Capítulo 26 🌙

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Cellbit

Baghera llevaba al menos 10 minutos viendo a un punto fijo sin decir absolutamente nada, no estaba seguro de como ella pretendía enfrentar algo así, le vi morder algo ansiosa el interior de su labio inferior.

-¿Qué tanto daño produjo? - preguntó dubitativa

Ella no parecía querer enterarse a pesar de estar preguntando, el suspiro resignado que escapó de entre sus labios me lo hizo saber, ella simplemente se acercó en silencio hasta el pequeño sofá que había en la habitación, lugar donde a Roier le gustaba acomodarse a dormir cerca de la calefacción, sentándose muy en el borde de este.

Su postura era demasiado tensa para pasar desapercibida, sólo quedaba esperar que ella tomara la decisión correcta.

-Produjo un daño que creo irreversible - mencioné - ella no puede concebir en consecuencia de ello.

Le vi frotar sus ojos con las yemas de sus dedos aún sin alzar la mirada, su postura tensa decayendo rápidamente al oír esto último.

-¿Podría ser eso reversible? - su voz se oía tan apagada, no conseguía percibir ira, impotencia o rencor en ella - existen muchos tratamientos, podemos pagarlos.

- Baghera- la interrumpí - los casos en que es reversible, son mínimos.

-Pero entonces si hay una posibilidad - agregó.

- Hay una probabilidad aunque sea mínima.

Ella lucía tan miserable que lamentaba demasiado decirle que aquella posibilidad era casi inexistente, pero tampoco podía engañarla dándole falsas esperanzas.

Esto había sucedido dos veces durante el tiempo que llevaba trabajando en la empresa según tenía entendido, o al menos esas fueron las únicas de las cuales me enteré, aquel bastardo jamás me permitió participar en ninguna de las reuniones con sus asesores legales, lo que me lleva a pensar que las demandas por parte de consumidores era algo que esperaba mantener fuera de mi alcance.

Las personas con conciencia no estamos hechas para ese tipo de trabajo sucio, razón más que suficiente para él, como para decidir hacer sus movimientos a espaldas de nosotros aún siendo quienes quedaríamos a cargo de todo esto en su lugar al retirarse.

Ver a Baghera lucir tan desconsolada me hacía querer arrancar la cabeza de aquel infeliz con mis propias manos.

- Baghera- la llamé inclinándome frente a ella hasta quedar a su altura.

Ella parecía a punto de estallar en llanto, y siempre he sido tan malo lidiando con las lágrimas. Los recuerdos de Baghera siendo una niña y llorando a diario, desconsolada por la ausencia de Gabriela, cayeron sobre mi como un balde de agua fría, en ese entonces no pude hacer nada por aliviar su dolor, tampoco el de nuestra hermana y ahora aún después de tantos años, nuevamente me encontraba atado de manos respecto a ellas.

La miseria emocional de Baghera era algo que me había obligado a cargar todos estos años, todo debido a la falta de afecto y comprensión por mi parte, la falta de una imagen a quien seguir para hacer lo correcto era algo que se le había negado, era algo que yo le había negado al estar embelesado con la posibilidad de formar parte de la empresa de papá, y hacerme de un puesto decente para sacarlos de aquella casa, pasando completamente por alto la sensación de abandono por mi parte que ellas recibieron, cuando tal vez sólo bastaba con una segunda mirada en su dirección, para notar lo equivocado que estaba.

Sólo bastó con que extendiera mis brazos en su dirección para que se aferrara a mi cuerpo, permitiéndose a si misma dejar salir todo aquello que tenía acumulado desde hace demasiado tiempo, recibiendo aquel  abrazo que llegaba al menos 15 años tarde y buscando consuelo en el, mostrándose exactamente como aquella pequeña niña asustada de lo que la vida tuviese para ofrecer.

"𝓢𝓲𝓰𝓶𝓪" (guapoduo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora