Nevertheless ❃ HyunIn

❥. CAPÍTULO XXII

TRES MESES DESPUÉS

Solo faltan como 20 minutos para que Jeongin volviera a casarse, se sentó en su cama y empezó a escribir en su diario, se sentía culpable, porque ese día, ese día que debía ser el más feliz, estaba recordando cada momento al lado de Hyunjin, desde que nos casaron hasta el día de su muerte.

La gente decía muy a menudo de la lluvia sale el arcoíris, y él podía confirmarlo, porque eso le estaba pasando a él, después del infierno que vivió al lado de Hyunjin, apareció Chan, entró en su vida y se fue ganando su corazón poco a poco.

Cada día estaba más convencido al pensar que Chan era hombre indicado para él, había recuperado la felicidad que creía muerta, él le ha devuelto la sonrisa que ya no existía en su rostro, enamorarse nuevamente fue lo mejor que le ha pasado.

—¿Lista, amigo? —pregunto Jisung.

—Nervioso.

—Dentro de muy poco serás el señor Bang, deberías estar feliz.

Lo estoy, estoy feliz, pensó.

—Mi amor, ya es hora, todos esperan —entró su madre sonriendo al verlo frente al espejo.

—Estoy listo ¿Vamos?

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En cuestión de minutos llegaron al lugar donde se casaría, justo donde Chan le había propuesto matrimonio, en la playa, el lugar y la decoración eran hermosas, no estaba ni muy cargado, ni muy vacío, las olas del mar le daban su toque.

Jeongin estaba emocionado, caminaba lentamente al lado de su futuro marido, con cada paso que daba se ponía más nervioso y Chan lo esperaba con su hermosa sonrisa, esa que lo hipnotizaba. Su padre lo dejo al lado de su prometido, eso significaba una sola cosa, la boda estaba por empezar, el juez empezó con la ceremonia, pero mientras él anciano hablaba, Jeongin no pudo evitar recordar su boda con Hyunjin, el momento cuando llegó al altar, cuando dijeron sus votos, cuando ...

—Bien, continuemos con los votos.

—Yo Christopher Bang te tomo a ti Yang Jeongin como mi esposo, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, eres el hombre más maravilloso que he conocido, a tu lado me siento completo y delante de todas estas personas, juro protegerte, cuidarte, no solo a ti, sino también a tus hijos, que ya son como míos, te amo y te amaré hasta el día que me muera.

—Yo Yang Jeongin te tomo a ti Christopher Bang como mi legítimo esposo, gracias por llegar a mi vida, gracias por sanarme, por enseñarme que después del dolor me podía volver a enamorar, fuiste mi amigo y ahora serás mi esposo, mi compañero de vida, siempre estaré para ti, como tú lo has estado para su, te amo.

—Finalizando esta ceremonia, yo los declaró esposos, señor Bang, puede besar al novio —dijo el juez y sin esperar un minuto más, ambos sellaron su matrimonio con un beso, uno tan dulce como el que ellos daban, un beso que significaba amor y respeto.

La gente empezó a aplaudir, a gritar y a felicitar a los novios, lo meseros guiaron a los invitados a un restaurante cerca de donde había sido la boda, la recepción era muy bonita, los invitados estaban encantados con el lugar, la buena atención, la comida, los bocaditos y los postres.

—Y fuiste un regalo caído del cielo —abrazó a Chan por el cuello mientras bailaban.

—Estoy segura que Hyunjin hubiese querido que sigas tu vida, Jeongin — Apareció la madre de Hyunjin viéndome.

Por instinto se alejó un poco de Chan, para ver a su ahora ex suegra.

—S-señora yo sé que usted esta en contra de mi matrimonio y yo que-

—No me des explicaciones Jeongin, sé que lo extrañas como todos los que lo conocimos, tienes razón, mereces seguir tu vida —le dio un beso en la mejilla —Disfruta tu boda.

Los señores Hwang se retiraron, deseándole lo mejor al padre de sus nietos. El resto de la noche pasó de lo más lindo, Chan y Jeongin no se separaron, estaban juntos y nadie cambiaría eso.

Para la luna de miel, habían planeado un viaje a Paris, Jeongin dejó a sus hijos a cargo de Minho y Jisung, quienes estaban mas que encantados cuidando a sus sobrinos.

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—Bien, llegamos a la ciudad del amor —Chan ayudaba a bajar a Jeongin del avión.

—Es un lugar hermoso, amor, definitivamente hermoso.

—Y estas dos semanas estaremos solos tú y yo, voy a aprovechar cada tiempo a tu lado, creo que no saldremos de la habitación del hotel.

—¿Qué está tratando de decirme señor Bang? —sonrió con picardía

—Que viviremos al máximo esta experiencia, señor Bang.

Los labios de los Bang se unieron en un beso, en uno diferente, no era suave, sino un poco exigente, ambos se contuvieron, porque no habían salido ni siquiera del aeropuerto. Se apresuraron en tomar un taxi que los llevó a uno de los mejores hoteles que tenía Paris, al ser casi de noche, fueron a cenar y pasear un poco por las calles francesas.

Jeongin estaba cansado y moría por regresar al hotel, era de media noche, pero eso no le importo ni a Chan, ni a Jeongin, ya que desde que ingresaron al ascensor sus labios no demoraron en unirse, volviendo el beso más necesitado, que aumentaba mientras se acercaban más a la habitación.

Las prendas estorbaban en sus cuerpos y sus manos se movían rápidamente, quitando aquellas telas molestosas que les impedían ver y sentir el cuerpo ajeno.

—¿Estás seguro?

—Ahora eres mi esposo, claro que estoy seguro.

—Eres hermoso Innie... realmente hermoso.

—A partir de hoy, no solo seré tu esposo, seré tuyo...

—Te amo, Jeongin, no sabes cómo te amo.

Bang Chan se puso encima de Jeongin acariciando sus piernas y subiendo sus caricias hasta su abdomen, provocando jadeos suaves y quejidos de placer al menor, esos jadeos aumentaron cuando los labios del pelinegro devoraron el cuello de su esposo.

— Chan...

—Quiero que seas mío, Innie.

—Ya soy tuyo, solo tuyo

Si antes eran Chan y Jeongin, ahora eran uno solo, ya era su marido y nadie cambiaría eso, era el hombre que con pequeños detalles había logrado enamorarlo, calar en su interior.

Esas dos semanas en París fueron totalmente inexplicables, pero al ser tan maravillosas el tiempo se les pasó volando y tuvieron que regresar a Seúl, con planes de esposos, con planes de una vida familiar, entre esos planes estaba mudarse, a un lugar mucho más amplio, donde Jeongin, SungHoon , y Yuna pudieran sentirse cómodos, oficialmente ellos formaban su pequeña familia, una a la cual ambos protegerían con uñas y dientes.