ᴅɪᴇᴄɪꜱᴇꜱɪꜱ

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Jungkook

Su piel estaba enrojecida debido al caluroso día en la playa, el venía meneando sus caderas por las orillas del mar hacia donde me encontraba acostado. Su abdomen goteaba y yo bajé mis lentes hacía el puente de mi nariz sin poder evitar desearlo. Debía aprender a controlarme con Jimin o no sería capaz de estar un día sin hacerlo mío.

Sonreí cuando estuvo parado frente a mí y le hice señas con el dedo para que este se acercara. Cuando estuvo a mi altura, tomé de inmediato sus mejillas plantándole un beso y sus pómulos enrojecieron más de lo que el sol los había puesto.

—¿A qué se debe esto? —Sonrió el menor.

—Eres mi novio. Puedo hacerlo cuando quiera ¿No?

—Eres un tonto. —Puso sus ojos en blanco y reí envolviéndolo entre mis brazos, dejando que descansara sobre mi torso. Él jugaba acariciando la piel de mi antebrazo.

—A veces tengo miedo de volver. —Admitió cerrando sus ojos y yo acaricié su cabello intentando animarlo.

—¿Por qué? Ya te he dicho varias veces que las cosas cambiarían.

—¿Qué pasa si no es así, Jungkook?—Preguntó elevando su rostro y fijando su mirada sobre la mía.— Una cosa es decirla y otra hacerla. No estas acostumbrado a estas cosas y te conozco, no creo que quieras dañar tu reputación.

—Jimin, no me avergonzaría de ti jamás.—Murmuré.

—¿Qué me asegura eso?—Bajó su mirada y de inmediato tomé su mentón elevándolo.

—Esto.—Le di un casto beso y pude sentir sus labios esbozar una pequeña sonrisa.

...

Sacudí el cabello mojado de Jimin con la toalla mientras regresábamos a la cabaña y este no dejaba de reír mientras lo movía de un lado a otro. La diversión se fue de mí al toparnos con Hoseok, ese idiota.

—Si intenta acercarse a ti, te juro que lo mandaré a volar.—Amenacé entre dientes.

—¡Jungkook! es sólo un amigo. —Me miró inocente, a lo que entrecerré mis ojos.

—Puedo oler las intenciones de las personas a distancia. —Jimin negó con su cabeza no muy convencido y al notar que Hoseok venía todo emocionado en dirección a mi chico. Entrelacé nuestras manos de inmediato provocando que el chico con complejo de caballo se detuviera al instante.

—¿Qué significan esas... manos?—Preguntó señalando nuestros dedos entrelazados dándonos una extraña mirada.

—Hoseok, él y yo...—Antes de que Jimin pudiera terminar la frase, decidí interrumpirle.

—Somos novios, así que espero que no se te ocurra acercarte más a él si no quieres que tu perfecta nariz no sea más que una deformidad.—Dije sonriendo cínico sintiendo como me hervía la sangre, pude notar como se le erizaban los vellos al debilucho y este se esfumó rápidamente.

Sonreí triunfante pero un golpe fue proporcionado a mi hombro.— ¡Auch!— No sabía que este pequeño cuando quería podía tener fuerza, acaricié la parte lastimada y me volteé a encontrarme con un Jimin con el ceño fruncido, totalmente enojado.

—¡Eres un idiota! —Dijo y comenzó a andar rápidamente, lo tomé del brazo y este se zafó.—Suéltame, eres un grosero.

—¿¡Un grosero!? ¿Realmente te vas a enojar por lo que le dije a ese imbécil?

—Ese imbécil es mi amigo. —Elevó su ceja retándome y presioné mis puños conteniéndome, sabía que si seguía abriendo mi bocota acabaríamos en una mala discusión.

Cuando al fin caí en cuenta de mi estúpido comportamiento, Jimin ya se había ido. Decidí correr rápidamente hacía la cabaña y al entrar lo encontré en la cocina.

—Ni se te ocurra acercarte.—Le escuché decir cuando cerré la puerta.

¿Realmente era así de amargado? A la mierda, yo arreglaría esto.

Me acerqué a él sin importarme sus palabras y le di vuelta a su torso haciendo que nuestras miradas chocaran. —No me importa lo que sientas, pero no permitiré que esto nos separe ni por un minuto. —Besé sus labios y pude sentir al menor queriéndose zafar de mí. Retuve sus brazos y dirigí mis labios hacía su cuello acariciándolo con mi lengua, dejando uno que otro chupón.

Pude escucharlo jadear, sabía que él ya había perdido ante mí. —¿Realmente no te c-cansas?—Tartamudeó. Me alejé para encontrarme con sus labios hinchados, sonreí con morbosidad mientras mordía mi inferior y deslicé mi lengua sobre su mejilla.

—Sabes demasiado bien ¿Cómo cansarme de tu sabor?—Su piel se erizó bajo mi tacto y lo tomé en brazos caminando hacía la habitación, los dos sabíamos lo que nos esperaba. Ya comenzábamos a hacernos adictos a nuestras pieles, a nuestros movimientos, cuerpos y más que eso, a la unión de nuestras almas en un mismo cielo.

...

Su sonrisa de vergüenza era una de mis favoritas, a pesar de que ya habíamos tenido varios encuentros, él aun no perdía la inocencia. Se cubría el rostro con la almohada luego de terminar el acto y siempre tenía que luchar con él para que se la quitará de encima.

—¡Jimin! Quiero ver tu rostro.—Exigí tirando de la almohada con fuerza hasta lograr lo deseado. Miré su rostro sonrojado y reí. Antes de que pudiera cubrirse con las manos, las entrelacé con las mías. —Ni se te ocurra.—Sus labios formaron un puchero, no pude evitar besárselo.

—Eres malo.—Comenzó a reír mientras esparcía besos por todo su rostro.

—Tú lo eres más.—Le miré y este abrió sus ojos sorprendido.

—¿Por qué yo?

—Porque no me dejas contemplar lo que es mío, esta obra de arte.—Suspiré observando su cuerpo con admiración y alejé su mano para tomar su miembro antes que él.—Lo único que puede cubrírtelo será mi mano o mi boca.—Dije en tono autoritario. Podía jurar que Jimin estaba rojo hasta la planta de sus pies.

—T-tu no tienes remedio.—Miró hacía otro lado tratando de ocultar su timidez y sonreí besando su mejilla.

—Me encantas.—Murmuré. Dejé caer mi rostro cansado sobre su pecho, sus latidos estaban acelerados aún, me encantaba escucharlos. Creo que este sería un nuevo pasatiempo para mí, escuchar cada latido de Jimin. Podría dormirme con solo este pequeño tambor llenándome de vida a través de mis tímpanos.

Días después.

Bostecé estirando mis brazos mientras bajaba de las escaleras y me encontré al menor sentado frente al árbol de navidad apreciando cada una de las luces.

Miré hacía el calendario y la noche buena había llegado sin haberme dado cuenta, estaba tan ocupado perdiéndome en el cuerpo y los ojos de Jimin, que ni me me percaté de que ya pronto sería navidad.

Reí ante mis pensamientos y me acerqué a él cubriendo sus ojos por detrás. —Esas grandes manos las reconocería donde fuera. —Él murmuró mordiéndose el labio y reí ante las palabras de mi chico. Saqué mis manos sentándome a su lado, uniéndome a su hermosa sonrisa.

—¿Qué haces aquí tan temprano?

—Se me ha quitado el sueño y decidí venir a ver las luces del árbol ya que me gusta mucho la navidad. —Volví a sonreír esta vez lleno de ternura y toqué la punta de su nariz.

—¿Tu madre no anda merodeando por aquí no? —pregunté mirando alrededor.

—No, por ahora... ¿Por qué?—Me preguntó con curiosidad y yo sólo lo miré elevando mis cejas con coquetería.

Último latido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora