Capitulo 13

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Aunque las diferencias que existían entre su vida anterior y la que estaba viviendo en aquel momento podían hacerle cierta gracia, a Lali algunas cosas le resultaban difíciles de sobrellevar. Nunca antes había deseado ser un hombre ni había sentido envidia por la libertad que ellos disfrutaban. Lali se esforzaba en refrenar sus impulsos naturales e imitar el ejemplo de Emilia y de Candela. ¡Pero en aquel mundo había tantas cosas que no podía hacer o decir..., tantas cosas que le eran vedadas!

En aquel mundo las mujeres tenían que ser sencillas y no tener pretensiones. Lali tenía que esforzarse en no protagonizar más que un pequeño porcentaje de las conversaciones durante las comidas. A los hombres no les gustaba que las mujeres interrumpieran sus conversaciones de negocios aunque tuvieran algo importante que decir.

Los hombres podían ser directos respecto a lo que querían, pero las mujeres tenían que conseguirlo de una forma indirecta y con hábiles maniobras. La forma de actuar de las mujeres era mediante conversaciones susurradas y movimientos pausados y discretos y cuando tenían que reprobar o corregir algo tenían que hacerlo con voz afectuosa. En aquel mundo ella podía ser franca y directa con los niños, los sirvientes y las demás mujeres, pero nunca con un hombre. Con los hombres tenía que reprimirse, esbozar sonrisas tontas y hablar con indecisión. Lali había descubierto que incluso Nicolás resultaba más accesible cuando ella se mostraba tímida y dulce con él, pero si Lali actuaba como si fuera ella quien llevara los pantalones, él la amenazaba con encerrarla en su habitación.

Algo que ella nunca había esperado era su creciente deseo de disfrutar de compañía masculina. En aquel mundo había una gran separación entre los sexos, un hecho que tanto los hombres como las mujeres daban por sentado. Sin embargo, ella había crecido en una época distinta en la que los hombres y las mujeres interactuaban continuamente como amigos, compañeros y, a veces, como socios profesionales.

Pero allí no. En aquella época no. Allí Lali se veía relegada a una existencia mayoritariamente poblada por mujeres que llenaban sus días cuidando a los niños, intercambiando secretos femeninos y creando amistades íntimas entre ellas. Lali enseguida se cansó de las conversaciones acerca de los partos, los cortejos, los niños y el matrimonio. En aquel entorno de mujeres, los hombres jugaban un papel secundario, aparecían a la hora de la cena, daban palmaditas en el hombro a los niños y contestaban a las preguntas de las mujeres con monosílabos.

Cuando el marido de una vecina o de una prima de la familia se iba de viaje, ella se quedaba en el rancho Sunrise durante una o varias semanas compartiendo con las mujeres de la casa el contenido de las cartas que recibía y los cotilleos, cosiendo y hablando acerca de la familia. En aquel mundo, las mujeres no tenían un papel propio, salvo como esposas de un hombre. Sólo en la compañía de otras mujeres, éstas disfrutaban de privilegios y autoridad propios. Las hijas imitaban a las madres y a sus hermanas mayores hasta que podían reproducir el mismo tipo de conducta, las mismas costumbres y la misma forma de interrelacionarse.

A veces, Lali buscaba la compañía de Peter por el mero placer de discutir y liberarse de su frustración y, en este sentido, él siempre la complacía. Peter discutía con ella acerca de cualquier tema y no se reprimía ni le hablaba con la amable condescendencia que empleaban los demás

hombres cuando hablaban con una mujer. Ser tratada como un ser humano constituía un alivio a pesar de que Peter fuera sarcástico e hiriente. Sus discusiones se habían convertido en actos de complicidad que desarrollaban a espaldas de los demás. Si alguien descubriera sus peleas, de una u otra forma las impediría y ella no quería que esto sucediera. En cierto sentido, Peter se había convertido en su tabla de salvación.

Aunque pasaban mucho tiempo juntos, Lali todavía sabía poco acerca de él. Peter acompañaba a Lali y a Candela cuando iban al pueblo, encontraba tiempo para contemplar, con Nicolás y Lali, la doma de algún que otro caballo e incluso acompañó al muchacho de los puntos de seda rosa a la casa para que le agradeciera personalmente a Lali lo que había hecho por él. Peter también acompañaba a Lali al Double Bar las mañanas que ella iba a encontrarse con Benjamín. De vez en cuando, el sexto sentido de Lali la impulsaba a darse la vuelta y entonces descubría que Peter estaba cerca, observándola como un gato a un ratón, mirando Dios sabía qué.

Dame esta noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora