Capitulo 28

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Lali fue la primera en moverse. Con somnolencia, deslizó el brazo por los hombros de Peter y se colocó encima de él. Sus ojos brillantes y su pelo alborotado la hacían parecer un gatito curioso y Peter torció la boca divertido mientras deslizaba la mano por la curvatura de la espalda de ella.

—¿Peter?

—¿Qué?

—¿Todavía visitas a la mujer de Blue Ridge?

Él sonrió compungido y le cogió la cara con las manos.

—Tus preguntas siempre me sorprenden.

—¿Y bien?

—Hace mucho tiempo que no voy a verla. No he estado con ninguna mujer desde que me di cuenta de que te quería. —De una forma distraída, Peter jugueteó con el pelo de Lali, entrelazándolo con sus dedos, deslizando las puntas por su cara y disfrutando de su suavidad—. Tú has absorbido todo mi interés y mi deseo desde hace semanas y no quedaba nada para nadie más.

Lali odiaba la idea de que estuviera con otra mujer. A pesar de sus palabras tranquilizadoras, no podía evitar sentirse celosa. No quería que él tuviera recuerdos de otras mujeres y de los placeres que ellas le habían proporcionado. ¿Pensaba en ella de una forma distinta a como pensaba en las demás? ¿Hacer el amor con ella había sido diferente a hacerlo con las otras mujeres? Sus pensamientos volvieron a la mujer de Blue Ridge.

—¿La querías?

—No la conocía lo suficiente para quererla.

—Pero tú y ella...

—Disfrutábamos de nuestra compañía mutua en la cama, pero conocer a una persona implica mucho más que estar familiarizado con su cuerpo.

Lali nunca había pensado a fondo en lo que sería hacer el amor con alguien a quien uno no quería.

—¿Al menos te gustaba?

—Supongo que podríamos decir que éramos amigos, pero ninguno de nosotros quería nada más que esto. Yo no quería saber qué había en su corazón y a ella le ocurría lo mismo conmigo.

Peter guardó silencio permitiendo que Lali reflexionara  acerca de lo que le había contado y contuvo el impulso que sentía de abrazarla con fuerza.

—¡Qué relación tan fría!

La expresión de Lali era una mezcla de desagrado y confusión.

—En cierto sentido sí que lo era.

—¿En qué sentido? —preguntó ella cada vez más irritada.

—Después de hacer el amor, siempre nos quedábamos en silencio. No teníamos nada de qué hablar, nada que compartir. La satisfacción que obteníamos en nuestros encuentros era superficial, no perduraba.

—Superficial o no, es evidente que ella tenía algo que te hacía volver en busca de más. Porque acudiste a ella más de una vez, ¿no?

Peter guardó silencio y se preguntó qué había detrás de las preguntas de Lali. Quizá se trataba de una inseguridad que surgía en forma de sarcasmo. ¿Acaso tenía miedo de que él la comparara con la mujer con la que se acostaba antes?

—¿Por qué no dices nada? —preguntó Lali malhumorada—. ¿Estás demasiado ocupado contando las veces que estuviste con ella?

Durante un breve instante, Peter se debatió entre la simpatía y una especie de resentimiento. Él no era un caballero con una armadura brillante y nunca lo sería. Peter percibió la desilusión en la voz de Lali conforme ella se daba cuenta de este hecho, pero Lali tenía que aceptarlo como era, incluidas sus imperfecciones.

Dame esta noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora