Capítulo 59

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✵ꕥ Cassandra Mueller –

Llegamos al puerto y nos subimos a un ferry lleno de turistas, estaba llena de emoción y no había soltado a Lando desde que salimos de la casa; mi muñeca estaba adornada por la pulsera que el me regaló, y cada vez que la miraba sentía que la amaba más, y que me enamoraba más de él.

El viaje fue de casi dos horas, me pasé todo el viaje admirando el mar y conversando con Lando, que parecía relajado y feliz.

En cuanto llegamos, nos separamos de los demás turistas, que iban hacia la ciudad; nosotros en cambio, caminamos por el puerto, lleno de barcos pesqueros y algunos ferrys. Mientras más caminábamos, las embarcaciones cambiaban a unas mucho más costosas, y Lando se detuvo frente a un yate que me dejó con la boca abierta.

Era grande y tenía tres pisos, el primero, dónde supuse que estarían las habitaciones, tenía una plataforma en donde podías tomar el sol, y cuando el yate estaba en mar abierto, saltar al agua. Lando tomó mi mano y me ayudó a subir.

Yo no podía creerlo, la simple idea de pasar el día en Santorini ya era maravilloso, ¿Pero esto? Era tan inesperado y perfecto que no podía dejar de sonreír como una niña pequeña.

— ¿A dónde vamos?

Lando se rió mientras me llevaba al tercer piso, para poder encender el yate. — Me pareció verte muy emocionada ayer, acerca de cierta playa, ¿No es así?

No podía ser cierto. — Es broma, ¿No?

Lando se rió de nuevo ante mi desconcierto, y me tomó de la cintura para acercarme y besarme. — Claro que no es broma... Todo con tal de hacerte sonreír, rayito.

Era el hombre más perfecto del mundo. De verdad.

En cuanto salimos del puerto, no tarde en alejarme un poco, para poder apreciar lo bien que se veía Lando pilotando el yate. ¿Acaso hay algo que no sepa hacer? ¿O que se vea mal haciendo?

Luego de un rato lo dejé y bajé al segundo piso, admirando las tumbonas que había para tomar el sol, la barra de tragos y más cosas. Sin poder evitarlo, bajé al tercer piso y entré por la pequeña puerta para investigar.

Era muy curiosa.

Había dos habitaciones, una con dos camas personales y la otra con una cama matrimonial. Baños y un pequeño almacén. Desde aquí, por las pequeñas ventanas circulares podías ver como el agua del mar llegaba casi al borde de tu mano, era increíble.

Cuando volví a subir, luego de probar un poco la cama, pude ver a lo lejos la que supuse que sería la playa roja. Me acerqué a Lando con emoción, besando sus hombros que habían quedado desnudos, cuando en algún punto decidió quitarse la camiseta.

Mientras más nos acercábamos, mas pude notar cómo la playa tenía una parte alta, como si fuera una pequeña montaña de color rojo, con el verde del pasto encima. La parte que estaba al ras del mar también era roja, y ver cómo se mezclaba el agua cristalina con el rojo de la arena era extremadamente hermoso. Solo había una pareja más en la playa, lo cuál agradecí.

En cuanto el yate llegó a un punto en el que no podía avanzar más, por la altura del agua, Lando me sugirió tomar la moto acuática, que por cierto, ni si quiera había notado, pero yo negué.

— De eso nada, nademos. — Me miró como si estuviera loca, aunque en cuanto me quité el vestido y quedé en bikini frente a él, no dudó en seguirme, causando que yo riera.

Me tiré al agua sin si quiera pensarlo, complacida por descubrir que no estaba extremadamente fría. Lando me siguió a los pocos segundos y nadé hasta él para poder subirme en su espalda. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su estómago.

Love on Track | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora