40. Final

113 10 5
                                    

Reproduzcan antes de leer.

Las horas de la noche transcurrian, el sol comenzaba a salir y aún así para mi la oscuridad era repleta. No había dormido, tampoco ingerido algún alimento.

Por más que la madre de Jimin intentaba animarme, simplemente creía no merecerlo.

Aquella gran puerta se abrió al fin y la inquietud comenzaba a desesperarme, me acerqué junto a su madre y Jin, de inmediato. Agradecí silenciosamente a Dios cuándo el doctor alabó mis oídos.

Él estaba allí, durmiendo plácido. Su expresión había cambiado aunque sus marcas seguían igual; yo acariciaba cada una de estas con tristeza, esperaba que se borraran pronto.

Aún así, él seguía siendo hermoso.

Tomé asiento a su lado y soló entrelacé nuevamente nuestros dedos mientras mi mejilla se mantuvo a un lado de su camilla, observando aquél rostro que me otorgaba vida y mil razones para seguir respirando.

No sabía que tanto su madre y Jin hablaban, cuándo se trataba de él, lo exterior era inexistente, yo estaba en otro planeta, estaba sucumbido en el paraíso de su belleza. Tan sólo ver la paz reflejarse en él, me bastó incluso para hacerme dormir como un niño pequeño, allí donde me gustaba estar, a su lado.

...

Las caricias eran demasiado suaves, el aroma era muy fresco y le reconocía bien. Mis ojos se abrieron despacio, mi visión se hizo clara ante aquella mirada dulce haciéndome enderezar de impacto. Su risa fue música para mi, aquella sonrisa permitió mi corazón volver a latir con normalidad.- Cariño ¿Qué pasa con esas ojeras? ¿Estas bien? -Preguntó pasando sus pulgares debajo de mis ojos con el ceño fruncido y luego su mirada se desvió a mis labios sonrojándose un poco.- Mi madre me lo ha dicho todo, tu no eres culpable de nada.- Y así era como me volvía a dejar sin palabras ¿Cómo podía ser tan bueno? ¿En que momento yo merecí este ángel en mi vida?

-¿P-puedo abrazarte?-Pregunté nervioso y él solo abrió sus brazos ante mi. Me hundí en ellos sintiendo como si cada pieza en mi se reponía, Busqué su pecho con un poco de desespero y allí estaban, sus hermosos latidos. Más potentes y fuertes que nunca, sonreí para levantar mi vista a él, pero comencé a llorar.

-¿Qué pasa? -Se sorprendió comenzando a limpiar de inmediato mis lágrimas y lo detuve negando con mi cabeza.

-Soy el mayor idiota de todos, no te supe valorar. Perdóname Jimin, no sé porque siempre tuve que llegar al límite para darme cuenta de todo lo que tengo a mi lado. Tu le das este sentido a mi vida, tu me haces ser mejor persona y no importa que tan jodido pueda estar todo, cuándo estoy aquí contigo es como si nada nunca hubiera pasado.-Mis manos comenzaron a acariciar sus mejillas haciéndome jadear mientras mis lagrimas aumentaban más y sus ojos imitaron los míos.-N-no... Amor no llores.-Presioné mis labios sobre su rostro limpiando cada una de estas con pequeños besos. Sus suaves manos se posaron en mis mejillas para dirigirme a su mirada.

-Lo que importa ahora es que estamos juntos y voy a sanar, sanaré porqué no has soltado mi mano. A veces es necesario que cosas como estas pasen y así darnos cuenta de que es lo que realmente vale la pena. Yo me dí cuenta que siempre serás tu lo que voy a querer en mi vida, así tenga que llevarle la contraria al destino, lo haré.-Susurró besando mi frente y lo abracé de nuevo contra mi, quedándonos así por un largo rato.

...

Los doctores habían aconsejado que Jimin debía mantenerse en la clínica al menos por una semana más para mantenerlo en observación.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 09 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Último latido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora