré de un humano, de un hombre, de alguien que tenía que levantar la mirada para apreciar mi brillo que moría, y yo tenía que bajar la mirada para admirar la vida que jamás tendría yo.

Rompí tantas reglas para llegar hasta este punto, para morir haciendo lo que más amo; estar a su lado.

Querido universo, querido creador, esta es mi condena, esta es mi decisión.

Quién diría que esperar la muerte podría ser tan preciosa, tan especial.

Cada segundo con él se siente como el último, si tan sólo pudiera detener el tiempo, más tiempo, es todo lo que anhelo.

Quiero vivir todas las vidas que haya a su lado, vivir intensamente a su lado, enamorarme de él en cada mundo.

Soy una estrella muerta, enamorado de un hombre vivo.

—Aún lo amas.

—¿Qué?

—Aún lo amas —repitió la estrella—. Sigues creyendo que sólo fue una etapa de tu niñez, pero, Yoongi, incluso los más pequeños pueden sentir el amor verdadero.

Yoongi observó cómo Taehyung veía al cielo con una pequeña sonrisa, pero en aquella sonrisa no había felicidad, podía notarlo perfectamente, había algo más, tristeza, nostalgia, algo que no podía descifrar.

—No entiendo de qué hablas. —sacó del bolsillo de su pantalón un cigarrillo, estaba por prenderlo cuando le fue arrebatado por el rubio, quien lo miraba con el ceño fruncido.

—Fumas cada vez que quieres evadir un tema, eso es siempre. Te matará. —tiró al suelo el cigarrillo y lo pisó.

—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Yoongi.

—¿Qué cosa? —se recargó en el árbol y Yoongi imitó su acción.

—Que cuando era niño estaba enamorado de él y lo de fumar cada vez que quiero evitar algo. —respondió fijando su atención en el rubio.

—Siempre te veo fumar cuando evades un tema o quieres ignorar algo. —respondió sin mirarlo a los ojos.

—¿Y en lo de Jungkook?

Taehyung guardó silencio por unos minutos, sin poder responder. Su corazón se aceleró y su vista se nubló.

—Nunca mencioné a Jungkook.

(...)

—Estás loco.

Jungkook negó con la cabeza ante las palabras de su tío, se acercó a él y le dijo con mucha seguridad su decisión.

—Me quedaré.

—¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? En Londres lo tienes todo, un empleo, una casa propia, buenos amigos y varias pretendientes. —decía mientras bebía de la tasa de café que le dió su madre.

La abuela de Jungkook, madre de Namjoon, se sentó en unos de los sofás, observaba en silencio la pequeña discusión que ambos tenían.

—Mi abuela está aquí, no puedo dejarla sola. —comentó Jungkook.

—Jungkook, es mi madre, yo la cuidaré, vendré cada semana a verla, pero tú, tú no puedes desperdiciar todos los años que estudiaste para llegar hasta tu puesto en esa empresa —se levantó del sofá, tomó su abrigo y volvió a mirar a su sobrino—. Volverás a Londres, Jungkook.

Avenida 87Donde viven las historias. Descúbrelo ahora