Último latido (Kookmin)

38.- Pequeños recuerdos 1/2.

Eres mi Verano en Invierno.

2 pasos al ayer.
Jeon Jungkook.

El frío envierno acechaba las calles congelando cualquier cosa que pudiera ser tocado por su brisa y aquellos pequeños copos de nieve que rosaban las rosaceas mejillas de la multitud.

El abrigo a mi alrededor era bastante inmenso, lo suficiente para portar el calor necesario a mi cuerpo, a pesar de ello, mi pecho seguía congelado y mis labios se mantenían rotos.

Observé el reloj con ansiedad percatandome de que el sol estaba a punto de ocultarse y la presión se hacía cada vez mas fuerte en mi cabeza.
"¿Dónde estás?" Me preguntaba como si de alguna manera pudiera comunicarme con él mediante alguna conexión invisible de nuestros pensamientos, en alguna otra galaxia.

Había pasado tan solo un par de horas sin él y de alguna manera sentía que desfallecia ¿Desde hace cuánto me había hecho tan dependiente?

Las vacaciones de invierno estaban a punto de culminar y no sabía de que manera prepararme a mi mismo para enfrentarlo todo, para desafiar lo que nunca viví o imaginé vivir. No pensaba comentarle mis inseguridades a Jimin y preocuparlo, tenía que tratar de dar lo mejor de mi. La última cosa que quisiera perder en el mundo, sería a mi dulce ángel de alas rotas.

Al fin el último tren detenía su andar frente a mi y me levanté impaciente de aquella banqueta. Gran cantidad de personas salían de allí, amontonandose entre sí, incluso causando un desorden entre empujos que inundaban de ruido la estación.
La gente comenzaba a desvanecerse a medida que los minutos corrían y los pasillos de aquél interminable tren se vaciaban, hasta que la última persona tocó el suelo fuera de sí, y no, no se trataba de él.

Mis ojos se expandieron sintiendo la respiración bastante agitada. Incluso me atreví a echarle un vistazo al tren, al menos lo que pude antes que fuera ordenado salir de este.

El corazón me golpeaba con fuerza a punto de quebrar y mis pensamientos causaron temor ¿Él estaría bien?
Fue inevitable el que de mis ojos brotaran pequeñas gotas a punto de congelarse para caer como dichos diamantes de emociones que terminaban por quebrarse al tocar la superficie.

Mis manos se posaban sobre mi rostro con exasperación, apretando mis ojos de tal manera que hacía el intento de encontrarlo entre mis oscuros pensamientos, hallando su pequeña luz y así poder calmarme a mi mismo.

Mi cuerpo temblaba justo al momento en el que aquél tren dio marcha, mantenía mi cabeza gacha observando la vía ferria. Una sombra había captado mi atención, restregué mis ojos aferrando la mirada hacía el otro extremo de la vía como si fuera capaz de hacer un enfoque con mis pupilas. La neblina comenzaba a dispersarse a causa de los fríos vientos y allí estaba, aquella dulce sonrisa, llena de secretos, pureza, inocencia, dolor, pero sobretodo, luz.
-Jimin.-Murmuré quedándome paralizado por no saber donde empezar. Agradecerle a Dios por permitirme verlo a salvo o simplemente ir hasta él a toda velocidad.

La última opción ya la había tomado él por adelantado, corriendo hacía mi dirección sin nada que pudiera desviarlo, justo como me gustaba estar junto a Jimin, sin barreras.

Sus delgados brazos rodearon inmediatamente mi cuello mientras la punta de su nariz apenas hacía contacto con la mía, sus cálidos ojos avellana se enfocaban en los míos en busca de respuestas al notar que estaban enrojecidos a causa de las lágrimas que habían cedido segundos atrás.- ¿Porqué estas triste? -Preguntó frunciendo su ceño con preocupacion y negué con mi cabeza sonriendo para calmarlo, rodeando su pequeña cintura en recibimiento.

-Por un momento pensé que algo te había pasado y... Simplemente creí que el alma se me iba del cuerpo, en busca de la tuya en algún lugar. Empecé a imaginar muchas cosas, Jimin.-Comencé a contarle casi tartamudeando al apoyar mi frente sobre la suya y cerrar mis ojos.- Es un sentimiento bastante desagradable, eres como oxígeno para mi. No quiero separarme de ti nunca, incluso si te tocara morir porqué ya estas arrugado y tu propósito estuviera más que cumplido, aún así no hubiera hallado el mío... Me iría contigo.-Murmuré bastante seguro de ello y pude sentirlo negar con su cabeza. Sus dedos largos se deslizaron por mis mejillas sostuviendo mi rostro, obligandome a mirarle nuevamente.- Estás muy frío amor.-Dije tomándolo de las delicadas muñecas para unir las palmas de sus manos y rodear ambas de ellas con las mías, haciendo una pequeña fricción para que no se congelara.

