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Jungkook.

—¿Que haces aquí?— Y escuché su voz, otra vez. Me di vuelta encontrándome con el rostro de un ángel, podía notar la tristeza en sus grandes ojos, pero, aún con ella, era como presenciar una obra de arte.

—¿Has leído la nota?—Pregunté sintiéndome nervioso y vi que en su mano se encontraba el pequeño papel mientras asentía.

—Entra, esta lloviendo mucho y puede darte un resfriado.—Mi corazón se detuvo ¿Me permitiría entrar a su casa de nuevo?—¿Qué esperas? —Me miró extrañado desde su puerta y solo tomé aire entrando a aquél lugar en el cuál tenía tiempo sin ponerle un pie encima.

Por un momento Jimin había desaparecido para regresar con una toalla y ropa nueva, por lo que podía ver era un de sus camisas negras favoritas ¿Por qué me la prestaría?

Dejé de hacerme tantas preguntas y tomé lo que él me había ofrecido sin necesidad de que me guiara el baño, sabia perfectamente donde estaba.

Cuándo había comenzado a vestirme, quizás suene un poco obsesivo o no sabría si demasiado, pero, no pude evitar comenzar a inhalar su aroma. Era siempre el mismo, aquél que me hacia sentir un pequeño relajo dentro de mi, aquél que no me podía olvidar.

Si él no regresa... ¿Sería capaz de devolverle sus prendas otra vez?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por fuertes golpes en la puerta, los cuales hicieron exaltarme un poco. —Jungkook ¿Te encuentras bien?—Él preguntó.

—Si, ya iba saliendo.—Contesté cuándo me asomaba por la puerta y me lo encontraba de frente. Maldición, tenía tantas ganas de besarle y el no poder, me llenaba de rabia.

—Ven conmigo.—Murmuró interrumpiendo mi vista cuando se dio la espalda y caminó devuelta a la sala, le seguí a paso lento observando su cuerpo delgado y tomamos asiento uno frente al otro en los pequeños muebles color beige.

—¿Estas molesto de que me encuentre aquí?—Pregunté sintiéndome apenado y teniendo temor a su respuesta, sabía que cualquier cosa negativa que viniera de él, podía lastimarme. Sé que lo merecía, pero, por mas que lo merezca, lo necesitaba mas que nunca antes en mi vida.

—Debería estarlo, honestamente.—Admitió y luego desvió su mirada hacía los ventanales.—Pero extrañamente no lo estoy. ¿Puedo saber a que se debe tu repentina invitación?

—Necesito hablar contigo, Jimin.—Respondí sin mas.

—Sabias que por nada del mundo quería verte ni saber de ti ¿Que te dio el valor para venir aquí? —Bufó y una pequeña falsa sonrisa apareció en su rostro.

—Sé que posiblemente me hubieras dicho que no o me dirás que no. Pero si no lo intentaba ¿Quién me daría respuestas? creo que ya te he perdido lo suficiente como para que siga actuando como un cobarde.

—¿Lo suficiente?—Preguntó con sarcasmo y una elevó sus cejas.—Lo has hecho para siempre.

Su respuesta me había llegado como puñalada directa al corazón, pero, me lo merecía ¿Cierto?

La mirada de Jimin de repente se perdió sobre la ventana y lo vi levantarse, dobló el papel y lo lanzó a un lado. Supuse que yo estaba perdido, no sabría como regresar a casa sin él.

—Ha dejado de llover ¿Te parece buena hora para ir a caminar en la playa? —Él preguntó sorprendiéndome y levanté la vista hacía él mientras sonreía pero, Jimin no estaba ni cerca de mirarme. Mi sonrisa volvió a borrarse y solo me dediqué a reprimir una sonrisa mientras me levantaba para salir junto a él.

Habíamos ido caminando por las calles húmedas en dirección a mi casa para encontrarnos con el auto. El camino hacía la playa fue largo y silencioso, peor aún, el viaje mas doloroso que había realizado.

Por más que trataba de encontrarme con su mirada, solo lograba que me ignorara. Comenzaba a entender que mil palabras equivalían a nada cuándo se trataba de un silencio que lo destruía todo.

Nuestros pies descalzos se deslizaban al mismo ritmo por las orillas del mar, yo caminaba en reversa solo para observar a Jimin caminando hacía mi, pero por más que lo deseara era como si nunca terminara de llegar. Si yo me detenía, él igual lo haría.

Estaba cansado de que su mirada sólo se enfocara en la transparencia del agua ¿Y era que acaso no me miraría en toda la noche?

—Jimin.—Le llamé y contestó solo con un "¿Mm?". Como de costumbre, no me observó.— ¿Podrías mirarme? —Pregunté ya un poco obstinado mientras detenía mis pasos, él hizo lo mismo pero esta vez quedando muy cerca de mi. Su mirada subió a la mía, pero su sonrisa estaba llena de ironía.

—No me pidas que no te ignore cuándo eso fue lo único que hiciste durante toda nuestra relación.—Respondió dejándome petrificado, no tenía como contratacar ante ello. Él había notado mi reacción y suspiró.—Lo siento, no quiero ser como tú. Tienes mi atención, si me has buscado es porque tienes motivos ¿No? —Preguntó y asentí. No dejaba de pensar que le había hecho a aquél dulce chico que siempre sonreía de tan solo verme parado a un lado del umbral de su puerta, ese chico que de solo mirarlo su aura me hacía sentir paz, actualmente ni siquiera podía hallar el brillo de sus ojos, estaba completamente vacío.

—Sí...—Murmuré dando un suspiro y bajé la mirada viendo como las olas subían por nuestros pies, rogando internamente que estas fueran capaz de empujarlo hacía mi y poder sentirlo una vez más.—Me gustaría que mi vida fuera como la playa al anochecer.

—¿Porqué? ¿A que viene esto?—Preguntó Jimin confundido mientras de igual modo llevaba su visión hacía las pequeñas olas.

—Es fresca, con un olor a libertad y silenciosa. Solo se puede apenas escuchar la simple melodía que calma de las olas. Considero la playa nocturna como el mejor lugar para abrir tu corazón, simplemente no te pregunta por qué, sólo acaricia tus pies con el agua y su brisa te consuela mientras las penas se las lleva el océano.—Terminé en un murmullo y mis ojos volvieron a encontrarse con los suyos.—Es por eso que te he traído acá, quiero que abras tu corazón esta noche ante mi.

Espero les guste y dejen sus estrellitas, junto con comentarios de qué les pareció.

Nuevamene me disculpo por la tardanza, ¡se les quiere!

Último latido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora