Capítulo 3

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Temporada 1, Show Me How To Love.
Tienda infernal. Capítulo 3.

—Hola, no te reconocí de espaldas. —dijo con una sonrisa.

«Joder, ¿Cómo es que tienes una cara tan bonita? Te tengo envidia...» Yo lo miré y él parecía algo incómodo mientras me sonreía. No me había fijado antes, pero al parecer la cicatriz que había visto no estaba, parece ser que solo fue parte de mi imaginación o la tenue luz del último lugar en el que nos encontramos, antes del gimnasio. Recuerdo que cuando niños él era muy movido, así que no me sorprende que se hiciera algún daño en la cara, por lo que asumí que sí tenía alguna cicatriz. «¡No! Ni siquiera una cara tan buena podría hacer que me olvide de todo lo que ese bastardo me hizo!» pensé recordando lo que había sucedido en el gimnasio, me puse a la defensiva en el momento en que recordé aquello.

—Eh, ¿Necesitas algo?
—Obviamente necesito algo, ¿Por qué estaría aquí si no?
—... ¿Podrías dejar de ser tan grosero? ¿Qué es lo que quieres? —Le pasé la funda con el vape, dentro estaba el pote de líquido que había terminado Javier.

Cuando estábamos en la caja él revisó el contenido de la funda. Yo miraba el local, era bastante cómodo y la decoración bonita e incluso algo lujosa. Las paredes del local eran de color azul capri y blanco porcelana, algunas columnas contrastaban con un tocado rustíco de losetas de piedra, el piso combinaba con esas losetas, las lamparas eran negras tipo campana. Y la pared de detrás del mostrador tenía un panel con el nombre del local en letras neón. Habían dos mesas que hacían juego con la del mostrador pintadas de blanco, las sillas eran tipo bar, de color negro; había una gran armonía en el lugar.

—No sabía que tenías gustos caros. —Comentó Damián, refiriéndose a los líquidos y tal.
—¿Eh? Supongo. —dije sin siquiera prestar atención a lo que decía ya que contemplaba la decoración—. El lugar... Es muy lindo.
—Gracias, nuestro gerente es muy exigente con la decoración. Su hijo es decorador de interiores. —explicó mientras buscaba entre los líquidos, habían de muchos tipos y sabores. El estante estaba repleto de frascos de colores distintos y etiquetas con nombres, algunos incluso tenían frutas en ellos.

«Me pregunto si él también fuma...» pensé para mí mismo. «Tiene buen físico, se ve bien cuidado e incluso va al gym, no creo que fume.»

—Sería una pena que desperdicies ese cuerpo de esa manera... —ni siquiera me di cuenta cuando esas palabras salieron de mi boca de forma inconsciente.
—¿Eh? ¿Dijiste algo? —preguntó mientras se volteaba.
—¡No! Yo... No dije nada... —Damián me miró confundido, pero no le tomó importancia.

Después de unos minutos Damián regresó a mí con el vape y el líquido en mano. Sus manos eran grandes y tenía varias venas que se entrelazan, dejándose notar a través de su piel, sus nudillos también eran marcados y sus dedos largos.
—Eso es todo, princeso, serían 835$DO.
—Está bien. —busqué en mi bolsillo derecho y ahí fue que me di cuenta.
«¡Javier no me dió dinero!... ¡ESE HIJO DE PERRA QUIERE QUE SE LO PAGUE!»
—Dame un segundo, creo que lo dejé en el izquierdo. —metí mi mano en el otro bolsillo y encontré una papeleta de 500$DO y dos de 200$DO, llorando internamente porque era lo de mi desayuno le pasé el dinero a Damián quién lo tomó y me dio la devuelta. Con una cara larga metí los 65$DO en mi bolsillo—. Maldito perro, porque no podías darme dinero ni para comprarte tu mierda.
—¿Qué dijiste? —Damián me miró con una cara molesta—. Mira, no sé cuál sea tu problema, pero si tienes algo que decir, escúpelo de una vez. Tienes todo el día murmurando cosas y siendo grosero. Si tienes algún problema simplemente dilo.

Mi cara se distorsionó del disgusto e indignación, si alguien debe estar enojado aquí, ¡Soy yo! «¡¿Cómo te atreves después de tocarme el culo en el gym frente a todas esas personas?!»

—¿De qué estás hablando? ¡No tienes derecho a ofenderte, tú eras quién estaba tocándome el culo en el gym sin ningún pudor! —Damián hizo una cara de confusión mientras me miraba.
—¿Eso es todo? ¿Por eso estás enojado?... Ah, si era eso, solo tenías que decirme. —dijo con mucha tranquilidad, me enojé aún más por su falta de tacto y arrogancia—. Okey, okey. Lo siento. ¿Estás feliz ya?
—Maldito, ¿Sabes qué? Olvídalo, ni siquiera voy a gastar mi tiempo conmigo. Y no, no te estaba murmurando a ti.
—¿Y por qué murmurabas?
—¡¿A tí qué te importa?! ¡Metete en tus asuntos, bugarrón!

Caminé enojado a casa de Javier, estaba tan molesto que ni siquiera noté la distancia por la que me había estado quejando en la mañana. Una vez en el edificio llamé al comunicador.

~Beep. ~
—¡Masca granos ábreme la maldita puerta! —grité molesto por el comunicador.
—¿Qué fue lo que tú dijiste, mariconaso? —La voz de un hombre respondió por el otro lado, no fue hasta entonces que me di cuenta que presioné el número incorrecto. Sin más nada que hacer, apliqué todas mis habilidades actorales para fingir que acababa de llegar justo cuando el hombre salió y le hice creer que una persona estaba llamando y gritando por el comunicador. El hombre ni siquiera se dió cuenta que era yo. Finalmente le pedí que me dejase pasar al ascensor para ver a mi hermano, él accedió porque fui "muy amable y educado". Pobre idiota.

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Notas:
'Maca granos': insulto.

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