Show Me How To Love

Capítulo 10.

Temporada 1, Show Me How To Love.
Regalos, sorpresas. Capítulo 10.

Mi cabeza duele y mi cuerpo se siente cansado, el sol me daba en la cara, no cerré bien la ventana. Mis ojos observaron el desastre que había en mi cuarto y pude ver una nota pegada sobre el gavetero.

"Tuve que irme temprano, perdón por no ordenar la habitación. Te deje un Alka-Seltzer en la mesa de la cocina, tómatelo. No te preocupes mucho por el trabajo, iré a verte en cuanto pueda
—Damián."

—Oh... Se fue. —Eran las 9:37 a.m., mi hora de entrada era a las 8:40 a.m.; aprovechando un poco el hecho de que no tenía que ir a trabajar hasta la tarde, me tomé el Alka-Seltzer y después limpié el desorden que había. Una vez había terminado, entro a la ducha y me baño, aún recuerdo algunas cosas de ayer, no mucho, pero algunas cosas.
Sentí una gran vergüenza apoderarse de mi cuerpo recordando todo lo que le dije a Damián anoche.

«¡No puedo creer que hasta dormí con él! Cualquiera que vea esta situación pensaría que me gusta.» Me congelé una vez que ese pensamiento cruza mi mente, hasta ahora todo el tiempo que he pasado junto a Damián, incluso mis reacciones y acciones con él, parecen de alguien que está enamorado.

—Tengo que alejarme de él un poco... —Es lo que digo, pero... ¿Podré hacerlo? Quiero decir, Damián es la única persona con la que hablo, es mi único amigo. No sé si quiero dejar ir esta amistad.

Dejar que el agua caiga sobre mi cabeza es relajante, porque siento que limpia mis pensamientos y me ayuda a pensar mejor, me ayuda a saber lo que quiero...

...

—¡Oh, Francisco! Pensé que estabas enfermo, ¿qué haces aquí? —dijo el gerente mientras me veía entrar.

—Hola, gerente. Ya me siento mejor, así que vine tan pronto como pude.
—¡Dios mío, pero qué muchacho tan responsable! —dijo mientras golpeaba mi hombro de forma amigable—. Ojalá otros fueran así... —Ví como miraba de reojo a Damián, quién está en el mostrador con el teléfono—. Ah... Ese animal. Debo darte las gracias, has sido de mucha ayuda y él se ha puesto las pilas desde que son amigos.

«Supongo que yo también he sido algo bueno en la vida de él.» pensar de esa forma me hace sentir una calidez en el pecho, pues siempre he querido ser de ayuda para alguien. A lo largo de mi vida solo he peleado por ser parte de la vida de alguien... Poder cambiar su vida para bien y sentir que por fin hice algo que valiese la pena, que mi lucha tenía un propósito.

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—Francisco, mi niño... Prométeme que harás algo de tu vida cuando mamá no esté. —Mi madre acarició mi cara con delicadeza, podía sentir como su brazo perdía fuerza a medida que su mano bajaba por mi cara, las lágrimas mojaban mis mejillas, y su palma, aunque quisiese, era imposible no sentirme mal—. No llores, cariño... mamá se pondrá mejor. Te amo, cielo... Volveré pronto.

Eso fue lo último que dijo mi madre antes de que las puertas de la ambulancia se cerrarán y se la llevarán lejos.

—¿Sabes, hijo? —mi padre posó su mano en mi hombro con unas suaves palmadas. —la vida es así de cruel, espero que esto te sirva de aprendizaje. —Me agarró de los hombros inclinándose hacia delante, hasta estar a la altura de mi rostro, con una mirada fría y una sonrisa que ocultaba un pensamiento perverso—. Ahora debes luchar por tu vida, y la de tu madre. Todo lo que hagas de ahora en adelante será por ella. ¿No es así?