Él sonreía ante el acto frente a sus ojos, sus impacientes labios chocaron contra los míos en un casto, delicado y lento beso, permitiendome saborear la libertad y todo el amor que su pecho le transmitía al mío, logrando derretirlo, descongelandolo de aquél jodido invierno.

-Estoy aquí y no pienso ir a ningún lado sin ti.-Susurró con sus mejillas enrojeciendo por la vergüenza, amaba que aún conservara ese pequeño toque de inocencia.- Hacía mucho frío en aquél tren y extrañamente tu presencia es como tener el verano sobre mi cuerpo y primavera dentro del corazón.-Ambos reímos ante sus comparaciones y asentí tomándolo en brazos, así poder apoyar mi oreja en busca de sus preciosos latidos, sintiéndome en casa nuevamente, incluso si estaba en medio de un lugar sumamente vacío, Jimin era todo lo que necesitaba para tener un mundo completo, en el que no tenía necesidad de soñar cuándo él era más maravilloso de lo que mi mente pudiera imaginar y estaba justo frente a mis ojos.

....

Adicto a tu presencia.

Corrí inmediatamente por los pasillos escapando de mis amigos hasta encontrar aquellas escaleras en las cuáles por poco me tropezaba al enredar mis piernas. Abrí la puerta del baño casi lanzandola y sonreí al verlo allí, los rayos del sol daban contra su pálido rostro.

Era sumamente hermoso, como aquellas obras en los museos que te causaban algún tipo de corazonada y por más ganas que tuvieras de tener un contacto con ellas, eran intocables. Por suerte este pequeño, me pertenecía.

La sonrisa se reflejó en sus labios al pillarme admirandole. Despegué mis zapatos del suelo e inmediatamente lo acorralé contra los azulejos sin perder de vista el anocheser del mar que reflejaba su mirada.- ¿Porqué me pediste que viniera al baño? -Preguntó algo confundido mientras jugaba con la corbata de mi uniforme.

- Necesitaba besarte.-Murmuré acariciándole los labios con los propios, el tan simple suave tacto que encendía lo más profundo de mis entrañas experimentando un nuevo sentimiento, inexistente si se tratara de alguien más.

-Puede venir alguien y vernos ¿No tienes miedo? -Preguntó y noté la tristeza en su mirada, sabía que él odiaba el hecho de que yo lo escondiera, siendo un completo imbécil que fingía no conocerle al pisar aquél lugar.

-Mi corazón no tiene miedo cuándo se trata de ti, a la mierda mi orgullo y los errores.-Dije bastante decidido, calmándome al ver que una sonrisa se asomaba en su angelical rostro. Sin más nada que decir, nuestros labios se unieron de una manera hambrienta.

Estar en clases eran solo unas pocas horas a comparación de lo que pasabamos juntos al llegar a nuestro hogar, pero, por alguna razón comenzaba a sufrir de ansiedad al no tenerlo cerca, necesitaba enfrentar este maldito miedo que no me dejaba amar en paz, necesitaba demostrarle al mundo que estaba en todo mi derecho de ser libre con respecto a mis emociones y que no había porqué ocultar lo poético que era un beso proveniente del corazón por miedo a ser juzgado.

Pero... Supongo que a veces la vida presenta ciertas enseñanzas bastante complejas y la única manera de tener coraje es a causa de un golpe en el punto más débil, un golpe que por mucho que trataras de esquivar no lo verías venir.

Yo no quería tropezarme y mi corazón me lo decía constantemente.

<< Jeon Jungkook reacciona ahora que lo tienes todo>>

La marea puede subir y arrastrar todo lo que alguna vez te hizo feliz.

NOTA DE AUTORA.

Bueno, quizás algunas esten confundidas con este capítulo, debo aclararles que estos no son más que recuerdos de Jungkook vividos con Jimin.
¿Qué va a pasar con la continuación del capítulo anterior? Eso viene pronto, pero como mi cruel alma le gusta intrigarlas, pues aquí me tienen, disculpenme la tardanza, por cierto.

Un beso.