Capítulo 55

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✵ꕥ Cassandra Mueller –

El día de Nochebuena, Vienna me convenció de preparar un pastel, hace muchísimo tiempo que no preparaba nada, pero como ella misma había dicho, solía encantarme la respostería.

Mientras ella preparaba la cena, yo había tomado un pequeño espacio en la barra para poder hacer la masa del pastel que haría, de chocolate, a petición de la pelinegra.

Cocinamos por horas mientras cantábamos y reíamos, y se sintió como si el tiempo se hubiera congelado a nuestros diecisiete, y volviéramos a ser unas adolescentes tontas. Suspuse que así era con las buenas amistades, sin importar cuanto tiempo pase, siempre podías volver a los recuerdos y revivirlos una y otra vez.

En cuanto la cena estuvo lista y el pastel en el horno, cada una fue a su habitación, para empezar a cambiarse; puede que fuéramos solo las dos, pero aún así lo pasaríamos bien.

Cenamos con una película navideña de fondo, Vienna abrió una botella de vino y comimos mientras recordábamos las diferentes navidades que habíamos pasado juntas, desde los viajes a las cabañas cuando éramos niñas, hasta la navidad en la que ella peleó con su padre y pasó la nochebuena en mi casa; e incluso recordamos nuestra última navidad, el año pasado, cuando junto con Nick, habíamos tomado un vuelo a Las Vegas, no había sido una navidad tradicional. No cena, no pavo ni regalos, solo los tres en nuestro cuarto de hotel, bebiendo champagne y riéndonos.

Cada navidad con ellos había sido lo más cercano a una familia que podría haber pedido.

En algún momento Vienna dejó caer una lágrima, y me abrazó con fuerza.

— A inicios de este año, estaba segura de que mi navidad sería una mierda, había aceptado que la pasaría sola. — Suspiró. — No sabes como agradezco tenerte aquí.

Mordí mi labio. — Ya, aún así se siente su ausencia.

Ella sonrió de forma triste. — Sí, pero es mejor sentirla contigo, haciéndonos compañía.

— Sabes que no hay mejor navidad que yo pueda pedir, que las que paso contigo, Vee.

Ambas sonreímos y nos abrazamos una vez más, cuando Vienna se separó, secó sus lágrimas y se apresuró a servir una nueva copa de vino para ambas.

Poco antes de las 12, Lando me llamó. — Lamento no haber llamado para la cena, rayito.

— No te preocupes, Lan. Fue perfecto, Vee estuvo conmigo todo el tiempo, y sigue aquí.

— Gracias por cuidarla, Vienna.

Mi amiga sonrió al escuchar al castaño. — Lo vengo haciendo desde antes que tú, Norris.

Los tres reímos.

— Terminaré de lavar los platos. — Anunció Vienna, dejándome a solas con Lando.

— ¿Sabes? Siempre en mi familia, hemos acostumbrado a agradecer por algo en navidades, algo diferente o nuevo que nos haya pasado ese año; mucho lo hacen en Año Nuevo, pero bueno, los Norris no somos normales.

Me reí al escucharlo. — Suena como una buena tradición.

— Agradezco haberte conocido. — Dijo entonces, y yo mantuve la respiración. — Lo hago cada día, agradezco que seas parte de mi vida, porque eres una de las cosas más importantes que tengo, y que nunca pensé en encontrar.

— Eres lo mejor que me dio el año, incluso cuando creía que no me merecía nada bueno, que no lo tendría nunca. Llegaste tú, y no hay día en el que no sonría por tenerte a mi lado, ricitos. — Le respondí, siendo sincera, dejándolo saber lo mucho que me importaba y lo mucho que significaba en mi vida.

Love on Track | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora