Love on Track | Lando Norris

Capítulo 17

TW: Ataques de pánico

✵ꕥ Cassandra Mueller –

Los mensajes de Cisca preguntándome dónde estaba, los de Max deseándome un buen viaje y que espera verme pronto, los de Pierre contándome algunos sucesos de anoche que según él "No sería capaz de recordar"

Cada uno de los mensajes me abrumaba más y más.

[Inicia la parte con TW]

La habitación parecía una ratonera, me sentía encerrada y me estaba asfixiando.

Uno creería que porque algo te pasa muchas veces, te terminarías acostumbrando. Pues no. Jodidamente nunca te acostumbras a asentir como tu corazón late rápido, tu garganta se cierra y tus pulmones no se llenan del aire suficiente.

Nada te prepara para sentir que estás muriendo.

Intentando mantener la calma, como cientos de terapeutas me habían aconsejado, me dirgí hacia el baño, dejando la puerta abierta, y me lavé la cara con agua fría.

Odiaba estar sola cuando esto pasaba.

Pero también odiaba cuando alguien me veía en este estado.

Durante mi adolescencia, lo había experimentado demasiadas veces, y mi padre me había buscado ayuda profesional.

Había ayudado.

Me habían enseñado distintas práticas y ejercicios que podrían ayudarme a calmarme. Pero en el momento en el que sentía que todo era demasiado, era difícil recordar alguna de ellas.

El agua no funciono, solo logré empezar a toser mientras la sentía deslizarse por mis fosas nasales.

Se sentía como si me estuviera ahogando.

En todos los sentidos.

Necesitaba hielo.

Hace algunos años uno de mis terapeutas me había aconsejado el tomar un poco de hielo en mi mano, para calmar los ataques de pánico.

En el momento me había sonado somo algo estúpido, pero sorprendentemente había funcionado. Al menos algunas veces.

Con mi mano en mi pecho, tratando de respirar, y mis ojos llenos de lágrimas que ya habían empezado a caer por mis mejillas, me dirigí a mi puerta. Tenía que salir, tenía que calmarme y buscar hielo.

En ese momento mi cabeza no funcionaba, no pensé en llamar a recepción o pedir ayuda. Solo me movía por mis instintos. Quería escapar.

¿Pero cómo se escapa de una misma?

Apenas había abierto la puerta cuando me dí cuenta de la mala idea que había sido; el largo pasillo de habitaciones me devolvía la mirada, tan largo que parecía no tener fin. Mi pánico solo aumentaba y mi respiración no se estaba regulando, me sentía como si llevara horas sin respirar correctamente.

No tenía más energía, me deslicé por la pared, quedando encogida en el medio del pasillo, llorando mientras luchaba por respirar.

Solo respira Cass. Solo respira.

Con cada intento mi garganta se cerraba más, las lágrimas caían más rápido y el pitido en mis oídos aumentaba.

La parte racional de mi cerebro sabía que esto acabaría, en algún punto. Lo malo es que, por lo general, en una situación como esta, no escuchas a tu parte racional del cerebro.

Siempre me habían pedido que describiera que era lo que sentía cuando tenía un ataque; nunca había sido capaz de poner mis sentimientos en palabras, aunque luego de varios años. Había sido capaz de llegar a una definición muy exacta, sobre como se sentía para mi.