No sé qué hora es y no me interesa saber, lo que sí quiero saber es quién programó mi alarma para que sonara. Apago el aparato sintiendo que mi cabeza se iba a caer de mi cuello.
—Vanessa tienes que dejar de beber.
Me siento en mi cama, levantarse ahorita mismo se siente como una sentencia de muerte. Quisiera poder quedarme a dormir dos horas más o incluso todo el día, pero se que será imposible cuando mi teléfono suena con un mensaje de Karen, cuando estoy apunto de agárralo me doy cuenta que justo a lado hay pastillas y un vaso de agua.
Miro el medicamento sin saber quién lo dejó y justo ahora me podría importar poco así que solo la tomo. Salgo de mi cama para ducharme y mientras estoy buscando ropa me topo con el saco de Tokyo.
¿Por qué recuerdo a Tokyo sonriendo?
Ese hombre no sonríe, no tiene expresión alguna, es un robot, entonces porque recuerdo que me sonrió.
—Me estoy volviendo loca —determinó buscando mi ropa, una vez que estoy lista agarró el saco de Tokyo y salgo de mi habitación.
Le dije que le devolvería su saco, la verdad no tengo interés en conservarlo y no sé por qué Vanessa borracha lo quisiera conservar, ni siquiera yo me entiendo.
—Lisboa —llamó a uno de los guardias de seguridad.
—Buenos días señorita.
—Buenos días ¿Sabes dónde está Tokyo?
Lisboa me observa, más bien el saco que estoy cargando, pero solamente aclara la garganta y asiente.
—Está en el gimnasio, señorita.
—Gracias.
Voy hasta el gimnasio lista para darle el saco a Tokyo y terminar con esto, de paso también le voy a pedir que por favor olvidemos lo sucedido por el bien de ambos. Estoy por anunciar que estoy aquí, cuando noto que Tokyo está enfrente de mí, sin camiseta, sudado y dándome la espalda.
Madre. Santa.
La mayoría de sus brazos y su espalda está cubierta por tinta negra, son unas alas.
¿Hace calor aquí o soy yo?
Lo observo por tiempo indefinido, no puedo dejar de mirarlo aunque sé que no debo, no debería estar mirándolo semidesnudo e invadiendo su privacidad de esta manera, pero Dios, nadie creería que debajo de un traje tan pulcro como los que Tokyo usa, se encontraría un cuerpo tan trabajado.
Un fuerte estruendo en algún lado de la casa hace que me sobresalte y quite la mirada del cuerpo de Tokyo. Me cubro los ojos al mismo tiempo que él voltea.
En las cosas que me meto por querer ser buena persona y devolver algo que no es mío.
—¿Buenos días? —dice mientras se sacude del cabello el agua, sudor o ambos, tragué saliva mientras le miro ¿Cómo puede verse tan impresionante haciendo algo tan común?
ESTÁS LEYENDO
"𝑰 𝑾𝒂𝒏𝒏𝒂 𝑹𝒖𝒏 𝑻𝒐 𝒀𝒐𝒖"
Teen FictionDerivado de los escándalos mediáticos que rodean a su padre, una joven cantante emergente del pop cede ante la presión de aceptar un equipo de agentes de seguridad que, desde su corta edad, debía evadir para tener intrépidas noches de excesos. Sin...