Capitulo 23

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La boda se celebró en el exterior, al aire fresco de la mañana. Lali permaneció sentada durante toda la ceremonia sin oír nada de lo que se decía pues su mente daba vueltas y más vueltas a múltiples preguntas. Hasta entonces había creído por completo en la culpabilidad de Peter y en su propia inocencia. Le había resultado tan fácil imaginar que él era el malo y ella la heroína que resolvería el caso. Sin embargo, ya nada era blanco o negro. Peter no era del todo bueno ni del todo malo y ella tampoco. Y lo más horrible era que él quizá no era culpable de tramar el asesinato de Nicolás, pero ella sí que podía serlo. Lali no podía olvidar lo que Nicolás le dijo acerca del testamento entero.

«Vamos, cariño..., ya sé que te sientes un poco decepcionada por tener sólo la propiedad de Sunrise en lugar de todo ese dinero... En ese caso serías rica... Tendrías suficiente dinero para hacer lo que quisieras durante el resto de tu vida.»

¡Rica!

¿Con cuánta intensidad había deseado ser rica Mariana? ¡Si pudiera recordar más cosas acerca de lo que hizo en el pasado! ¡Si no hubiera tantas sombras apretujadas en su mente!

Lali deslizó la mirada por los asistentes a la boda hasta que sus ojos se posaron en la cabeza sin sombrero de Benjamín, cuyo pelo rubio brillaba a la luz del sol. Aquella mañana, ni siquiera la había mirado. ¡Benjamín, hombre de ojos azules y carácter infantil! ¿De verdad era también el tosco y borracho desconocido de la noche anterior? Apenas podía creerlo. Lo ocurrido le parecía un sueño. Peter estaba sentado a sólo unas sillas de distancia de ella. A Lali le sorprendía el extraño papel que Peter había desempeñado en todo aquello. Él era la última persona que ella habría considerado su salvador. Peter volvió la cabeza hacia ella y Lali apartó la vista antes de que sus ojos se encontraran. No podía mirarlo, no después de lo que había ocurrido entre ellos.

Lali se estremeció. No podía apartar de su mente la imagen de ellos dos retorciéndose en el suelo de la herrería. Lali sintió que las mejillas se le encendían de vergüenza e inclinó la cabeza para ocultar su cara. ¡La forma en que le había permitido que la tocara...! ¡La forma en que lo había animado...! ¡No, nunca podría volver a mirarlo a la cara!

Durante las últimas veinticuatro horas, se había convertido en una desconocida para sí misma. Lali sonrió con amargura al recordar cómo había empezado aquella terrible pesadilla. ¡Qué vehemente y engreída había sido! ¡Qué ansiosa por condenar a Peter y segura de que ella sería la salvadora de Nicolás Espósito! Pero la noche anterior, había actuado con Peter como una desvergonzada, borracha de deseo por él, sin pensar en Nicolás ni en nada que la hiciera razonar. Ella nunca había estado así con nadie. Aunque al principio se resistió, después no realizó ningún esfuerzo para librarse de Peter. ¡Bien por sus pretensiones de superioridad moral!

Lo que Alelí le había contado después en el dormitorio era más inquietante incluso que todo lo demás. Lali no había olvidado ni una palabra de lo que Alelí le dijo y le causaba más que un leve temor. ¿Qué les había oído planear a Benjamín y a ella? ¿Qué estaban tramando Benjamín y ella?

«No, yo nunca habría planeado nada que dañara a Nicolás —pensó Lali con desesperación—. No le haría daño a mi propio padre. Puede que antes fuera distinta, pero nunca habría hecho algo tan horrible. »



Lali se sobresaltó cuando oyó la explosión de gritos de alegría que acompañó al final de la ceremonia. Parpadeó varias veces, como si acabara de despertarse, levantó la cabeza y contempló a las que estaban de pie a su alrededor. Candela le dio unos golpecitos en el hombro y Agustín la ayudó a levantarse.

—¿Con qué estabas soñando?

—Con nada —respondió Lali mientras se levantaba y hacía ver que se arreglaba las mangas del vestido.

Dame esta noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora