ᴅᴏᴄᴇ

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𝐉imin

Escondí mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta mientras salía hacía fuera, el viento no dejaba de juguetear contra mi cabello. Sentía que mi nariz ya debía estar roja por el frío que había, mi madre me ha dicho que no saliera con el clima así, pero necesitaba tomarme un respiro, necesitaba hacer esto.

Miré hacia el cielo nublado y sonreí, era muy bonito cuando estaba así. Desde niño pensaba que el cielo era una obra de arte, como si una gran mano decidiera como iba a pintarlo cada día, otras veces más lindas que las otras y de diversos colores.

Jungkook

Me recosté sobre el banco que se encontraba debajo de mi ventana mientras veía los copos de nieve adherirse al cristal, no había sido capaz de decirle aquel día a Jimin el por qué no podía sacarlo de mi mente, ni yo lo sabía y tampoco pensaba decirle en qué momento su imagen empezó a aparecer en mi cabeza constantemente.

El instituto había adelantado las vacaciones de invierno por razones desconocidas, la cual no me importaba realmente. Yo era feliz muriéndome en mi propio ocio.

Estas vacaciones iban a ser aburridas como todas las anteriores de invierno, mis amigos solían irse de viaje con sus familiares mientras yo me quedaba en mi soledad encerrado dentro de cuatro paredes, nunca visitaba a mis padres ya que sería lo mismo que estar aquí. Ellos nunca estaban.

Me levanté un poco tomando asiento mientras me decidía por prepararme un café o mi vagancia esta vez volvería a ganar. Eché un último vistazo a través de la ventana y la imagen que mis ojos capturó, me detuvo la respiración por un momento.

El chico pálido se acercaba con su nariz y mejillas sonrosadas hacía mi puerta, llevaba un gorro blanco que le cubría hasta la mitad del cabello. No sabía cómo un chico podía verse tan lindo y pulcro como él lo hacía. Sonreí al escuchar aquel timbre ¿Qué había venido a hacer aquí?

Corrí hacía la puerta acomodando mi cabello despeinado y la abrí de impulso. —¡Jimin! —Exclamé en un murmullo provocando que este sonriera. Aquella sonrisa resplandeciente que nunca antes había visto en alguien más, era única y me gustaba la manera en que sus ojos se achinaban. Volví a preguntarme ¿Qué era este chico para mí?

—Espero no molestarte por aparecer de una forma repentina. —Se disculpó apenado mientras miraba al suelo, gesto que me causó ¿ternura?

Lo tomé del brazo haciéndolo pasar mientras cerraba la puerta detrás de mí y le miré a los ojos, manteniéndome muy cerca de él. —Nunca serías molestia para mí. —Él se quedó perplejo por un rato con la vista perdida sobre la mía y luego giró su rostro a otra dirección.

—Quería proponerte algo. —Murmuró al momento en el que sus dedos jugaban entre sí.

—Oh, claro. —Le miré atento ¿Por qué se encontraba tan nervioso? Tomé sus manos que se encontraban jugueteando y al instante posó su visión sobre mí. —No apartes la vista de mí. —Sus mejillas se sonrosaron provocando una sonrisa en mis labios, este chico me hacía sentir cosas muy extrañas.

—¿Estarás desocupado estas vacaciones?

—Nunca hago algo en vacaciones. —Dije escondiendo mis manos dentro de mis bolsillos del pantalón y tomé asiento en el sofá seguido de él.

—Mi madre me ha dicho que podía llevar a un amigo conmigo a una pequeña casa que tenemos cerca de algo parecido a un campo y una playa. —Comenzó a reír sin saber cómo explicarse y me sorprendí ante su propuesta.

—¿Y por qué quieres que sea yo?

—P-porque—Empezó a tartamudear, sus ojos se expandieron mirando al suelo. — Eres el único que ha estado allí para mí, a tu manera, pero lo has estado. —Dijo tan rápido que por un momento casi no le entendí, pero si logré descifrar sus palabras. Reí ante lo nervioso que este muchacho se encontraba y le di un pequeño empujón en la cabeza con la palma de mi mano.

—Iré contigo. —Contesté sereno.

—¿De verdad? —Preguntó con un tono de voz levemente chillón e incrédulo, podía notar la felicidad en sus ojos y en su obvia sonrisa alargada. Este se abalanzó sobre mí para abrazarme y yo que me quedé con los brazos extendidos al aire sorprendido.

—Niño, no te excedas con la confianza. —Dije un poco molesto apartándolo de mí. Este lucía bastante apenado e hizo una inclinación con su cabeza a modo de disculpas.

—Lo siento. —Murmuró antes de poner su atención nuevamente en mí. —Mañana a las ocho de la mañana pasaremos por ti, espéranos preparado y lleva lo necesario. —Sonrió el pelinegro y yo asentí caminando junto a él hacia la puerta de salida.

Me quedé debajo del marco de la puerta observando como el chico se alejaba y reí ante la imagen de él tropezándose con una roca, era bastante idiota. Aquel chico tenía todo lo que yo odiaba en una persona, pero, por muy extraño que pareciese yo estaba empezando a amar esas cosas en él.

Último latido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora