Capitulo 34

130 10 0
                                    



A la mañana siguiente, Lali descubrió que Gastón se había ido a pesar de que le había prometido que hablaría con ella antes de irse. Nadie entendía por qué su desaparición la alteraba tanto. Por la tarde, cuando Peter salió del despacho de Nicolás, Lali se quejó de la marcha de Gastón y Peter se encogió de hombros sin darle importancia.

—La mayoría de los vaqueros cogen sus cosas y se largan cuando empiezan a sentirse demasiado enraizados. Les gusta contemplar el mundo desde la silla de montar. Los hombres de por aquí no soportan ningún tipo de vida que sea demasiado civilizado. Les gusta la vida dura y ser independientes.

—¿Y tú? —preguntó Lali—. ¿Tú también cogerás tus cosas y te largarás cuando empieces a sentirte encadenado por el alambre de espino y el anillo de bodas?

—No, señora —la tranquilizó Peter con celeridad y con ojos chispeantes—. Yo no soy un vaquero típico.

Lali examinó de una forma patente sus botas sucias, sus tejanos desgastados y su camisa de algodón azul.

—Pues a mí me pareces bastante típico. ¿Cómo puedo estar segura de que no te sentirás demasiado enraizado y me dejarás?

—Porque estoy listo para pertenecer a algún lugar. Y prefiero, y preferiré siempre, dormir contigo a dormir transportando reses.

—¿Estás seguro de que tener una esposa y una familia no será demasiado civilizado para ti?

—La verdad es que siempre he sentido una devoción secreta por la respetabilidad. Y no me importa que me consideren un hombre de familia. A Nicolás, por ejemplo, tampoco le importa ser un hombre de familia.

—Sí, pero él...

Lali se mordió el labio antes de decir que Nicolás no era tan hombre de familia como parecía.

Nicolás no dormía con Emilia y era muy probable que tuviera relaciones con otra mujer. Lali lanzó una mirada nerviosa a la puerta cerrada del despacho.

Peter pareció comprenderla. Con toda tranquilidad, le rodeó el cuello con el brazo y acercó su boca al oído de Lali.

—Esto no nos sucederá a nosotros —murmuró Peter, y la besó en el cuello antes de soltarla. Lali sonrió con inseguridad.

—Bueno, teniendo en cuenta cómo te educaron y tu súper elegante formación en el Este, supongo que no resultaría extraño que tuvieras una vena civilizada.

—Aquí todos acabaremos siendo civilizados. Y no tardaremos mucho. Sobre todo a la velocidad que se extiende el ferrocarril.

—Entonces, ¿esperas que las cosas cambien por aquí?

—Así es. Todo cambiará, incluso el ganado que criamos. Últimamente hay mucha demanda de reses de mejor calidad de la que llevamos a Kansas. Las reses de cuerno largo son fáciles de criar, pero son de carne dura y correosa.

—¿Tú y papá no hablaban el otro día acerca de cruzarlas con otra raza mejor? ¿Las reses de cuerno corto tienen más carne?

—Muchos rancheros le están dando vueltas a esta cuestión. El problema consiste en que las reses de cuerno corto requieren más cuidados y atención y la mayoría de los vaqueros no quieren saber nada de ellas. Además, criar reses de cuerno corto significaría levantar más vallas y esto implicaría que pronto habría tantas vallas de alambre en el condado que tendríamos que cortarlas para poder ir al pueblo. De modo que... —Peter lanzó una ojeada a uno y otro lado del pasillo antes de inclinarse y robarle un beso rápido a Lali—... los campos abiertos serán cada vez más pequeños. Y la civilización del Este se extenderá más y más hacia aquí. Con todos estos cambios, los vaqueros tendrán que hacer las cosas de otra manera.

Dame esta noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora