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Jimin.

Había despertado con los parpados completamente hinchados, toda la noche mis ojos no dejaron de lagrimear y las ojeras me hacían lucir bastante desaliñado.

Miré directamente a un lado de la cama con la esperanza de que él apareciera como efecto de "magía". A altas horas de la madrugada había recibido un mensaje de Jungkook en el cual me decía que no iba a lograr llegar ya que estaba excesivamente borracho y se quedaría con sus amigos.

Aquello provocó que comenzara a sobrepensar ¿Y si esa chica se aprovechó de que él estaba fuera de sus carriles? ¿Y si había perdido la cabeza e hizo algo con ella?

Sacudí mis pensamientos fuera sabiendo que me pondría peor, sólo debía enfocarme en confiar en él. Por alguna razón yo era su pareja y no alguien más, quería aferrarme a eso, de verdad quería.

Las horas transcurrieron, me encontraba almorzando completamente solo, la soledad era algo a lo que yo le temía, por ello nunca me había apartado de mi madre. Siempre me había considerado una persona frágil por todo lo que había acontecido en mi vida junto a lo que mi padre había sembrado en mi mente y pecho que lamentablemente dio raíces. Raíces de amargura, depresión y dolor que aún no lograban sanar.

Coloqué un poco de música para sentirme acompañado al menos de algún sonido y recibí otro mensaje de Jungkook, me sentí feliz porque quizás él ya estaría en camino a casa, pero sólo estaba equivocado. Se había ido a dar un paseo con sus amigos, no me molesté en contestarle, no quería hacerlo tampoco.

Me recosté sobre el sofá con el celular en el pecho dedicándome a observar la pared tratando de hallar algo en mi cabeza que pudiera distraerme, tenía demasiado tiempo en el que había estado acumulando diversas emociones negativas en mi pecho a causa de situaciones que realmente no aportaban en lo absoluto a la vida que quería.

Mi celular comenzó a sonar de nuevo y al verlo era la llamada de un número desconocido, suspiré antes de contestar, total no tenía nada más que hacer. —Uh ¿Hola?

Me alegra saber que aún sigues conservando el mismo numero.—Confesó riendo un poco. Al instante reconocí su voz, era Jin.

¿Qué quieres? —Contesté.

—Sé que no debes sentirte bien, sólo me preocupo por ti. —Menuda mentira, si no lo hizo antes ¿Por qué querría hacerlo ahora? Pensé.

Voy a colgar.—Dije mareado con el dedo listo sobre el teclado.

¡No, espera! —Exclamó y puse mis ojos en blanco dándole tan solo unos segundos más.—¿Quieres venir a casa? estoy solo con mi hermano y él ha cocinado pizza. Puedes quedarte todo el rato que quieras.

¿Para que quieres eso?

Sólo quiero conversar y pasar un buen rato contigo.

¿Nada más? ¿Estas seguro?

Seguro.

Yo no podía creer que en serio lo estaba tomando en cuenta o más bien que le había aceptado su propuesta. Creo que estaba lo suficientemente mal cómo para optar ir a casa de Jin, realmente necesitaba desahogarme con alguien, sé que él no era la mejor persona pero también sabia que él podía guardarme el secreto.

Lavé mi cara con agua bastante fría y me alisté con una ropa cómoda. Me senté en el pequeño escalón fuera de la casa hasta que vi su auto estacionarte, no lo dudé ni dos veces cuándo me levanté para entrar a este.

Las pizzas estaban totalmente suculentas, su hermano siempre había sido demasiado bueno en la cocina. Por un momento había olvidado todo por lo que estaba pasando gracias a los chistes que estos se hacían uno del otro o aquellas historias de cuando eran niños.

Último latido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora