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Jungkook.

Había notado que iba casi a la velocidad de 110Km y el lugar a pesar de ser bastante lejos, se encontraba cada vez más cercano. Mis manos presionaban el volante haciendo sobresalir las venas de estas mientras mis labios palidecían por la presión.

Giré hacía un pequeño bosque y detuve el auto frente unas grandes rejas que se encontraban cubiertas por enramadas. Me bajé guiando el paso hacía el lado del auto donde se encontraba Jimin y lo saqué de allí subiéndolo a mi hombro. Este pataleaba y golpeaba mi espalda, pero solo me decidí a hacer caso omiso de ello.

Introduje la llave dentro del candado y jalé las cadenas de hierro fuera hasta que pude entrar asegurándome de volver a cerrarle.

Fui por el angosto camino del jardín y llegué a una gran cabaña de madera entrando a esta. Dejé a Jimin sobre el suelo mientras cerraba la puerta detrás de mi.

Él me dio una mala mirada y comenzó a tomar pequeños adornos de la acogedora sala comenzando a lanzar todo con furia.-¡No quiero estar aquí! ¡Quiero ir a mi casa!

Observé con serenidad cada movimiento que él hacia y en un momento me acerqué para tomarlo de sus muñecas deteniéndolo. Lo hice chocar contra mi pecho y miré sus ojos directamente.- Voy a hacerte el amor y voy a hacértelo como es realmente.

-No.-Susurró bajando la mirada al suelo. Levantó un poco su rodilla e hizo un mal intento de estrellar esta contra mi entrepierna.

Esquivé a tiempo la patada pero aún así golpeó con fuerza mi cadera y se me presentó una mueca de dolor. Volví a tomarlo de las muñecas guiándolo a un sofá, lo senté en este y me arrodillé frente a él, entre sus piernas mientras entrelazaba mis dedos con los suyos.-Voy a hacértelo, voy a hacerte sentir lo que realmente es ello. -Por un momento solté sus manos para desabrochar mi camisa y luego tomé sus muñecas dejando sus manos sobre mi pecho para que pudiera sentir los lentos pero fuertes latidos de mi corazón.-Voy a enseñarte como te amo hasta el último latido.

Sus ojos se humedecieron al instante y su mano dio respuesta acariciando mi pecho. Me tomó de las mejillas y me apoyó contra su pecho, haciéndome experimentar aquella hermosa sensación de nuevo, aquella que me causaban sus latidos.-Y todos son por ti.-Respondió como si hubiera leído mi mente.

Él no era más que un ángel en la tierra y eso me hacía cuestionarme tantas cosas. ¿Quién sería tan hijo de puta como para arrancarle las alas? ¿Quién sería tan desgraciado como para rasgar sus heridas en busca de abrirlas de nuevo?

¿Cómo una persona tan jodidamente buena y dulce tendría que sentirse condenado? Dentro de lo que cabe la tristeza, el dolor, el sufrimiento y sobre todo esas grandes cicatrices, eran una gran incógnita en este mundo corrompido. Aquellas situaciones y terribles marcas solo eran ocurridas en almas puras ¿Qué es lo que este mundo realmente quiere? ¿Podría ser complacido? Quisiera poder hallar la manera de liberar aquellas almas, pero sobre todo la de mi amado.

Mi mirada se levantó hacía su rostro que permanecía con sus ojos cerrados, se veía tan calmado, tan sereno; Pero ya lo conocía bien, era solo una máscara. Yo sabía cuántos demonios dentro de él habían, que ni siquiera le dejaban disfrutar un momento tan intimo como lo era el verdadero amor, quería salvarlo pero me sentía inútil.

Me levanté de entre sus piernas al instante que nuestras miradas fueron encontradas. Lo ayudé a estar frente a mi y mis manos comenzaban a despojar aquellas prendas enfocándome en admirar aquella silueta, en disfrutar lo que mis dedos sentían contra su piel extremadamente suave. Sus pequeñas manos temblorosas hacían lo mismo conmigo, encontrándonos desnudos, solo admirándonos.

Último latido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora